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Tres críticas de “La larga noche de Francisco Sanctis”, de Andrea Testa y Francisco Márquez
-Ganadora de la Competencia Internacional del último BAFICI y seleccionada para la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, la ópera prima de ficción de Testa y Márquez es una inquietante, ominosa y alucionatoria transposición de la novela homónima de Humberto Costantini sobre un cuarentón de vida gris y sin compromiso político (notable trabajo de Diego Velázquez) que vivirá una noche de furia en plena dictadura militar.
-En este especial presentamos tres miradas sobre la película y una amplia entrevista a los directores.
La larga noche de Francisco Sanctis (Argentina/2016). Dirección: Andrea Testa y Francisco Márquez. Elenco: Diego Velázquez, Laura Paredes, Valeria Lois, Marcelo Subiotto y Rafael Federman. Guión: Andrea Testa y Francisco Márquez, basado en la novela homónima de Humberto Costantini. Fotografía: Federico Lastra. Edición: Lorena Moriconi. Dirección de arte: Julieta Dolinsky. Sonido: Abel Tortorelli. Distribuidora: Zeta Films. Duración: 76 minutos. Apta para todo público. Salas: 15 (Arte Multiplex Belgrano, Village Recoleta, Village Caballito, BAMA Cine Arte, Cinema City General Paz, Showcase Belgrano, Arteplex Del Parque, Showcase Norte, Village Pilar, Cinema Paradiso de La Plata, Showcase Córdoba, Showcase Rosario, Village Rosario, Cines Del Centro de Rosario y Village Mendoza).
Reseña 1, por Diego Batlle
El cine argentino, sobre todo durante la primavera alfonsinista y en la reciente era kirchnerista, incursionó hasta el hartazgo en la violencia política de la década de 1970. Por eso, cada nueva aproximación a aquellos nefastos tiempos de la dictadura militar obliga a las mismas preguntas de siempre: ¿Para qué? ¿Hay algo nuevo que decir?
Las respuestas en el caso de esta ópera prima de Testa y Márquez son afirmativas porque esta transposición de la novela homónima de Humberto Costantini publicada en 1984 escapa del péndulo historia de militantes-historia de militares para concentrarse en una noche de furia (con algo del Después de hora scorseseano) de un representante de esa “mayoría silenciosa” y cultor del “no te metás”.
En efecto, los primeros minutos nos presentan a Francisco Sanctis (impecable trabajo de Diego Velázquez) como un tipo común y corriente, bastante gris por cierto, un padre de familia tipo que alguna vez coqueteó con ser poeta y hoy es un sumiso “empleado del mes” que recibe el agradecimiento de sus jefes, pero nunca consigue el ascenso prometido.
Una noche (la larga noche a la que alude el título) es contactado por una misteriosa mujer que aparentemente fue un viejo amor dos décadas atrás y que dice ser ahora la esposa de un oficial de la Aeronáutica. Ella tiene los nombres de unas personas que son perseguidas por los militares. “Los van a buscar”, le dice. El, que no tiene ningún tipo de compromiso ni interés político, deberá decidirse entre hacerse el boludo una vez más o empezar a deambular por la ciudad nocturna y semivacía para intentar salvar esas vidas. El uso irónico de la canción Yo quiero tener un millón de amigos, de Roberto Carlos, funciona a la perfección en ese contexto personal y social.
Entre bares y cines, Francisco -un tipo que no es enteramente patético ni tampoco una persona del todo noble- vivirá en carne propia el miedo, será un reflejo, un símbolo de la paranoia reinante. Ominosa y alucinatoria sin necesidad de cargar las tintas, se trata de una película de climas, de sensaciones, de estados de ánimo con una impecable puesta en escena, una lograda reconstrucción de época y una notable actuación de Velázquez como el típico antihéroe que está en el lugar equivocado en el momento justo.
