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Crítica de “Los domingos mueren más personas”, película de y con Iair Said (sección ACID) - #Cannes2024
Tras los cortos 9 vacunas (2012) y Presente imperfecto (2015); y el largometraje Flora no es un canto a la vida (2019), Said estrena en Cannes una película de ficción que, además de director y guionista, lo tiene nuevamente como protagonista.
Los domingos mueren más personas / Most People Die on Sundays (Argentina-Italia-España/2024). Guion y dirección: Iair Said. Elenco: Iair Said, Rita Cortese, Antonia Zegers y Juliana Gattas. Fotografía: Giovani Cimarosti. Sonido: Ismael Calvo Delgado. Edición: Flor Efrón. Música: Ascari. Producción: Campo Cine. Coproducción: Patagonik, Dispàrte y Nephilim Producciones. Duración: 75 minutos. En la sección paralela ACID.
Como el Diego de 9 vacunas, el Martín de Presente imperfecto y él mismo exponiendo la relación con su abuela nonagenaria Flora en esa suerte de diario íntimo que es Flora no es un canto a la vida, el David que Iair Said interpreta en la ficción de Los domingos mueren más personas se convierte en una suerte de álter ego del guionista y director, continuando -con las distancias geográficas, temporales y generacionales del caso, por supuesto- esa honrosa tradición que cultivaron los Woody Allen y los Nanni Moretti.
Ya en el primer plano del film nos enteramos de que David es abandonado por su novio en medio de un ataque de llanto y desesperación cuando se encontraban en un paradisíaco enclave turístico. Y nuestro antihéroe, que está radicado en Italia con una beca para una maestría en Comunicación, deberá regresar poco después de urgencia desde Roma para asistir al funeral de su tío Pocho. El reencuentro con su madre (Rita Cortese) y el resto de sus familiares y amigos será más bien tenso.
Neurótico, torpe, vehemente, voraz e inconformista, este treintañero siente que nada le sale del todo bien, que está siempre en el lugar y el momento equivocados, ya sea a la hora de tomar una pastilla para dormir antes de un vuelo, de darle un beso al profesor de manejo, de inventar un percance para seducir al vecino de al lado o de conducir luego de haber sacado finalmente el registro.
La película tiene el raro mérito de hacer que las cosas en apariencia más mundanas como un entierro o una cena de Pésaj adquieran dimensiones inusitadas, mientras al mismo tiempo se aborden cuestion es de enormes dimensiones e implicancias emocionales como la eutanasia (a su padre lo mantienen vivo con un respirador artificial) con naturalidad y practicidad, sin solemnidades.
Entre tantos protagonistas entrañables y empáticos hasta lo demagógico que abundan en el cine contemporáneo, el David de Said es un personaje lleno de matices, de contradicciones, de traumas y obsesiones que por momentos resulta incómodo y hasta irritante. En sus estrategias no siempre demasiado cerebrales para transitar su crisis existencial es capaz de reaccionar con excesos caprichosos e impulsivos o incluso de cometer pequeñas maldades.
A pesar de eso (o precisamente por eso), Los domingos mueren más personas tiene varias zonas y capas que la hacen atractiva y emotiva. Una tragicomedia que hace honor al término, ya que encuentra irrupciones de bienvenido humor absurdo (con algo del cine de Martín Rejtman) incluso en los momentos más trágicos. El cine de Said en toda su dimensión, en constante profundización y evolución.
ENTREVISTA AL DIRECTOR IAIR SAID
-Luego de tus premiados cortos y de un largometraje en plan de diario personal como Flora no es un canto a la vida llegás al largo de ficción. ¿Cómo surgió la idea, cómo se gestó Los domingos mueren más personas y lo ves como parte de un proceso, una continuidad de los trabajos previos?
-Los domingos mueren más personas la escribí hace justo 9 años, casualmente en el viaje a Cannes 2015. Estaba atravesando un proceso familiar muy duro con la enfermedad de mi papá. Años más tarde, falleció. Pero así como la escribí en ese viaje, la dejé. Mis proyectos nacen siempre de una necesidad. Mi primer corto, 9 vacunas, fue por la necesidad de actuar y expresar una sensación y eso se repite en el resto de mis trabajos. Esa es la continuidad que les encuentro a todos. Son el resultado de procesos por lo que atravieso y no puedo ponerlos palabras de otra manera. Esta película retrata el dolor, el miedo a la soledad, a enfrentar la muerte y el sentirse perdido. Creo que en todo los films anteriores intenté contar más o menos lo mismo, pero proyecto tras proyecto esas búsquedas se van profundizando. Desde esa perspectiva es que me considero un "artista": necesito el arte, la escritura o las películas, como forma para expresarme y sanar o exorcizar mis temores.
-En todas tus películas estás vos o hay alter egos tuyos. ¿Sentís que tus historias solo pueden completarse si además de la dirección y el guion estás vos como protagonista?
