Columnistas
La cifra impar (Sobre mujeres directoras en el cine argentino)
Por Griselda Soriano y Luciana Calcagno
Un minucioso análisis estadístico sobre la minoritaria participación femenina en la realización.
En las últimas semanas se estrenaron varias películas dirigidas por mujeres que fueron, en mayor o menor medida, elogiadas por la crítica por su calidad y diversidad: El futuro perfecto, de Nele Wohlatz; Hoy partido a las 3, de Clarisa Navas; Alanis, de Anahí Berneri; Temporada de caza, de Natalia Garagiola; La novia del desierto, de Cecilia Atán y Valeria Pivato; y, por supuesto, Zama, el esperadísimo regreso de Lucrecia Martel, sin duda la realizadora argentina más importante de las últimas décadas. Además, Temporada de caza ganó el Premio del Público SIAE en la Semana de la Crítica en Venecia, Alanis cosechó tres premios en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián -Concha de Plata a la Mejor Dirección para Berneri, Concha de Plata a la Mejor Actriz para Sofía Gala Castiglione y Premio Cooperación Española para los productores Berneri, Laura Huberman y Diego Dubcovsky-, mientras que Zama será la representante de Argentina en los premios Oscar y Goya.
En este contexto -aparentemente- favorable para las realizadoras de nuestro país, se nos ocurrió preguntarnos por el rol de la mujer en el cine argentino. ¿Cuál fue, históricamente, el lugar que ocuparon las directoras en el campo cinematográfico local? ¿El cine argentino fue siempre tan igualitario o este es un fenómeno contemporáneo? Y lo más importante: ¿es realmente igualitario o se trata, más bien, de una sensación?
Para establecer un recorte, elegimos centrarnos en las directoras mujeres y su lugar en el cine argentino durante los últimos diez años. Queda pendiente, entonces, investigar qué ocurre con el resto de las áreas involucradas en la realización de una película, así como también en la distribución, la exhibición, la programación, e incluso la crítica, el periodismo, la investigación y la docencia en el ámbito audiovisual (una primera aproximación puede encontrarse en este artículo de Clara Kriger). Sería también interesante analizar si la brecha salarial existente en casi todos los trabajos del mundo afecta también a nuestra industria.
Encontramos que en el mundo audiovisual en general existe -como en tantas otras actividades- una desigualdad que no debe ser naturalizada ni sepultada bajo un conjunto de buenas excepciones. Para visibilizarla nos proponemos, a través de un pequeño repaso histórico, primero, un análisis de cifras y una comparación con lo que sucede en otros países del mundo, hacer un breve y humilde recorrido por el rol de las mujeres en la industria.
Esperamos, a través de la información aquí aportada, poder clarificar algunas ideas y unos cuantos malentendidos, y que se empiece a considerar que, también en el audiovisual, nuestras políticas públicas deben ser más inclusivas.
Aclaramos, desde ya, que en este texto no nos interesa analizar a las directoras desde un punto de vista estético, ni su sensibilidad, ni su supuesta “mirada femenina” o la falta de tal cosa; es simplemente un estudio basado en datos y números que hablan, prácticamente, por sí solos.
La historia la escriben los que ganan
Casi ningún libro dedicado a la historia del cine argentino hace referencia a la inmensa desigualdad de género que existe en el área de dirección, y ese dato es más que significativo. Para contrarrestarlo, comencemos con una cifra impactante: entre 1917 y 1980, solo 10 largometrajes argentinos fueron dirigidos por mujeres. Diez películas en ¡63! años. Emilia Saleny (la primera directora argentina de la que tenemos noticias) y María B. de Celestini fueron las pioneras del período mudo; después, hasta el estreno de Las furias (1960) de Vlasta Lah, nada. En la década del '60, con la emergencia de un cine independiente, realizado al margen de una industria a esas alturas en crisis, varias realizadoras debutaron en el cortometraje: Paulina Fernández Jurado, Lita Stantic (quien se convertiría en una figura capital para el cine argentino en su rol de productora), Eva Landeck, Irene Dodal, Mabel Itzcovich, María Esther Palant, y, en una vertiente más experimental, Narcisa Hirsch y Marie Louise Alemann. También en esa época empezaron a trabajar las pioneras del cine etnográfico Ana Montes y Mabel Prelorán. A comienzos de los ‘70, debutó en cine María Herminia Avellaneda, cuya carrera como realizadora había comenzado en la TV. Y en 1981 estrenó su primer largometraje María Luisa Bemberg, quien contribuyó enormemente a cambiar las reglas del juego: directora de una de las películas más taquilleras de la época, Camila (1984), y feminista declarada, Bemberg fue la primera realizadora argentina en alcanzar cierta continuidad en su carrera.