Reseña 2, por Josefina Sartora
Este film es notable porque –si bien es lo más nuevo del nuevo cine argentino- ni se acerca a los clichés tan remanidos de joven-que-se niega-a-crecer, o adolescentes-en-la-nada, o niños-ricos-aburridos, y tantos más. Esta película se anima a lo político! Y, a pesar de estar dirigido por dos novísimos directores, muy jóvenes, nacidos después de la dictadura, reflejan el clima que vivimos en aquella época con un realismo y dramatismo estremecedores.
Basado en la novela homónima de Humberto Costantini -militante, compañero de Haroldo Conti- la película relata un día -y sobre todo una noche- de Francisco Sanctis, un mediocre empleado de empresa que sueña con un improbable ascenso y tiene una vida tranquila con su esposa docente y sus dos hijos. Francisco es uno de aquellos que en los años '70 se animó a la militancia -palabra que hoy la han cargado de oprobio, pero que entonces significaba luchar por un mundo mejor y más igualitario- y también tuvo sus escarceos con la literatura. Pero cuando llegó la hora de mayor compromiso, se “abrió”, como tantos otros, que eligieron esa vida oscura y prefirieron no enterarse de lo que estaba ocurriendo alrededor, incluso entre sus propios amigos. Pero el destino… es ineluctable. Le llega a Francisco en la persona de una amiga de aquel período, quien le entrega inopinadamente una información sobre personas que van a ser “chupadas” esa noche. Allí comienza el largo calvario de Francisco, que intentará de uno y otro modo sacarse la responsabilidad de encima, pasar la información, no hacerse cargo una vez más.
Hace tiempo que venimos admirando la calidad de los actores de la escena argentina. Diego Velázquez confirma una vez más su ductilidad, en este caso para encarnar ese burgués pequeño pequeño con aire chaplinesco, cuya máscara de miedo y tensión no lo abandona jamás; Valeria Lois está maravillosa en esos diez minutos como informante (no dejar de verla en estos días en la tablas con Esplendor, la obra de Santiago Loza, en el rol de Natalie Wood), y Laura Paredes y Marcelo Subiotto también excelentes en dos secundarios. Pero el centro de la escena está en Francisco, la cámara nunca lo abandona en su peregrinar por una Buenos Aires nocturna, barrial, portuaria y desértica, casi irreconocible, con una fotografía gloriosa, en cuadros cerrados, planos cortos o primeros planos cerrados, señales del encierro psicológico del protagonista.
Es destacable que en ningún momento se deja traslucir el origen literario del guión, que es de los propios directores. No hay aquí un narrador en off, no hay explicaciones innecesarias o redundantes, no hay militares ni coches con sirenas, tan solo lo que ve Francisco -gente que se esconde, o que huye- y en todo caso es el espectador –y sobre todo el que ha vivido esa época- quien conoce el contexto. Tampoco hay música, a excepción de la inclusión diegética de la canción -entonces tan popular- de Roberto Carlos, Yo quiero tener un millón de amigos, cuando Francisco decide asumir su destino.
Reseña 3, por Nicolás Feldmann (realizada en el marco del Talent Press del Talents Buenos Aires 2016)
La herida del terrorismo de estado todavía sigue abierta para los argentinos. Somos hijos y nietos de una generación que todavía intenta dejar atrás sus miserias a través de una simple pero poderosa consigna: El “Nunca más”, dos palabras que simbolizan la memoria activa y la certeza de jamás volver a permitir que sucedan este tipo de atrocidades. Esto es algo de lo que el cine, como producto ineludible de un colectivo en movimiento, nunca pudo ser ajeno desde el retorno a la democracia. Pero, después de retomar tantas veces este período tan oscuro y doloroso, la duda aparece a la hora de tener que encontrar alguna perspectiva nueva dentro de los hechos que ya todos conocemos.
Respondiendo un poco a esta incógnita, es que La larga noche de Francisco Sanctis, ópera prima de Andrea Testa y Francisco Márquez basada en la novela homónima de Humberto Costantini, decide contar la historia del hombre común que se mantuvo al margen –adrede o no– de las disyuntivas ideológicas. Moviendo el foco de atención de las víctimas o victimarios del nefasto Proceso, para hacer hincapié en la característica negación psicológica de mucha gente frente a la evidente desaparición de personas.
