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Cómo es “El Eternauta”: Entrevistas a los creadores y los secretos del rodaje de la muy esperada serie

OtrosCines.com visitó el set de filmación, dialogó con los creadores del proyecto y accedió al primero de los 6 episodios de la producción de Netflix, cuya primera temporada estrenará en todo el mundo el 30 de abril.

Publicada el 07/03/2025


(Fotos: Marcos Ludevid | Netflix)

El Eternauta es junto a Cien años de soledad una de las producciones originales latinoamericanas más ambiciosas de la historia de Netflix. El desafío de estar a la altura de un clásico de la historieta como el concebido en 1957 por el el guionista Héctor Germán Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López para una serie dirigida por Bruno Stagnaro (Pizza, birra, faso, Okupas, Un gallo para Esculapio), protagonizada por Ricardo Darín y un notable elenco (Carla Peterson, César Troncoso, Andrea Pietra, Ariel Staltari, Marcelo Subiotto, Claudio Martínez Bel, Orianna Cárdenas y Mora Fisz) implicó más de cinco años de trabajo (el anuncio original fue a principios de 2020, aunque el proyecto original viene de mucho antes) y un enorme despliegue de recursos no solo económicos sino también tecnológicos.

En este sentido, haber visitado en octubre de 2023 los Estudios Ronda en Martínez durante el complejo y larguísimo (9 meses) rodaje de El Eternauta fue como una suerte de viaje al futuro: además de filmar en 35 locaciones reales, se generaron más de 25 escenarios con la tecnología de Virtual Production. Los expertos de los distintos departamentos tuvieron a su disposición los últimos avances en cuanto a creación de escenarios virtuales en tiempo real e integración de elementos reales con otros generados mediante el uso de latecnología para filmar así en un entorno controlado, pero también se vieron obligados a experimentar y resolver un montón de complicaciones que iban surgiendo en lo que constituyó una auténtica proeza.



Luego de una no menos ardua y minuciosa posproducción, a fines de enero último, en el marco del evento Nuevo en Netflix 2025, se proyectó en el Cinemark Palermo el primer episodio de la serie, que permitió apreciar en todo su esplendor el despliegue visual para mostrar una Buenos Aires azotada primero por un apagón total y luego por una una ceniza tóxica que parece propio de una ciudad nevada.

Tras un breve prólogo con unos jóvenes a bordo de un velero que nos permite constatar que estamos en la actualidad y no en los años '50, nos encontramos con Juan Salvo (Darín) jugando entre bromas al truco junto a sus entrañables amigos (allí aparecen desde el uruguayo César Troncoso hasta Marcelo Subiotto, pasando por la presencia algo incómoda de Ariel Staltari) hasta que descubren que en pleno verano “nieva” en la ciudad y parados frente a una ventana empiezan a observar situaciones cada vez más extrañas (y trágicas) mientras están cortadas no solo la luz sino también las comunicaciones. Así, con un traje improvisado para evitar la contaminación, Salvo sale en busca de sus seres queridos mientras Buenos Aires nos regala una desoladora estética post-apocalíptica. La lucha por la supervivencia recién comienza y -ya lo sabemos- será épica.



OtrosCines.com participó de varias charlas con los máximos responsables de los distintos equipos técnicos (habrá una segunda nota al respecto) y de dos encuentros con los principales impulsores del proyecto: Bruno Stagnaro, creador, director y coguionista (junto a Ariel Staltari); Matías Mosteirín, productor ejecutivo de K&S Films; y el consultor creativo Martín M. Oesterheld, nieto del autor de la obra original, quienes estuvieron acompañados en el evento por Leticia Cristi, productora ejecutiva de K&S Films; y Francisco Ramos, vicepresidente de Contenidos de Netflix para América Latina.

