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Crítica de “El caso de Richard Jewell”, de Clint Eastwood
En su octava película de la década luego de Más allá de la vida (2010), J. Edgar (2011), Jersey Boys (2014), Francotirador (2014), Sully: Hazaña en el Hudson (2016), 15:17 Tren a París (2018) y La mula (2018), el ya casi nonagenario director reconstruye en su 38º largometraje la historia real de un guardia de seguridad que pasó de héroe a enemigo público número uno tras un atentado con explosivos ocurrido durante los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.
El caso de Richard Jewell (Richard Jewell, Estados Unidos/2019). Dirección: Clint Eastwood. Elenco: Paul Walter Hauser, Sam Rockwell, Kathy Bates, Jon Hamm, Olivia Wilde, Nina Arianda, Ian Gomez y David Shae. Guion: Billy Ray. Fotografía: Wes Belanger. Edición: Joel Cox. Música: Arturo Sandoval. Distribuidora: Warner Bros. Apta para mayores de 13 años. Duración: 131 minutos.
A punto de cumplir 90 años, el legendario Clint Eastwood sigue tan activo y vigente como en los '70 (cuando filmaba, por ejemplo, El fugitivo Josey Wales), los '80 (cuando dirigía Bird), los '90 (cuando subyugaba con Los imperdonables o Los puentes de Madison) o los 2000 (cuando regalaba desde Million Dollar Baby hasta Gran Torino). Y llegó la década de 2010, con un ciclo de nada menos que ocho nuevas películas que se cierra con El caso de Richard Jewell, su 38º largometraje como director y basado -como en la mayoría de sus últimos trabajos- en una historia real.
El Richard Jewell del título (Paul Walter Hauser en su primer protagónico) es un hombre excedido en peso, amante de las armas, frustrado por no poder ingresar a la policía y bastante patético en su cotidianeidad, que vive con una madre posesiva y sobreprotectora (la siempre notable Kathy Bates) y se desempeña como guardia de seguridad en el Centennial Olympic Park durante los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. En principio, vemos cómo, al descubrir una mochila llena de explosivos y alertar sobre su existencia, salva la vida de muchos asistentes a un concierto que se estaba realizando esa noche. Sin embargo, su estatus de héroe le dura apenas unas horas, ya que casi de inmediato el diario Atlanta Journal-Constitution publica que él es, en verdad, el principal sospechoso para el FBI.
El guion de Billy Ray (Los juegos del hambre, Capitán Phillips, Shattered Glass y la remake hollywoodense de El secreto de sus ojos) pendula entre la intimidad de Jewell y la reconstrucción de los hechos: desde la mencionada explosión hasta el posterior caso judicial en el que contó con la ayuda del excéntrico abogado (y ex jefe suyo) Watson Bryant (un impecable Sam Rockwell), la investigación por parte del FBI que incluyó presiones y métodos muy poco transparentes (el responsable del caso está intepretado por Jon Hamm) y el accionar de una periodista sin demasiados escrúpulos a la hora de obtener una primicia (Olivia Wilde), que generó una polémica extra cinematográfica entre quienes acusan a los creadores de la película de tergiversar los hechos.
Más allá de esas controversias (que sirven para alimentar la cobertura periodística, pero no afectan los valores de un film de ficción que puede permitirse incluso cualquier “licencia poética”), lo cierto es que El caso de Richard Jewell constituye una valiosa reflexión sobre el lugar del héroe en la sociedad estadounidense (ese hombre ordinario en medio de circunstancias extraordinarias), la conspiranoia reinante a nivel colectivo y el muchas veces cuestionable papel de los organismos de seguridad (dispuestos a cualquier manipulación con tal de conseguir una resolución a la medida de sus necesidades) o de los medios de comunicación. Lo hace con la habitual solidez narrativa, ese oficio encomiable, ese clasicismo innegociable y esa nobleza a flor de piel que son la marca de fábrica del brillante e inoxidable Clint Eastwood.
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Aunque nació en Turquía, pocos directores encarnan la “italianidad al palo” como Özpetek, quien en este caso propone una tragicomedia coral con las actrices con las que ha trabajado a lo largo de su carrera.
Hace un rato volvimos de verla. Excelente. Eastwood no defrauda. El actor que interpreta a Richard es fantástico, logra que uno se conmueva con sus falencias y su nobleza y buen corazón a flor de piel. Sam Rockwell es la joya de la película. Muy recomendable.