Diego Velázquez se pone magistralmente en la piel de Francisco Sanctis, un funcional empleado de una empresa mayorista, atrapado en un puesto sin futuro y sometido a la plácida rutina del trabajo administrativo. Hace mucho tiempo que quedaron atrás sus convicciones revolucionarias de cuando escribía poemas y fantaseaba con sus amigos sobre la lucha de los trabajadores. Hoy (o mejor dicho en 1977, año en el que sitúa la película) Francisco es padre de dos chicos y no tiene tiempo para opinar sobre la agitada situación política que lo rodea. De vez en cuando ve cómo los militares detienen a alguien por la calle, pero él mismo sabe que no tiene otra opción más que agachar la cabeza. Sin embargo, esta pasividad cotidiana se verá interrumpida cuando reciba la llamada de Elena, una antigua compañera de la facultad con la propuesta de publicar un escrito de su juventud. Sorprendido por la ocurrencia, Francisco accede al reencuentro sin saber que su vieja amiga es actualmente la esposa de un oficial de la aeronáutica.
Casi al pasar, Elena le revelará los nombres de una pareja a punto de ser secuestrada esa misma noche, encomendándole al protagonista la encrucijada moral de decidir entre no meterse en problemas y cargar con la culpa de no haber hecho nada por ayudarlos, o intentar avisarles poniendo en riesgo su vida y en consecuencia la de su familia.
A partir de esta premisa comenzará la larga noche a la que alude el título del film. Es así que Sanctis transita por todos los miedos y reproches propios de una persona a la que la convicción política le fue reprimida por un estado opresor, acrecentado por el dilema ético de un hombre que sabía demasiado.
Más allá del juego de palabras, esta referencia a Hitchcock no es el azar. Y me refiero a que no cabe duda que la película de Testa y Márquez gira alrededor de la impronta con la que el maestro del suspenso hacía que sus personajes se vieran obligados a exceder sus límites, a través de situaciones que derriban su zona de confort. De esta manera, el personaje principal se introduce en una Buenos Aires laberíntica y sombría que refleja excelentemente la atmósfera de tensión constante pretendida por la dupla de directores. Algo que se logra con creces a base de una notable dirección de fotografía y la predisposición a los primerísimos planos, capaces de resaltar la significativa evolución emocional del protagonista.
Por otro lado, no deja de ser destacable que este entorno claustrofóbico se logre imponer por sobre la austera y casi minimalista puesta en escena. En esta representación de la asfixiante dictadura militar de la década del ’70 no hay lugar para los disparos, ni policías, ni Ford Falcon verdes. Ni siquiera hay algún tipo de música que acompañe la travesía de Sanctis por la desértica Capital Federal. Lo más parecido a eso es la inclusión de Yo quiero tener un millón de amigos, el tema del cantante brasileño Roberto Carlos, con la única finalidad de ironizar la angustia general del argumento.
“Ya no estamos en la facultad”, le recuerda un amigo a Francisco cuando este comienza a dudar sobre si vale la pena arriesgarse por unos desconocidos. Probablemente no sea sólo ese pasado inocente de ilusiones revolucionarias lo que incentive al protagonista a actuar, sino la misma determinación que hasta hoy nos motiva a seguir haciendo películas de este tipo cuarenta años después. La memoria no se pierde.
Nuestra entrevista con los directores
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Aunque nació en Turquía, pocos directores encarnan la “italianidad al palo” como Özpetek, quien en este caso propone una tragicomedia coral con las actrices con las que ha trabajado a lo largo de su carrera.
Film excelso, de una gran factura técnica, con soberbias actuaciones del elenco y una eseccional labor de los directores. El filme logra cautivar desde el comienzo hasta el final, como diria Michel Russo "sont desitions"
Una película bien de mierda...