Martín Oesterheld: Con Matías y Leticia venimos hablando de este proyecto desde hace alrededor de 20 años; la idea original fue la de hacer una película y pasaron varios directores interesados hasta que finalmente adquirió el formato de serie de televisión. Con Bruno nos conocimos un año antes de la pandemia y nos pareció que, a partir del material y de su trabajo, su identificación con la historia original estaba garantizada. El vínculo creativo para trabajar sobre la historia original y el acercamiento con los personajes fue muy bueno. La idea siempre fue narrarla en una época actual porque mi abuelo siempre trabajó sobre la actualidad. La ciencia ficción en esa época representaba otra cosa y tenía otro tipo de simbología, nosotros queríamos actualizarla para que discuta con lo que pasa ahora. A partir de esa decisión entramos en una discusión muy interesante con Bruno, sobre todo en lo que respecta al arco dramático de la historia de Juan Salvo. En la obra original, el relato se centra en Juan Salvo, es su historia, él la relata y vemos cómo se va transformado en El Eternauta. Nos concentramos particularmente en un punto que parece medular de El Eternauta, que es la historia de un sobreviviente. El desafío de hacer esta producción gigantesca y compleja tiene mucho que ver con ese héroe que se va apoyando en el resto de los personajes y se va apoyando uno con el otro. La clave de El Eternauta es que nadie se salva solo y entonces empieza a circular algo de ese espíritu tan argentino y tan identificable con nuestras cosas.

Bruno Stagnaro: Buscamos despegarnos de las fórmulas de la mayoría de las producciones apocalípticas que apelan a grandes elipsis. En El Eternauta, en cambio, la idea del tiempo real formaba parte del ADN, ir viendo todo desde una perspectiva al ras del piso, un evento gigante pero contado desde la hendija de una ventana y cómo estos personajes van adquiriendo la información de lo que pasa, a través de la lucha y el instinto de supervivencia. También buscamos potenciar una idiosincrasia más local porque no solo es una historia de supervivencia sino también una historia de amistad muy argentina.



Martín Oesterheld: Las cuestiones políticas van a estar inevitablemente en las conversaciones que desate la serie porque es parte de la historia, no solamente de mi familia sino también de la génesis de El Eternauta, donde el autor mismo está muy imbricado en la historia. De todas maneras, no deja de ser la épica del hombre común -un sobreviviente como siempre le gustaba a mi abuelo-, la historia de una resistencia de un grupo de amigos que tienen como armas la solidaridad, el ingenio, cosas muy locales, muy argentinas. Apostamos a no repetir la misma historia apocalíptica en la tradición anglosajona a partir de los mitos porque ya nos aburren. La estamos contando a nuestra manera, desde un punto austral y respetando la relación ética y honesta que mi abuelo siempre tuvo con la aventura.

Bruno Stagnaro: Nunca pensamos específicamente en el impacto internacional. Nos parece que si la historia está bien contada y tiene algo verdadero que transmitir es suficiente como para que repercuta y resuene en todas partes. Buscamos no quedar atrapados solamente en el aspecto físico de la aventura o en la escala de producción, sino tratar de darle un desarrollo humano a lo que sucede y una problemática específica para ese héroe.

Bruno Stagnaro: De alguna manera estamos tomando a El Eternauta de manera integral, pero eso no significa que necesariamente vayamos a seguir el hilo argumental, como está desarrollado en El Eternauta 1 y 2. Lo que hicimos fue tratar de capturar el espíritu, las atmósferas, las estéticas y los lugares de los dos fascículos, pero no necesariamente siguiendo la cronología que está planteada en el cómic. Tendrá mucha más incidencia todo el arco del primer fascículo que del segundo, más allá de que yo siento que hay cosas del segundo que estamos trayendo a este recorrido.



