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Crítica de “Presente continuo”, película de Ulises Rosell (Competencia Argentina) - #BAFICI2025
El nuevo film del director de Bonanza (en vías de extinción) (2001), El descanso (2002), Sofacama (2006), El etnógrafo (2012), Al desierto (2017), López (2021) y El Futuro (2022) es notable en muchos y variados aspectos.
Presente continuo (Argentina, 2025). Dirección, guion, fotografía, edición, sonido y producción: Ulises Rosell. Con Lisandro Rosell, Valentina Bassi, Jeff Zorrilla y Fary Rosell. Duración: 80 minutos. En la Competencia Argentina.
No debe haber sido nada fácil llevar adelante Presente continuo. Primero, porque el protagonista del más reciente film de Rosell no es otro que su hijo Lisandro, diagnosticado con un trastorno de espectro autista. En esa condición radica la segunda dificultad: cómo tratarla cinematográficamente sin caer en el golpe bajo ni en el didactismo. El tercer gran desafío era de índole moral, pues filmarlo implicaba el riesgo de ubicarse por sobre él.
Nada de todo eso ocurre en esta película armada con la forma de pequeños recortes de la vida diaria de Lisandro y su madre, la actriz Valentina Bassi. Lo que no quiere decir que Presente continuo sea un documental tradicional, de esos que enarbolan la bandera de la verdad. Por el contrario, aclara desde el principio que, así como para Lisandro la realidad y la ficción son dos elementos indisociables, aquí también lo serán.
Es así que vemos a Lisandro acompañando a Bassi a los ensayos de una obra en el Teatro Cervantes, al rodaje de una película en una ciudad balnearia, a una marcha contra el actual gobierno, mientras ella prepara aceite de cannabis y va a la casa en las afueras de la ciudad de su abuela, otra de las integrantes del particular universo que habita Lisandro, al que también pertenece un amigo de la madre (el realizador estadounidense Jeff Zorrilla). A excepción de la participación de Bassi en la obra y la película, fácilmente cotejables con la realidad, nunca se sabrá qué de todo pertenece al terreno de la ficción y qué no.
Y está muy bien que así sea, porque el resultado es una película donde todo fluye con naturalidad y las dificultades de una madre con un hijo que demanda mucho y de manera constante –allí hay otra lectura del título: la crianza y el cuidado como una tarea de aquí y ahora– es presentada sin dramatismo alguno. Como telón de fondo está la participación de Bassi en una entrevista radial hablando sobre el corte de los mecanismos otorgados por el Estado mientras, claro, cuida a Lisandro. Es, pues, el gesto más claro de una película solapadamente política.
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