Críticas
Estreno en cines
Crítica de “Drácula”, película de Luc Besson con Caleb Landry Jones y Christoph Waltz
Dos semanas después de su estreno en salas de Francia, donde vendió 266.500 entradas en sus primeros 7 días en cartel, llega a los cines argentinos esta nueva versión del clásico de clásicos dirigida por el creador de films como El perfecto asesino, El quinto elemento, Arthur y los Minimoys, Angel-A, Lucy, Anna: El peligro tiene nombre y Dogman.
Drácula (Dracula: A Love Tale, Francia, Reino Unido/2025) Dirección y guion: Luc Besson. Elenco: Caleb Landry Jones, Christoph Waltz, Zoë Bleu Sidel, Matilda De Angelis, Guillaume de Tonquédec y Raphael Luce. Música: Danny Elfman. Fotografía: Colin Wandersman. Edición: Lucas "Kub" Fabiani. Distribuidora: BF París. Duración: 129 minutos. Apta para mayores de 16 años.
Desde principios de la década de 1990, cuando cruzó el Atlántico desde su Francia natal para continuar con su carrera en Hollywood, Luc Besson solía aparecer en los créditos de no menos de dos películas al año, ya sea como productor, director y/o guionista. Fue así hasta que, en 2018, varias denuncias por delitos sexuales lo obligaron a una pausa que se extendió hasta agosto de 2023, dos meses después de su absolución en el juicio que le hizo la actriz Sand Van Roy, cuando estrenó Dogman en el Festival de Venecia.
Si aquella película era, entre otras cosas, una parábola de redención, un melodrama cargado con apuntes sociales, un viaje a la mente destruida de un psicópata, un thriller de justicieros urbanos, un alegato con olor a confesional sobre la construcción de una identidad y hasta una fábula animal-friendly, en su relectura de Drácula asoma un Besson mucho más emotivo y sentimental incluso cuando su estilo siga siendo despojado y más bien seco.
Todo comienza en el siglo XV con un príncipe profundamente enamorado de su esposa. Pero la cosa termina mal, con ella muerta y él desafiando a Dios, transformándose en vampiro. La ausencia de una explicación al cómo es posible que pueda convertirse en vampiro por deseo propio puede deberse a un problema de guion o a un Deus ex machina que el espectador debe asimilar para ingresar al universo que propone una trama que, elipsis mediante, continúa a fines del siglo XIX, cuando ingresa al pabellón psiquiátrico de un hospital una chica con colmillos filosos y comportamientos muy particulares.
Para investigar el caso entrará en escena un cura (Christoph Waltz) y un hombre que viajará a Rumania para reencontrarse con aquel príncipe devenido en Drácula (Caleb Landry Jones). Menuda sorpresa se lleva el Conde al descubrir que la novia de ese muchacho (Zoë Bleu Sidel) es igualita a aquella malograda princesa, puntapié para un triángulo amoroso en el que lo doliente marcha a la par de pasiones y deseos que trascienden temporalidades, pero también algunos pozos narrativos en los que las situaciones se estiran hasta más allá de lo recomendable.
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Raul llamaré a silencio no sabes nada de cine
Mil veces besson, que es garantía que eggers y el otro payaso con sus vampiros negros, como he dicho este par ha matado al cine de vampiros es un hecho, supongamos que besson logra una adaptación solemne, lo digo por su estilo y apegado a la vieja guardia, como en su momento lo hizo copola, por desgracia en estos tiempos el común de las personas ven y están acostumbrados a ver basura y reciclaje sobretodo si se trata de vampiros repito eggers y su bodrio de nosferatu y sinners de vampiros negros en cuanto a besson la versión es desente, buena y puede ser que si la abanderan como a las otras dos, se hable más de ella, cosas que dudo en este tiempo de películas sin identidad a lo que a estado acostumbrado, rechazamos buenas cosas por productos netamente comercial ojalá y besson tenga suerte de lo contrario hablaremos del mundo del revez