Matías Mosteirín: Bruno una vez dijo que la verdadera escala de este proyecto se va a definir por la dimensión afectiva que logremos construir entre los personajes. Y eso es algo que vamos redescubriendo todo el tiempo. Hablamos de sobrevivientes y de resiliencia. También se habla mucho de lealtad en este cuento que estamos contando. Es una historia muy llena de esperanza, pero al mismo tiempo muy desgarradora. Es una tragedia, pero al mismo tiempo es una épica y una aventura que conecta con nuestra idiosincrasia. Siempre tuvimos en claro que, como estrategia, hubiese sido un error que un paquete tecnológico de efectos visuales fuese el vehículo o el medio para hacer posible una historia. Al contrario, lo que siempre intentamos fue plantearnos desafíos sobre la forma de contar esta historia e ir buscando soluciones, apelar a la confianza y a la intuición. No hay solamente recursos y tecnología, que es fantástico, un medio maravilloso, sino la belleza de ir redescubriendo la obra original a partir de lo que va sucediendo y se va poniendo en juego en el proceso creativo. Y eso tiene que ver con lo dramático y no con los efectos.

Bruno Stagnaro: La principal lealtad es hacia el corazón de la historia, contarla bien y tratar de ser honestos en las decisiones. No siento la necesidad de plantear una ruptura en cuanto a la estética. Mantuvimos esa idea tan argentina que le da un carácter muy local de enfrentar a una dificultad enorme con los elementos que tenés a mano e ir encontrando la manera de salir adelante a partir de la limitación. Siento que eso está muy presente en la historia.

Matías Mosteirín: Adaptar El Eternauta fue desde siempre un sueño de nuestra comunidad artística y cinematográfica, nosotros asumimos en 2005 el desafío de intentarlo y después de muchos años de búsquedas y frustraciones recién cuando en 2018 Netflix nos propone convertirlo en una serie vemos la oportunidad de resolver uno de los grandes desafíos creativos que habíamos tenido hasta ese momento. Es una obra con una gran premisa y una consigna muy profunda y muy impactante, pero muy difícil de adaptar a una estructura de tres actos justamente por su naturaleza episódica. Y de pronto la posibilidad de volver a un formato episódico, ofrecían muchas respuestas que hasta ese momento no habíamos encontrado. Por otro lado, podría hablar de la capacidad económica, tecnológica, de ambición, de masividad, una cantidad de cosas que evidentemente ofrecía Netflix.



Bruno Stagnaro: Yo leí El Eternauta de muy chico y me fascinó. Le tenía y le tengo un aprecio, un respeto enorme. Pero una de las cosas que primero percibí cuando empecé a trabajar la adaptación es que el formato en sí mismo de la historieta estaba construido en ciclos que no eran trasladables al formato de serie con capítulos de una hora. La historieta originalmente salía de a tres páginas por semana y en general sus arcos son mucho más chicos y tiende a renovarlos de una manera muy particular, con otra lógica al de una serie. Por eso, me propuse trasladar el espíritu sin caer en la literalidad.

Matías Mosteirín: Ricardo Darín es un gran narrador, además de un gran actor. Es un tipo que sabe contar, hace un equipo increíble con Bruno, están permanentemente pensando y repensando cada una de las escenas hasta la locura de los productores. Comparten que los dos son artistas que no están pensando tanto en su propio lucimiento, sino en el espectador, por el que tienen un inmenso respeto. La búsqueda de los dos en relación al detalle, la seriedad, la lógica, la coherencia, la precisión, el no cometer errores es impresionante. La presencia de Ricardo es un elemento que puede internacionalizar el proyecto, pero no porque sea un actor conocido en otras partes del mundo, que de hecho lo es, sino porque es de esos
actores que convocan y capturan la atención y el interés de cualquier espectador.



Bruno Stagnaro: Muchas veces nos estamos alimentando de lo que encontramos en el camino. Siento que es algo fundamental que eso suceda, para que realmente encuentres algo vivo y no sea todo un plan cerebral, que vas y lo ejecutás.