Clara Zapettini, Silvia Chanvillard, Carmen Guarini, Jeanine Meerapfel y María Victoria Menis son otros de los nombres que debutaron en los ‘80 y principios de los ’90; también en ese período Stantic estrenó su único largometraje como directora, Un muro de silencio (1993). Y después, la explosión: a partir de mediados de los ‘90, el cine nacional comenzó a transformarse gracias a factores tan diversos como la “Ley de Cine” de 1994, el avance de las nuevas tecnologías, la emergencia de numerosas escuelas y festivales, y los fondos de financiamiento internacional, entre otros factores. Con la irrupción del llamado Nuevo Cine Argentino estrenaron sus primeras películas varias figuras clave: Lucrecia Martel, Albertina Carri, Celina Murga, Ana Katz y Anahí Berneri, entre otras. Comenzó entonces el proceso de (relativa) democratización que aún continúa, y que permitió que en los años siguientes más mujeres debutaran en la dirección: Lorena Muñoz, Virna Molina, Lucía Cedrón, Vera Fogwill, Tamae Garateguy, Verónica Chen, Mariana Arruti, Natalia Smirnoff, Milagros Mumenthaler, Laura Citarella, Lucía Puenzo, Nele Wohlatz, Clarisa Navas, Natalia Garagiola, por mencionar solo a algunas. De hecho, hoy, para muchos, esa desigualdad histórica de la que hablábamos en un principio ya no parece ser un problema. Es hora de pasar, entonces, a los números.
Mujeres que trabajan
-
Año
Estrenos
Dirigidos
por mujeresCodirigidos
2007
100
11
7
2008
83
19
1
2009
96
8
4
2010
131
19
6
2011
132
10
3
2012
146
13
7
2013
169
18
7
2014
174
32
7
2015
188
26
9
2016
200
24
9
2017*
144
31
3
TOTAL
1563
211
63
* hasta septiembre inclusive
Fuentes: Elaboración propia sobre datos de Fiscalización del INCAA, Ultracine y Bettendorf y Pérez Rial (2014)
Si miramos las cifras de la última década, notaremos que las películas dirigidas por mujeres han representado, en los años más prolíficos, poco más del 20% de los estrenos nacionales. De las 1563 películas nacionales estrenadas a lo largo de los últimos diez años, sólo 211 fueron dirigidas por mujeres; es decir, apenas el 13,49%.
Estas cifras, ya de por sí poco alentadoras, se vuelven más desoladoras cuando empezamos a considerar otras variables: por ejemplo, ninguna de las diez películas más vistas de la década fue dirigida por una mujer. La que más cerca estuvo fue Lorena Muñoz con Gilda, no me arrepiento de este amor (2016), en el puesto 13:
Películas más vistas 2007-2017
1- Relatos salvajes (Damián Szifrón, 2014)
2- El clan (Pablo Trapero, 2015)
3- El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009)
4- Metegol (Juan José Campanella, 2013)
5- Me casé con un boludo (Juan Taratuto, 2016)
6- Corazón de león (Marcos Carnevale, 2013)
7- Mamá se fue de viaje (Ariel Winograd, 2017)
8- Un novio para mi mujer (Juan Taratuto, 2008)
9- Tesis sobre un homicidio (Hernán Goldfrid, 2013)
10- El fútbol o yo (Marcos Carnevale, 2017)
11- Dos más dos (Diego Kaplan, 2012)
12- Séptimo (Patxi Amezcua, 2013)
13- Gilda, no me arrepiento de este amor (Lorena Muñoz, 2016)
En los “top ten” anuales de los últimos diez años, encontramos apenas una o dos películas dirigidas por mujeres; en ocasiones, ninguna.
