Críticas
Cine argentino en salas
Crítica de “Mazel Tov”, película de y con Adrián Suar
Luego de la experiencia con 30 noches con mi ex (2022), Adrián Suar vuelve a dirigir un largometraje que en este caso apela en varios pasajes a un drama familiar bastante más arriesgado que a una típica comedia de enredos.
Mazel Tov (Argentina/2025). Dirección: Adrián Suar. Elenco: Adrián Suar, Natalie Pérez, Fernán Mirás, Benjamín Rojas, Alberto Ajaka, Lorena Vega, Guillermo Arengo, Esteban Bigliardi, Ariadna Asturzzi, Lula Mangone, Pablo Fábregas, Aaron Palomino, Adriana Aizenberg y Rodolfo Ranni. Guion: Pablo Solarz. Dirección: Guillermo “Bill” Nieto. Edición: Alejandro Parysow. Distribuidora: Star (Disney). Duración: 97 minutos. Apta para mayores de 13 años.
Más allá de haber dirigido algunas películas como El último traje, Pablo Solarz es en esencia un guionista que escribió desde Historias mínimas, de Carlos Sorín, hasta Sin hijos, de Ariel Winograd, aunque sus mayores éxitos fueron precisamente films protagonizados por Adrián Suar como Un novio para mi mujer (2008) y Me casé con un boludo (2016).
Y Solarz es también el guionista de Mazel Tov, una tragicomedia que, a partir de algunos tópicos distintivos y a esta altura recurrentes del cine de Suar en cuanto a las miradas sobre el matrimonio, la paternidad y las dinámicas familiares, deriva luego hacia otras zonas si se quieren más tensas, densas y por momentos emotivas.
No sería del todo justo ni acertado definir a Mazel Tov como una comedia judía porque, si bien tiene todos los elementos (un funeral, un Bat Mitzvá y una fiesta de casamiento), el film se recuesta más en las siempre conflictivas relaciones familiares (que en ciertas instancias pueden resultar graciosas) que en el gag físico o verbal (que de manera esporádica aparecen).
Darío Roitman (Suar) vive desde hace muchos años en los Estados Unidos, alejado de su padre, de sus hermanos (Fernán Mirás, Natalie Pérez y Natalie Pérez), de su ex (Lorena Vega) y de su hijo ya más que adolescente (Aaron Palomino). Justo cuando regresa a la Argentina, el progenitor muere y ese cimbronazo emocional es solo el inicio de los problemas para él y sus seres queridos, ya que aflora de manera irrefrenable una catarata de rencores, reproches y diferencias que parecen irreconciliables. El Bat Mitzvá de su sobrina y la boda de su hermana Daniela (Pérez) no hacen más que potenciar las rispideces, que se transforman en enfrentamientos puros y directos cuando reaparece otra rama de la familia encabezada por un patriarca interpretado por Rodolfo Ranni y secundado por Esteban Bigliardi.
Mazel Tov aborda -por momentos con sensibilidad, en otros con cierta tendencia al subrayado- los secretos y mentiras, la culpa, el duelo, el peso de las tradiciones, los prejuicios acendrados, los traumas, las negaciones, los conflictos no resueltos y las posibilidades de la redención y la reconciliación. En sus escenas más logradas, hace recordar a la fluidez de películas de Daniel Burman como El abrazo partido y Derecho de familia; en otras, a ciertos lugares comunes, clichés del formato televisivo más convencional.
Más allá de esos desniveles, es interesante ver a un artista como Suar desmarcarse, alejarse de su zona de confort para explorar e incursionar -tanto detrás como delante de cámara- en una historia más madura y algo más arriesgada.
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No pueden elogiar a suar y pegarle a películas de autor.