Festivales
Con lo nuevo de Frank Beauvais, Jean-Gabriel Périot y Alexander Zolotukhin el Forum consolida una notable edición - #Berlinale2019
-El Forum -sección paralela dedicada al cine más arriesgado y experimental- es desde siempre el bastión cinéfilo de Berlín. Este año -frente a una competencia en general poco estimulante- su lugar de resistencia tiene una importancia aún mayor.
-Actualización: sumamos la reseña de Die Kinder der Toten, ganadora del Premio FIPRESCI entre los títulos de este apartado.
-Ne croyez surtout pas que je hurle (Francia/75’), de Frank Beauvais ★★★★½
Frank Beauvais realiza un diario cinematográfico de su vida entre abril y octubre de 2016. En ese lapso, en el que vivía en Alsacia (un ámbito tan retrógrado y conservador como odioso para el realizador), su devenir se restringía a unas pocas visitas de amigos, alguna salida con su madre y a ver muchas películas, de todos los tiempos y géneros (más de 400, según comenta).
El mecanismo ideado por Beauvais consiste en montar breves secuencias de esas películas (en general, no más de 10 ó 20 segundos) mientras su voz en off discurre sobre su particular momento, sus ideas sobre el cine y la política francesa, sobre lo extraño y ajeno que siente al lugar en el que habita, sobre la relación con su padre (que terminó viviendo con él allí y muriendo mientras miraban una película, quizás lo único que compartieron en su vida), su elección sexual, la relación con su madre. El relato es arrullador e hipnótico. Y las imágenes, irreconocibles separadas del contexto que las contenía, cobran otra significación y valor. El contrapunto, el acento, el humor y el sinsentido son algunos de los caminos que toma la relación entre esas imágenes y la narración que escuchamos. Cada tanto, un breve fundido a negro sirve de separador para cambiar de tema, para ir y volver en el tiempo.
Cuando, en los títulos finales leemos el listado interminable de películas cuyos fragmentos fueron utilizados, la sensación de estar asistiendo a un prodigio de creación se multiplica. Hemos visto la mayoría de ellas y, sin embargo, sólo un puñado de ellas son reconocibles en el momento. Beauvais, enfermo incurable de ese mal que conocemos como cinefilia, se alimenta de cine, se apropia de las películas y regurgita esta obra personal, única, emotiva y, sí, extenuante.
-Nos défaites (Francia/94’), de Jean-Gabriel Périot ★★★★✩
El director de la recordada Un jeunesse allemande colaboró entre mayo y junio de 2018 con 10 estudiantes de una clase de cine en una escuela de Ivry-sur-Seine (Francia), en un proyecto que unía cine y política. Los estudiantes trabajaron de los dos lados de la cámara, volviendo a filmar escenas de huelgas y diversas disputas laborales de películas de las décadas del '60 y '70 del siglo pasado (de Jean-luc Godard a Alain Tanner). Nos défaits pendula entre los ensayos y rodajes de esas escenas y momentos en los que el realizador dialoga con los estudiantes, preguntándoles sobre ideas y conceptos como “clase”, “huelga” o “sindicato”.
Película que retrata un proceso formativo al fin, llama la atención el compromiso y los resultados en la reconstrucción de esas escenas con el desconocimiento o las particulares posturas expresadas por los estudiantes en relación con la actualidad política que los rodea. La posibilidad de actuar bien esas luchas (de poder filmarlas) no se condice necesariamente con algún tipo de compromiso más allá del proceso creativo. Sin embargo, Périot nunca se pone en una postura de superioridad moral, no pretende bajar línea a los estudiantes (ni a nosotros). Hay muchos momentos muy divertidos, respuestas disparatadas y un grado de ignorancia que hace que algunas respuestas rocen el nonsense, pero la película siempre retrata con cariño y empatía a sus protagonistas.
¿Cuánto habrá de ficción y cuánto de documental? Queremos creer que esto último se impone cuando en la emocionante coda final vemos que la construcción del aprendizaje ha rendido sus frutos, al ver la reacción de los estudiantes ante sucesos acaecidos una vez terminado el trabajo.
-Malchik Russky / A russian youth (Rusia/72’), de Alexander Zolotukhin ★★★★✩
Algo así como dos tiempos y espacios distintos conviven en esta sorprendente ópera prima (sorprendente por lo que propone y por el nivel de manejo de las herramientas cinemáticas para una primera película). Por una parte vemos (y escuchamos) los ensayos de una orquesta de obras de Sergei Rachmaninoff (Piano Concerto N° 3 Op. 30 y Danzas sinfónicas Op. 45). Por otra, la acción, ahora retratada con colores más desvanecidos, con un grano más grueso, nos transporta a la Primera Guerra Mundial. Imágenes y sonido se enciman, se confunden, se contaminan, forman un continuo que lleva a poner en cuestión lo antes dicho en relación a tiempos y espacios diversos.