Matías Mosteirin: Es importante indicar que El Eternauta deja una capacidad instalada muy importante luego de este proyecto. Cuando nosotros comenzamos a hacer esta serie sabíamos que lo íbamos a lograr, pero no sabíamos cómo. Con Bruno y con todo el equipo (El Eternauta tiene 8 productores), desplegamos un abanico de recursos y de herramientas, como virtual production o construcción de decorados. Tuvimos que probar y comprobar, afianzar aquello que funcionaba y descartar lo que no convencía. Fuimos repensando entonces de qué manera usar las cosas que mejor resultado ofrecían. La creación de escenarios virtuales que se utilizan no solamente en el set, sino que son recursos visuales que se van a usar después en postproducción, fue el fruto de un equipo que lleva trabajando más de un año. El escaneo de la ciudad, por ejemplo, se hizo durante la pandemia.

Matías Mosteirín: Con El Eternauta pasa que gracias a la vocación, el esfuerzo, el esmero, el profesionalismo y la experiencia con la que todos trabajan, del equipo increíble que tenemos, logramos cosas revolucionarias, que no tienen que ver con el dinero, ni con Netflix, ni con K&S. Todos aportaron cosas personales y al mismo tiempo participaron del proceso colaborativo con su concreción. Nos ha pasado también con la gente de ferrocarriles, con el Ejército, con los vecinos de cada lugar en lugar que filmamos. La virtualidad digital está muy bien, pero siempre preferimos lo material porque nos conecta con otras personas, con nuestra historia y emociones.



Martín Oesterheld: El Eternauta tiene la condición de ser un secreto guardado que pasa de generación en generación, el libro que te pasa tu viejo, el libro que te pasa tu abuelo, el libro que te pasa a tu hermano. Hay como un ritual. Y estamos haciendo esta producción en términos generacionales. De alguna manera, todos tenemos la misma edad y me pareció importante, hay un punto de vista importante, nos ha tocado a nuestra generación.

Matías Mosteirín: Comparto lo de nuestra generación. Oesterheld nació en 1919 y la escribió cuando tenía 38 años más o menos, o sea que era más joven que nosotros. Yo lo conozco a Bruno desde el colegio y haber estado cerca del proceso de Pizza, birra, faso fue algo fundacional en mi vida profesional. Me los acuerdo de él y de Adrián (Caetano) en la plaza tratando de descifrar cómo filmar la última escena de la película arriba del Obelisco ¿Por qué cuento todo esto? Ojalá podamos con El Eternauta reproducir aquello y poder decirle a la gente de la edad que teníamos nosotros en ese momento: “Che, miren todo lo que pueden animar a hacer y hasta dónde pueden llegar si se lo proponen”.

Y, por último, una consulta de OtrosCines.com a Stagnaro:

-Con respecto a Pizza, birra, faso, fue una película que llamó mucho la atención por la forma de apropiarse de Buenos Aires de una manera analógica, artesanal, sin presupuesto . Hoy tenés la posibilidad casi de filmar toda la ciudad, escanearla, tenerla a tu disposición. Pasaron 25 años y, desde un lugar más íntimo y personal, ¿cómo sentís ese arco y esta posibilidad de otra vez interactuar con la ciudad, apropiártela y usarla artísticamente?

-Bruno Stagnaro:
 Es muy loco porque para mí ese arco tiene todo el sentido. Y está mucho más próximo de lo que se podría suponer porque, por ejemplo, la resolución de la escena del Obelisco en aquel momento lo hicimos precisamente con back projecting, que ya era algo totalmente en desuso, con muy pocas probabilidades de éxito. Dijimos: “probémoslo”, y funcionó. La verdad es que no hay mucha diferencia entre aquello y esto, ni en lo material, ni en términos de actitud. Y me parece que ese tipo de situación es algo que me mueve, que me importa. Lo que me interesa rescatar de Pizza, birra, faso es que siempre que se pueda estar en el lugar real y con el espacio físico de la ciudad voy a apostar por eso. El otro día encontré una nota que me hicieron por Okupas en el año 2000 y es muy loco porque en ese momento hablaba de El Eternauta como algo completamente lejano en mi vida, improbable, pero sí lo definía como algo que había tenido una influencia enorme en lo que me interesaba de filmar.


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