Sabemos que la taquilla no es el único factor a tener en cuenta a la hora de pensar el campo cinematográfico, y que incluso para considerarla habría que considerar otros parámetros (por ejemplo, el promedio de espectadores por copia); sabemos que existen modos de producción, distribución y exhibición alternativos igualmente relevantes, que no toda película requiere convertirse en una superproducción y que no toda directora tiene como objetivo la industria. Nada de eso hace que una película sea más o menos “valiosa”. Es cierto que desde hace ya más de una década el cine está viviendo un proceso de democratización que hizo posible que muchas realizadoras concretaran de forma independiente proyectos que de otro modo no se habrían llevado a cabo. Pero el hecho de que buena parte de las películas dirigidas por mujeres sean independientes, de bajo presupuesto y “salida” pequeña plantea no pocas preguntas (otros temas que sería interesante investigar en detalle: ¿qué tipo de financiación y cuánto presupuesto tienen las películas dirigidas por mujeres? ¿Cómo es su distribución y exhibición?). No hay que olvidar que lamentablemente, como ocurre con las personas, no todas las películas nacen iguales.
Hace rato que la discusión sobre la democratización del cine parece haber pasado de la producción a la distribución y exhibición, pero en el caso de las mujeres parece que todavía hay mucho por hacer para que dirigir un proyecto sea algo más accesible de lo que es hoy. Pero ¿cómo?
Otro horizonte es posible: los casos de Suecia y Canadá
En 2013, Anna Serner, la directora del Instituto de Cine sueco, presentó el programa titulado Towards a Gender Equal Film Production, una verdadera política estatal destinada a achicar la brecha de género, con una metodología interesante: a cada argumento sobre la “imposibilidad” de la igualdad de género en el cine, el Instituto respondía con una acción. Así, por ejemplo, ante la aparente “escasez” de mujeres en el cine, lo primero que hicieron fue visibilizarlas a través de esta página, un gran catálogo de las mujeres en la industria sueca, con su currículum y contacto; ante la hipótesis de que las mujeres no logran filmar más allá de sus óperas primas, creó Moviement, un programa de mentorías en el que realizadoras más experimentadas comparten su experiencia con las más jóvenes; para responder a la suposición de que pocas mujeres quieren ser directoras, proyectan estrategias a favor de la igualdad en instituciones educativas, festivales, y otros espacios frecuentados por las futuras cineastas. Otro eje fundamental de estas políticas es la investigación: de manera periódica se cuantifica y analiza la estructura de la industria y el porcentaje de mujeres que participan de ella. El caso sueco demostró resultados sorprendentes: de 2013 a 2014, el porcentaje de directoras pasó del 35 al 50%.
En Canadá, tras un estudio que determinó que las directoras sólo representaban el 17% durante 2014, el CEO del NFB se comprometió a alcanzar la paridad de género, destinando un 50% de la financiación a proyectos de mujeres. En lo concerniente a la pantalla chica, el programa 2xMore, iniciativa de Women in View, tiene como objetivo duplicar el número de mujeres directoras de TV en dicho país.
Todo parece indicar que el mundo del cine (como el mundo en general) nunca se “equilibra” solo: ante el peligroso discurso de la meritocracia (“las directoras que hacen buenas películas no tienen ningún obstáculo para trabajar, no hay necesidad de intervenir”), casos de éxito como estos responden con una serie de medidas concretas, enmarcadas, por supuesto, en una serie de políticas destinadas a reducir la brecha de género en general.
Abrir puertas y ventanas
Para no irnos tan lejos como Suecia o Canadá, basta con mirar a Brasil. La Agencia Nacional del Cine de Brasil (ANCINE) -equivalente a nuestro INCAA- realizó primero un mapeo de los años 2007 a 2015 y luego un estudio de 2015 a 2016, en el que los números son parecidos a los nuestros: sólo el 20,3% de los films fueron dirigidos por mujeres, y de los diez más vistos el año pasado solo dos tienen una directora mujer. Y es que no se puede comenzar a trabajar a favor de la igualdad si no se sabe realmente de dónde se parte. Hay algo realmente importante a la hora de empezar a elaborar políticas públicas: tener a mano la información. No somos Suecia ni Canadá, está claro, pero para comenzar a pensar a dónde queremos llegar, al menos podríamos comenzar por hacer un estudio sistematizado que permita cuantificar la situación. Lamentablemente, en Argentina ni siquiera disponemos de estas cifras de modo oficial. Se puede (como hicimos nosotras) hacer cuentas de manera “artesanal”, tras un largo rato recopilando viendo números. Pero no es la idea. De ahí que pensar en políticas públicas que permitan paliar una situación desigual en nuestro país es, por el momento, casi una utopía.