-Me es más fácil escribir y dirigir sabiendo que yo estaré delante de cámara. Trabajo de director de casting y no puedo escribir una película sin pensar antes en quién ocupará ese rol. Si un actor o actriz me dice que no, me rompo la cabeza pensando cómo reemplazarlos, así sean personajes chicos. Escribo con los actores en la cabeza y me es más fácil pensarme como el protagonista de todo eso teniendo la certeza de que seré quien acepte el rol. Se me va el miedo de que el posible protagonista me diga que no. Además, las hago para tener trabajo de actor y ser protagonista de algo porque nadie me llama para actuar (risas).
-¿Te imaginás en un futuro dirigir con otros intérpretes al frente del elenco?
-Recién después de esta película me empezaron a surgir las ganas de dirigir otras cosas que no escriba yo y en las que quizá que no actúe. Antes me pasaba que quería poner toda la energía en proyectos míos. Todo lo otro me la sacaba. Sinceramente, me surge de manera genuina contar historias que me interpelan a mi. Por ahora, no se me ocurrió contar la historia de personajes que no pudiera interpretar yo, pero me encantaría que me pasara. Me encanta el proceso de dirigir a otros actores y actrices. En esta película fue algo peculiar. No tuvimos tantos ensayos, de hecho no me gusta ensayar, pero si hubo mucha charla con las actrices y mucho trabajo en conjunto. Con Rita Cortese nos entendimos desde el primer día. Dos años antes del rodaje le había enviado el guion y comenzamos a conocernos. Se entregó y confió de una manera muy generosa en un director novel, al igual que Antonia Zegers, la actriz chilena. Ambas tienen mucha trayectoria cinematográfica y se entregaron a un realizador que no conocían y terminamos armamos una cofradía que hoy siento será para siempre. Me ayudaron a narrar la historia que yo quería contar, tal cual la imaginaba, potenciando y llevándola a un lugar nuevo para mi. Lo mismo ocurrió con Juliana Gattas, que en su primera experiencia como actriz me dejó moldear como yo la imaginaba en función de lo que conocía de ella. Sí, me puedo imaginar dirigiendo cosas en las que yo no sea el protagonista, aunque en general si el personaje es hombre me gusta pensarlo para mi.
-Más allá de la alegría de estrenar en un festival como Cannes, ¿qué sensaciones te genera ir a la muestra más importante del mundo en un contexto como el actual, con el INCAA cerrado y el cine argentino paralizado?
-Creo que esa sensación colectiva de desamparo está tiñendo toda posibilidad individual de celebrar. Me es muy complicado estar alegre en este contexto. Agradezco muchísimo la posibilidad de estrenar en Cannes, pero la idea de pensar que esta podría ser de las últimas películas que se financia gracias al INCAA me desespera. No puedo pensar en mi película ni en mi carrera como un hecho aislado. Los domingos mueren más personas es el resultado del trabajo de muchos compañeros que se formaron gracias a otras películas financiadas por el INCAA y la película en sí es una más entre otras tantas que le debemos esa concreción. Es peligrosísima la idea de que desaparezca la industria. Me parece bien que se intenten mejorar las cosas. Siempre apoyaré eso. Pero todos los países del mundo tienen su instituto de cine.
Soy de los afortunados que puede trabajar en plataformas de streaming, pero me niego a pensar que no habrá posibilidad de seguir trabajando en proyectos más chicos, fuera de lo privado, de donde emergen talentos, figuras y técnicos de primer nivel que representan a nuestro país en todas partes del mundo. El INCAA se encargó de que todos tuviéramos los mismos derechos y posibilidades para llevar a cabo una película. Con la desaparición de asa posibilidad, los únicos que podríamos llevar a cabo las películas son los que tenemos contactos con empresarios privados y así dejaría de ser un cine democrático para convertirse en uno más elitista y que se mueve solo por intereses. Para dar un ejemplo concreto, fui unos de los directores de casting de La sociedad de la nieve, film de J.A. Bayona para Netflix. A muchos de los actores que trabajan en la película los conocimos gracias a proyectos financiados por el INCAA. La idea de pensar que cerrando el INCAA y eliminando puestos de trabajo estaríamos ayudando al país es completamente falsa, tendenciosa y con una finalidad de desculturalización gravísima. Lo único que se conseguirá con esto son miles de familias más sin trabajo. Las películas no son solo los 10 actores famosos de este país. Son un equipo técnico, son cocineros y cocineras, son choferes, son costureros, son guardias de seguridad, son guionistas. Hay una negación en no querer reconocer eso. Confío en un país que apoya el talento local, que lo incentiva y lo potencia. Sea un artista, un deportista, un científico, un chef. Creo que los países deben apoyar y ayudar a crecer a sus ciudadanos. Eso ineludiblemente le va a traer beneficios, no solo económicos, sino sociales y de desarrollo integral.
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