Pero si es un truco, que mierdas hablan
Y otra vez el enorme talento de Clinr Eastwoods para plasmar una historia que nos deja pensando al salir del cine. Gran elenco de intérpretes (Hauser,,Rockwell y Bates. Excelente película.-
EL CASO DE RICHARD JEWELL de Clint Eastwood LA MENTIRA COMO VERDAD Corre la década del`50. Un hombre joven que trabaja como gasista aprovecha una oportunidad y se transforma en actor que se torna conocido a través de una serie de televisión sobre el Lejano Oeste (Rawhigh) a mediados de los años ´60. Más tarde decide probar suerte en Europa y de la mano del italiano Sergio Leone es lanzado a la fama en uno de aquellos filmes que se dieron en llamar genéricamente westerns spaghetti. El film en cuestión era Por un Puñado de Dólares, 1964, que se volvió un éxito descomunal que generó secuelas y recorrió el mundo. El joven actor regresó a los Estados Unidos y durante la década del 60 se volvió una estrella de cine muy popular y además, como no carecía de ambiciones, comenzó a dirigir sus propios films. De a poco comenzó a ganar prestigio y hoy en día es uno de los directores más famosos y personales de la historia del cine americano. Estamos hablando de Clint Eastwood, un cineasta que como director ha ido evolucionando tanto temática como estéticamente. Su cine ha crecido paso a paso. La película que nos ocupa da cuenta de ello. Esta semana se ha estrenado su último film: El Caso de Richard Jewell, una obra basada en eventos reales que permite a su director reflexionar sobre el papel de la Justicia, las Fuerzas de Seguridad y el Periodismo en la creación de un relato ficticio que se interpone entre la verdad y la necesidad del propio Estado dejando de lado la realidad y la seguridad del individuo, dando lugar a una irresponsabilidad institucional de características monstruosas. Richard Jewell fue un joven estadounidense que trabajó como guardia de seguridad y oficial de policía. Su caso se volvió famoso durante los Jugos Olímpicos de Verano en Atlanta, Georgia, Estados Unidos en 1996, donde descubrió una mochila abandonada en el parque que contenía una bomba con tres explosivos. Jewell, quien dió la alerta correspondiente y ayudó en la evacuación del parque antes de que explotara la bomba, fue primeramente aclamado como un héroe pero más tarde fue considerado sospechoso por parte del FBI, aunque finalmente, ante la falta de evidencias en el caso, fue liberado sin ser llevado a juicio. Eastwood toma un prolijo guión de Billy Ray (Los Juegos del Hambre, 2012; Capitán Philips, 2013) sobre un falso culpable y lo transforma en un film intimista que describe la vida simple de un americano pueblerino, buena persona, que solo busca ser alguien en la vida y para ello sueña con ser policía. Ese es Richard Jewell, un solitario que vive con su madre, alguien incapaz de hacer daño premeditado al prójimo pero seguramente, capaz de soñar con cinco minutos de fama. La destreza narrativa del director hace simple lo complejo transformando al film en una parábola sobre el destino de este individuo que de la noche a la mañana es tocado por la varita de la fama a la vez que resulta acusado y acosado por el FBI, apoyado por un periodismo sensacionalista que colabora en un penoso papel de malformación de la opinión pública. El film de Eastwood se levanta contra la injusticia de la indefensión en que se encuentra el individuo ante el poder del Estado. En este caso, una actuación nefasta que le cupo al FBI generando sospechas sobre un falso culpable, y valiéndose de los medios periodísticos sensacionalistas y muy hambrientos de primicias, informando a la ciudadanía en forma equivocada ansiosos por manejar la opinión tapando los errores de investigación que estaba llevando al FBI al lugar equivocado y perdiendo toda objetividad en la comunicación de la noticia. Esta nueva obra del director se aleja de los héroes individualistas que han caracterizado la mayor parte de su obra tanto como actor como director. Harry El Sucio, o el Bill Munny de Los Imperdonable, o incluso el Walt Kowalski de Gran Torino dan cuenta de ello. En realidad, el personaje de este film se acerca como la contracara de Butch Haynes, el personaje de Kevin Kostner en Un Mundo Perfecto. En aquel film Kostner es un criminal fugitivo, víctima de las circunstancias y las malas compañías cuyos sentimientos afloran protegiendo a un niño que ha secuestrado, dándole una oportunidad de redención. El director maneja con maestría ese mundo lleno de claroscuros, donde nada es lo que parece ser, donde el bien y el mal se confunden y la realidad da un paso al costado dejando que el relato de los medios pase a ser la verdad que el Poder necesita mostrar ante la falta de evidencias, de pruebas concretas, haciendo que la verdad se vuelva mentira, y la mentira realidad. A pesar que Richard Jewell nunca fue acusado, la vida lo sometió a un "juicio a través de los medios", y durante mucho tiempo, aun estando libre, Jewell fue considerado el autor material del atentado y por lo tanto el culpable de las muertes provocadas por el mismo. Si bien Jewell finalmente fue exonerado y en 2006, el gobernador Sonny Perdue le agradeció públicamente en nombre del Estado de Georgia el haber salvado la vida de muchas personas. No obstante ello, su padecer no fue indiferente. Jewell murió joven, en agosto de 2007. Tenía 44 años y sufría de una insuficiencia cardíaca provocada por complicaciones de su diabetes. Eastwood lo vuelve conocido e inolvidable colocándolo en la lista de los héroes anónimos que no solo pueblan los Estados Unidos de América sino también el mundo.
Muy buena, merece la pena ir a verla.
La pelicula es excelente; muestra como la policia basada en conjeturas poco claras lo acorrala para acusarlo del atentado en los Juegos Olimpicos de Atlanta
Primer película que voy a ver al cine General Paz y se repite la historia del año pasado. Otra gran película del enorme Clint Eastwood que trata esta vez sobre un tema que resulta muy familiar en la Argentina y es cómo los medios de comunicación en combinación con funcionarios de instituciones de gobierno pueden arruinarle la vida a una persona con una falsa denuncia. Aquí el policía Richard Jewell pasa en pocas horas de ser un héroe que evita mueran centenares en un atentado terrorista a convertirse en un asesino que puede ir a la silla eléctrica. En la primera media hora que arranca lentamente Eastwood nos muestra los cinco personajes principales como el policía buenazo (excelente trabajo de Paul Walter Hauser), su madre que lo sigue tratando como a una criatura(la enorme Katy Bates), el abogado defensor (otra vez muy bien Sam Rockwell), el agente del FBI que busca soluciones fáciles (buen trabajo de Jon Hamm) y la periodista villana (brillante trabajo de Olivia Wilde) Luego de la media hora la película levanta vuelo con un muy buen guión y grandes actuaciones. Será muy difícil dejar a esta película fuera del decálogo de lo mejor del año 2020 (8/10)