Los únicos antecedentes locales, en ese sentido, surgieron a partir del trabajo de la asociación pionera La Mujer y el Cine, que bregó desde sus comienzos por la inclusión de las mujeres en la industria. Creada en 1988 por Maria Luisa Bemberg, Lita Stantic, Sara Facio, Beatriz Villalba Welsh, Susana Lopez Merino, Gabriela Massuh y Marta Bianchi, con el objetivo de -en sus propias palabras- “estimular a las mujeres a ejercer roles de liderazgo en el cine” y colaborar con la difusión y legitimación del trabajo de las directoras.
La asociación lleva organizando desde ese entonces una serie de festivales, muestras, focos y concursos por los que pasaron buena parte de las realizadoras más importantes del panorama local. Además, de 1996 a 2006, estuvieron a cargo de la sección homónima del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
Pero La Mujer y el Cine no se centró solamente en la exhibición: en 1997 impulsó la creación del concurso Ópera Prima Mujer, financiado por el INCAA, que ganó Paula Hernández para filmar Herencia (2001). El concurso no volvió a realizarse hasta 2007, cuando por iniciativa de María Lenz, entonces vicepresidenta del INCAA, y bajo la coordinación de Marta Bianchi, se anunció el programa federal Encuentro en el cine, que incluía, además del relanzamiento de Ópera Prima Mujer, la realización del IX Concurso Nacional de Cortos La Mujer y El Cine y un ciclo de exhibición y debate sobre problemáticas de género. El proyecto ganador de esa edición fue Nosilatiaj. La belleza, de Daniela Seggiaro. Lamentablemente, la convocatoria no volvió a lanzarse.
Es llamativo que el INCAA, habiendo tenido dos presidentas mujeres (Liliana Mazure y Lucrecia Cardoso) no haya planteado en esos años como política prioritaria (y ni siquiera secundaria) el tema de la igualdad de género.
El futuro que viene
Comenzamos este texto destacando el estreno de una serie de películas dirigidas por mujeres que tuvo lugar en las últimas semanas. No fueron pocas las notas que se lanzaron a proclamar, a raíz de esto, que nuestro país es poco menos que un paraíso para las cineastas. Pero si la situación fuera realmente igualitaria ¿se publicarían notas destacando lo que está sucediendo como algo excepcional? No recordamos ningún texto que resalte la cantidad de películas dirigidas por hombres (¡y eso que son muchísimas!). Por otra parte, ¿acaso el reconocimiento compensa la desigualdad? ¿Celebrar el indudable talento de una Lucrecia Martel “compensa” el hecho de que sólo el 20% de los estrenos nacionales sean dirigidos por mujeres? Tal vez sea momento de recordar que también la crítica es un campo donde los hombres han sido, históricamente, mayoría (y ni siquiera vamos a entrar en el tema de la supuesta “mirada femenina”; los prejuicios y lugares comunes sobre las representaciones de temas y personajes “masculinos” y “femeninos” por parte de realizadoras mujeres requerirían otro análisis). Cuidado: no estamos diciendo que esas u otras películas y directoras no merezcan ser destacadas; tampoco subestimamos su importancia como referentes (voluntarias o involuntarias) para otras cineastas, ni el hecho de que hablar de ellas contribuye a visibilizar el trabajo de las mujeres en el cine. Pero hay más de un problema en el salto deductivo que hace que del estreno de un puñado de películas, por más geniales que sean, se llegue a la conclusión de que no hay brecha de género en el cine argentino.
