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Cómo es “Lance”, el nuevo documental de la serie “30 For 30” de ESPN sobre Lance Armstrong

Tras el boom de El último baile (The Last Dance), se estrenó en EE.UU. la primera parte (de dos) sobre el ascenso, apogeo y caída de quien fuera el ciclista más popular del planeta hasta que su carrera se derrumbó por doping.

Publicada el 26/05/2020



Actualización: ESPN informó que la primera parte de Lance se estrenará el miércoles 17 de junio, a las 22, en ESPN2 y ESPN Play, mientras que la segunda se lanzará el miércoles 24 de junio, también a las 22, y en las mismas señales.


Lance Armstrong no es Michael Jordan. El ciclismo no es la NBA. Lance no es El último baile (The Last Dance). Y la nueva entrega del ciclo ESPN 30 For 30 no dura casi 10 horas sino poco más de tres. Hechas las aclaraciones y las salvedades correspondientes, hay que decir que el documental dirigido por Marina Zenovich, talentosa realizadora quien ya ha hecho retratos sobre Robin Williams, Richard Pryor, David Lynch y varios sobre Roman Polanski, no deja de ser valioso y en varios momentos apasionante.

Está claro que no tiene el mismo nivel de archivo, la multiplicidad y calidad de testimonios (aunque también hablan quienes fueron sus compañeros, rivales, entrenadores, sponsors, familiares y periodistas que cubrieron los hechos) ni el alcance o las dimensiones de El último baile, pero creo que a Lance hay que compararlo con el resto de los episodios de 30 For 30 y no con el que seguramente sea uno de los 10 mejores documentales deportivos de la historia.

En la primera entrega (la segunda se emitirá en ESPN Estados Unidos el próximo domingo 31 de mayo) el eje pasa, claro, por los largos monólogos de Lance Armstrong, el famoso ciclista que conquistó al mundo tras ganar de manera consecutiva 7 Tours de Fance (la principal carrera del calendario anual) entre 1999 y 2005 y luego fue despojado de todos sus títulos tras comprobarse que había incurrido en un doping sistemático con EPO (eritropoyetina), una hormona que sirve para que los músculos dispongan de más oxígeno para el mantenimiento de la intensidad en los esfuerzos durante un mayor período de tiempo, retrasando así la aparición de la fatiga. “Todo sea por más glóbulos rojos”, podría llamarse ese fragmento de un deportista que contrató al polémico médico italiano Michele Ferrari para que ideara y administrara sus trampas.

Armstrong, hoy de 48 años, asegura desde el comienzo que va a contar su verdad, su versión de los hechos y -más allá de detalles- su confesión a cámara parece bastante convincente. Al menos cuenta con lujo de detalles cómo fue incursionando, desde que se inició como profesional en 1993, a los 21 años, en distintas variantes de inyecciones de vitaminas hasta que él (y buena parte de los corredores de la época) adoptó de forma permanente el dopaje para esfuerzos extremos como los del Tour de France.



En la primera escena un Armstrong bastante altivo y desafiante cuenta a bordo de un auto cómo ha llegado a un acuerdo extrajudicial con el gobierno de los Estados Unidos para pagar (devolver) 5 millones de dólares y evitar así una demanda por 100 millones. Es que Armstrong no solo fue un ídolo para millones de norteamericanos sino que hasta su equipo era patrocinado por el US Postal Service (el servicio postal), aunque el mismo era supervisado por el belga Johan Bruyneel (otro de los testimonios interesantes que aparecen).

Puede que para los expertos en ciclismo la serie documental no aporte demasiadas revelaciones, ya que el propio Lance admitó buena parte de sus mentiras y engaños en la ya famosa entrevista con la estrella televisiva Oprah Winfrey cuando el escándalo se desató en 2012 -muchas aparecieron también en The Armstrong Lie (2013), de Alex Gibney-, pero verlo a él en cámara y con un documental que reconstruye su historia llena de tragedias y glorias (una madre que lo tuvo con solo 17 años, un padre que lo abandonó y al que nunca volvió a buscar, un padrastro como Terry Armstrong del que tomó su apellido y que se convirtió en un impulsor exigente hasta lo sádico y abusivo de su carrera deportiva, sus inicios como joven prodigio del triatlón, su transición hacia el ciclismo, la detección en octubre de 1996 de un cáncer testicular con metástasis pulmonares y cerebrales que casi termina con su vida, su sorprendente regreso a los primeros planos tras vencer a la enfermedad y convertirse así en el paradigma del triunfador que tiene una segunda oportunidad) no deja de ser fascinante.

De su primer contrato anual de apenas 18.000 dólares en 1990 (y de 24.000 en la segunda temporada) a convertirse en un magnate (vemos su mansión en Austin, Texas, a la que se llega por lancha), Armstrong construyó y vendió una épica que terminó desmoronándose cual castillo de naipes a partir de 2012. Fue, sí, un ciclista extraordinario (nadie gana tantas competencias aún con ayudas externas), pero de ejemplo e ídolo mundial pasó a ser poco menos que un paria, aunque en un momento se lo ve yendo a recibir en la actualidad un premio en un evento VIP de Los Angeles.

La primera confesión que hace Armstrong en el documental es que siempre lo persiguió el temor de que la gente en la calle lo parara para insultarlo. Y, cuando efectivamente se le acercaron para decirle “Fuck you!”, su reacción fue muy distinta a la que él mismo esperaba. No es cuestión de creerle o no (aunque uno como espectador y “juez” está todo el tiempo sopesando la verosimilitud de sus respuestas), porque Lance es, efectivamente, SU verdad, no LA verdad, aunque en varios pasajes SU y LA verdad puedan coincidir. Se trata de un personaje interesante pero también inquietante, por momentos inescrutable. Como bien dice en determinado pasaje el director del U.S. Postal Service Pro Cycling Team, el belga Bruyneel, “los estadounidenses que se dedican al ciclismo son todos tipos muy extraños. Lo normal es que los jóvenes elijan el básquet, el béisbol, el fútbol americano; si te dedicás al ciclismo sos alguien decididamente raro, que claramente no ha encajado en lo social”. Una definición que le calza a la perfección a este héroe caído, este astro del deporte convertido en villano llamado Lance Armstrong.


Más información:

-Crítica de Icaro / Icarus, de Bryan Fogel (Netflix), sobre el dopaje en el deporte de alta competencia






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COMENTARIOS

  • 14/06/2020 14:24

    A LANCE ARMSTRONG LO CRUCIFICARON PORQUE SE DOPABA, Y A MARADONA SE LO VENERA Y SIEMPRE JUGABA DOPADO

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