El trabajo realizado en relación con la reconstrucción de la primera gran guerra es tan perfecto como sutil. Lejos del lustre presuntuoso al que nos tienen acostumbradas esas reproducciones en las que un grupo de gansos siempre tiene que cruzar la pantalla para dar cuenta de la continuidad de la vida y del ámbito bucólico, el nivel de detalle en una construcción que imaginamos más cercana a la realidad es tan pertinente que nos damos cuenta de su calidad porque nada molesta, nada llama la atención. En este relato un joven soldado pierde la vista por no saber protegerse adecuadamente de los gases lanzados por el enemigo alemán (nadie le indicó cómo debía cuidarse de ellos), pero puede seguir en el Ejército manejando una increíble maquinaria que permitía escuchar con algo de tiempo la llegada de aviones prestos al ataque. Sólo esa máquina (¡que efectivamente existía y fue reconstruida para esta película!) justifica la visión de esta película sin tiempo, tan difícil de encasillar como anómala y única.
La música dialoga con las imágenes, las invade y multiplica su potencia. El director, del que sólo sabía que había presentado hace un par de años un corto en Locarno, ha sido discípulo de Alexander Sokurov. Y se nota.
-Die Kinder der Toten (Austria/90’), de Kelly Copper y Pavol Liska ★★★★✩
Frente a lo que podía llevar a pensar el prejuicio ante la transposición al cine de la novela de Elfriede Jelinek (La pianista, o La profesora de piano, en la versión que conocemos de Michael Haneke), The children of the dead en una producción de Ulrich Seidl (Import/Export, la trilogía Paraíso, la terrible Safari), Die Kinder der Toten (efectivamente, Los niños de los muertos) está cargada de humor; y lo cierto es que éste no es particularmente cruel. La película, dirigida a cuatro manos por la estadounidense Kelly Copper y el eslovaco Pavol Liska, parte efectivamente de la idea de los muertos vivos; idea que, al situarse en la Estiria austríaca, es el territorio perfecto para volver sobre el pasado nazi.
Jugando con imágenes filmadas en Súper 8, los tiempos se cruzan y los límites también. Adoptando (o adaptando, sería más correcto) la dinámica y las formas del cine silente, escuchamos el sonido ambiente mas no las voces de los protagonistas, cuyas líneas de diálogo descubrimos en intertítulos. Actores no profesionales y formatos diversos dan a la película una textura que dialoga con las filmaciones caseras y el cine B, lo que le cuadra perfectamente al acercamiento a un pasado oscuro y al género. Muertos que reviven, momentos musicales, un micro de turistas holandeses (muy identificables por sus inconfundibles pelucas rubias), todo puede ser materia de humor en el que el bajo presupuesto en modo alguno se confunde con la lógica del todo por dos pesos.
Formal y temáticamente la película está poblada de hallazgos que corren los límites, que sorprenden y, efectivamente, funcionan en el terreno del humor. Sólo para dar un ejemplo, el juego de palabras entre Styria (Estiria) y Syria (Siria), abre las puertas para un sinnúmero de salvajes, incorrectas pero muy pertinentes pinceladas sobre la migración, discriminación y unas cuantos e hipócritas lugares comunes ligados con estos temas. En fin, que hay que atreverse a reírse con un “colectivo de poetas sirios que pasan hambre”, por más claro que esté aquello de lo que en realidad se están riendo.
Más información sobre OtrosCines/Club
COMENTARIOS
-
SIN COMENTARIOS
DEJÁ TU COMENTARIO



FESTIVALES ANTERIORES
Críticas breves de tres valiosos films distinguidos por los jurados de sus respectivas secciones.
-Este sábado 12 de abril se entregaron en La Usina del Arte las distinciones de la vigésima sexta edición del festival porteño.
-LS83 obtuvo el Premio Ciudad de Buenos Aires al mejor largometraje nacional en todas las competencias.
-La virgen de la Tosquera logró el Gran Premio del Jurado de la Competencia Internacional; y Bajo las banderas, el sol, el de la Competencia Internacional.
Cierre de la trilogía iniciada con 36 horas (2021) y Cuando oscurece (2022).
El nuevo film de Seles ganó el Premio Especial del Jurado de la competencia dedicada a lo nuevo del cine nacional.