No es obligatorio mencionarlo en cada cosa que se escribe al respecto, es cierto, pero no se puede no tener presente cuál es el fondo del que se recorta el trabajo de estas realizadoras. No podemos más que desear que esto se convierta, verdaderamente, en una tendencia, y sabemos que la crítica y el periodismo son afectos a detectar (y crear) “movimientos”, pero hay que ser precavido con las conclusiones apresuradas. Sobre todo cuando existe el riesgo de presentar como certezas intuiciones dudosas, y cuando esas conclusiones no hacen más que generar la ilusión de una igualdad que no es tal y ocultan -aunque sea desde la buena voluntad y sin quererlo- una brecha que no requiere más que algunos cálculos para evidenciarse.
Pero queremos terminar este texto con una cuota de optimismo: en un clima general de toma de conciencia de las problemáticas de género, de la mano de los movimientos feministas que han ido cobrando fuerza en los últimos tiempos, han surgido algunas iniciativas esperanzadoras en el campo cinematográfico local. Un ejemplo de esto son los informes y actividades organizadas por asociaciones como ADF (Autores de Fotografía Cinematográfica Argentina) y EDA (Asociación Argentina de Editores Audiovisuales) destinados a reflexionar acerca del trabajo de las mujeres en estas áreas y las problemáticas que enfrentan. Otro es la creación de trabajo de MUA, red federal de trabajadoras de los medios audiovisuales, que comenzó como un grupo de Facebook y ya llevaron a cabo dos Encuentros de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales, están preparando su 1º Muestra de Cortometrajes y organizándose para llevar adelante reivindicaciones vinculadas a los cupos laborales y el vacío legal que enfrentan las trabajadores de la industria al ser madres, entre varias otras cosas.
El camino hacia la igualdad de género en el mundo cine es larguísimo y lleno de obstáculos; a veces visibles, a veces invisibles. No hay duda de que en los últimos años las mujeres hemos ganado terreno, pero todavía hay mucho por hacer si queremos que el cine sea un terreno realmente igualitario. Con este artículo intentamos llevar a cabo una aproximación inicial a un tema complejísimo y lleno de aristas, visibilizar algunos de esos obstáculos, y aportar, desde nuestro humilde lugar, a un debate que recién comienza.
Bibliografía y fuentes:
-Bettendorff, Paulina y Pérez Rial, Agustina (Eds.) (2014), Tránsitos de la mirada. Mujeres que hacen cine, Buenos Aires: Libraria.
-Kriger, Clara (2014), “¿Cuántas somos en la producción de imágenes y sonido?”, en Cinémas d’Amérique Latine No.22, Toulouse: Association Rencontres Cinémas d’Amérique Latine (ARCALT) y Presses Universitaires du Mirail, p. 68-79
-Peña, Fernando Martín (2012), Cien años de cine argentino, Buenos Aires: Biblos.
-Rangil, Viviana (2005), Otro punto de vista. Mujer y cine en Argentina, Rosario: Beatriz Viterbo Editora.
-Infoleg
-Unpastiche.org
-Fiscalización del INCAA
-Ultracine
Sobre las autoras: El Club de las Cinco nació en julio de 2017 como un proyecto de cinco periodistas, entre críticas de cine y editoras, que buscaban una excusa para hablar de lo que más les gusta. Una vez por semana, entre picadas y vino, Luciana Calcagno, Micaela Berguer, Sol Santoro D'Stefano, Maia Debowicz y Griselda Soriano se reúnen alrededor de una mesa a discutir sobre películas y series con una mirada analítica pero desprejuiciada, seria pero entretenida, informada pero no aburrida.
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¡Hola, Pablo! Como decíamos más arriba, la verdad es que hay muchísimas directoras (por suerte, y a pesar de las cifras desalentadoras) que no fueron mencionadas en la nota, no por desmerecer su obra ni porque la consideremos menos valiosa (tampoco hubo ninguna intención de juzgar en esta nota), sino simplemente porque fue una enumeración a muy grandes rasgos. Las tuvimos en cuenta para las estadísticas (al menos a todas de las que teníamos datos fehacientes) pero en el cuerpo del texto nos fue imposible nombrarlas a todas por una cuestión de espacio. Ojalá algún día el cine argentino cuente con una base de datos completa, actualizada y accesible donde este tipo de información esté disponible para todo el mundo. Gracias por la lectura de buena fe.
