Críticas
Estreno en cines
Crítica de “Un buen ladrón” (“Roofman”), película de Derek Cianfrance con Channing Tatum y Kirsten Dunst
Tras su presentación en el Festival de Toronto, llega a las salas argentinas la nueva película del realizador de Blue Valentine: Una historia de amor (2010), El lugar donde todo termina (2012) y La luz entre los océanos (2016) que, luego de un hiato de casi una década sin dirigir en cine, significa además un profundo giro en su filmografía hacia la comedia de enredos y acción.
Un buen ladrón (Roofman, Estados Unidos/2025). Dirección: Derek Cianfrance. Elenco: Channing Tatum, Kirsten Dunst, Ben Mendelsohn, Peter Dinklage, LaKeith Stanfield, Juno Temple, Melonie Diaz, Uzo Aduba, Lily Collias y Jimmy O. Yang. Guion: Derek Cianfrance y Kirt Gunn. Fotografía: Andrij Parekh. Edición: Ron Patane, Jim Helton. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 126 minutos. Apta para mayores de 13 años.
Cuando se dice que alguien tiene “una vida de película” se sobreentiende que la misma contiene aspectos extraordinarios, fascinantes y/o delirantes. La de Jeffrey Manchester engloba un poco de todas esas características y, por eso, el coguionista y director Derek Cianfrance la convirtió en una muy atractiva comedia romántica y de enredos con elementos de thriller y momentos de acción.
En la primera escena vemos cómo Jeffrey (Channing Tatum, en uno de los mejores trabajos de su carrera) se mete de noche haciendo un agujero en el techo de un local de McDonald's y, cuando llegan los empleados el lunes por la mañana, los mete en la cámara frigorífica (no sin antes darle su buzo a uno que estaba en remera) y huye con la recaudación de todo el fin de semana. En verdad, este ex marine no robó uno sino 45 locales similares utilizando esa metodología que le dieron durante la década de 1990 el mote de "Roofman" al que alute el título original. Lo atraparon en el año 2000 y lo condenaron a 45 años de prisión.
Luego de ese prólogo comienza la verdadera película, que incluye una tensa relación con su familia, una fuga de prisión cuatro años después, una insólita manera de camuflarse y ocultarse en una juguetería (excelente todo el diseño de arte), y hasta una particular incursión en una congregación religiosa y una historia de amor con una de sus integrantes, una mujer y madre divorciada llamada Leigh Wainscott (Kirsten Dunst). No ahondaremos en ninguno de esos terrenos para no ingresar en el terreno de los spoilers, pero en todos hay elementos sorprendentes, tan absurdos que son difíciles de creer que ocurrieron. Pero, lo aclara un cartel al inicio y otro al final, se trata de un caso real.
Tatum le imprime a su Jeffey algo de genialidad y otro tanto de patetismo, es un tipo querible y al mismo tiempo torpe, un hombre adiestrado por el ejército y evidentemente frustrado ante las dificultades (sobre todo económicas) de su existencia, que lo llevan a cometer robos y a comportarse por momentos como justiciero a-lo-Robin Hood. En ese sentido, hay cierto espíritu tragicómico y absurdo propio del cine de los hermanos Coen (aunque sin tanto cinismo).
Sin ser una glorificación del “buen” ladrón al que remite el título de estreno en la Argentina, Cianfrance nos invita a empatizar, a entender las motivaciones y de alguna manera a querer a este ser tan disfuncional en términos de la normalidad social, pero que en el fondo hace lo que hace para justamente conseguir una estabilidad familiar que siempre le fue negada.
Más allá de un cierre no siempre convincente o de tampoco aprovechar del todo las posibilidades de reconocidos intérpretes como Peter Dinklage, LaKeith Stanfield, Ben Mendelsohn, Uzo Aduba y Juno Temple en papeles demasiado secundarios, Un buen ladrón es en buena parte de su metraje una comedia física que fluye de manera admirable y con algunas escenas propias del thriller que amplifican el vértigo y la adrenalina. Un sorprendente y bienvenido cambio de registro en el cine generalmente más recargado y solemne de Cianfrance.
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