Felicitaciones por la publicación de la nota y por la investigación que es muy seria. Sin ánimo de plantear suspicacias, porque errar es humano y en una larga lista puede haber omisiones sin mala leche, merece alguna mención Sandra Gugliotta por UN DÍA DE SUERTE
Buenisima nota, super clara y gran trabajo de recopilación hicieron
Excelente aporte, Fernando, ¡gracias! A algunas de ellas las teníamos en la mira, pero no pudimos conseguir datos firmes. Sabemos que en el período mudo filmaron más mujeres de las que aquí mencionamos (y seguramente otros tantos nombres se habrán perdido debido a la pérdida de material), pero al no tener información fehaciente, ni forma física de verificarlo en los tiempos de un artículo como este, decidimos quedarnos con las películas de las cuales sí teníamos datos de estreno y fuentes comprobables para evitar errores. Ojalá con el tiempo las investigaciones puedan ir completando los huecos; el nuestro es un aporte muy acotado y para nada concluyente. Néstor: nos concentramos en las mujeres directoras y con películas estrenadas hasta septiembre de este año inclusive, por eso no incluimos Tita de buenos aires, no porque tengamos la intención de ningunear a nadie; tampoco, como decía Diego, pudimos mencionar a todas las directoras que vienen trabajando en las últimas décadas porque por suerte son muchísimas. También hay muchas más directoras y películas de las que incluimos trabajando por fuera del circuito comercial, pero decidimos centrarnos en los estrenos para esta primera aproximación. Muchas gracias a todos por leer.
Estimadas Griselda Soriano y Luciana Calcagno, Felicitaciones por la investigación; y a Diego Batlle por la posibilidad de divulgar este artículo. Hago un comentario con respecto a las directoras que filmaron entre Emilia Saleny y Vlasta Lah, ya que hubo varias mujeres más que dirigieron películas además de María B. de Celestini. De hecho Argentina se caracteriza por ser un país con una alta producción femenina en los inicios del cine, lo que lamentablemente no ha sido tratado por la historiografía del cine argentino probablemente porque no haya tenido acceso a las películas ya que la mayoría se encuentran perdidas. Durante el período filmaron, además, Adelia Acevedo, Angélica Garcia de Garcia Mansilla, Antonieta Capurro de Renauld, Elena Sansinena, María Constanza Bunge Guerrico de Zavalía, Reneé Oro, Victoria Ocampo, entre otras. Saludos.
Muy interesante nota realmente, muy buen trabajo. Hay una nota muy buena en la página de Roger Koza, que puede leerse como complemento de ésta. Saludos
Ok Diego es valida tu explicación. El tema es que como lector de Otros Cines también es raro que la película de Costantini no figurase en "Próximos estrenos". Pero volviendo al análisis de tus colegas. Si se tratara de una directora que hace tiempo no filma o sin ningún proyecto a la vista hubiera sido comprensible y hasta lógico que no la nombraran, pero tratándose de alguien con varias películas en su haber y con otra a punto de estrenarse y que ademas despierta expectativas ! Justamente porque habla de una personalidad de la cultura popular como fue Tita Merrelo, "emblema de la mujer autodidacta". Alguien que a los 20 años no sabía leer ni escribir, y que con el paso de los años se convirtió en una de las mas grandes trágicas que tuvo la Argentina. Por lo menos es llamativo que no se le dedicara un párrafo a ella o al film de inminente estreno. Creo que hubiera sido mas honesto decir "No nos gusta ni nos interesa el cine que hace Teresa Constantini" "Nos gusta mucho mas lo que hace Lucrecia Martel, Celina Murga o Anahí Berneri. Igualmente esta todo bien ! No es mi intención crear polémica con este tema. Si mis palabras ofendieron o molestaron pido disculpas !
Néstor: ¿Eso es todo lo que tenés para decir de una investigación tan amplia y minuciosa? Las autoras no nombraron a TODAS las directoras del cine argentino que filmaron en los últimos años. Hubiese sido imposible (y aburridísimo). Hablar de ninguno y ruindad me parece un despropósito, además de injusto. Como director del sitio estoy orgulloso de haber publicado esta columna así como está.
Ni un solo comentario ! ni una sola mención ! para Teresa Costantini; que justamente por estos días está por estrenar una película sobre un personaje mítico ¡Y que ademas es mujer ! Sigan así que van muy ! Con ese nivel de ninguneo y de ruindad !!