Excepcional película .Diego Velazquez inmenso actor,un Sr.Kafka porteño !! paranoia lograda magistralmente,hasta el detalle siniestro que nadie advirtió de ver borrosamente a los extras estar mirándolo a él ( en el bar ,en el cine...) genial
El problema de esta película es el final, porque sus directores después de haber construido toda una trama de cumbre cumbrísima, tiran la excelente filmación por el precipicio del no saber redondear o concluir un trabajo de excelencia, es decir, se desentienden de querer finalizar la magistral obra, y ¿por qué?; pues porque no saben, si supieran serían dos genios de la cinematografías, pero como no saben acabar su gran trabajo de altura, ¿qué hacen?: cagarla, cagarla hasta el abismo de lo abstruso; o sea, lo típico de los malos directores y peores toreros, que después de una faena o toreo de maravilla, matan pesímamente mal al toro y estropean todo el arte exhibido hasta ese preciso momento. Fej Delvahe
Suscribo lo de Sergio, el comentario anterior. La película se estrenó en Neuquén esta semana. Las críticas por demás elogiosas me hicieron crear expectativas que lamentablemente quedaron truncas. Velázquez está muy bien, pero de ahí a elogiar la dirección de arte desmesuradamente cuando las escenas dentro de los coches en movimiento son muy pobres, o bien intentar sesudos análisis se época o del contexto político me parece demasiado pretencioso. Igualmente, el principal problema de ésta y de varias películas argentinas es que no tiene final. Parece que hay una corriente de no quere darle un cierre a las historias, de querer poner énfasis en el "durante", olvidando que el grueso de gente que paga una entrada necesita que el cuentito que le cuentan "cierre", para bien o para mal... en el caso de Francisco Sanctis, esperamos ansioso el desenlace de su "misión", situación que increíblemente no es negada por los directores, en un final totalmente caprichoso y tirando a tomada de pelo. Sergio, tenés razón: la gente se fue entre puteadas y risas socarronas de la sala, anulando así todo mérito que el film venía acumulando.
disculpen con respeto no puedo creer la critica, y mucho menos los comentarios. fui anoche a verla , y me parecio de las peores peliculas argentinas que vi. alguien dice aca que no hay estereotipos, y el hombre trabajador y honesto al que le niega el aumento el capitalista malo que es? una bazofia que no ha ce ningun aporte ni a la tragedia de los 70s ni al cine. pobre en guion, en actuaciones, aburrida, lenta, una pelicula en la que uno siempre uno espera que suceda algo y que no sucedera nunca. lo unica sorpresivo fue el final ya que nunca sucedio nada.lo gracioso fue la reaccion de todos,ya que pense que era algo personal mi vision, pero toda la gente se reia por el fiasco de 90 minutos que habiamos pasado. pero lo que mas me molesta es esta vision positiva en las criticas, cuanto nos mentimos
ATENCIÓN: CONTIENE "SPOILERS" LA LARGA NOCHE DE FRANCISCO SANCTIS de Francisco Márquez y Andrea Testa UN VIAJE HACIA EL MIEDO PROFUNDO ¿Quién es Francisco de Sanctis? Un tipo común, de unos 40 años, casado con dos hijos en edad escolar. ¿Qué más podemos decir de él? Labura en una oficina aspira a tener un ascenso para ganar unos pesos más. ¿Cómo es su pasar? Vive en un departamento de 3 ambientes, sin lujos, en un barrio de la capital. No tiene auto, viaja en colectivo, y como gran diversión se encuentra con un amigo después de cenar a jugar al billar. ¿Qué le pasa a Francisco? Francisco se ha aburguesado. De joven ha concurrido a algún campamento de las juventudes idealistas donde ha conocido a quien tal vez haya sido un primer amor. Justamente de ella, y después de tantos años, recibe una llamada misteriosa que lo cita. Se encuentran y ella le pide que avise a dos personas que ésta noche los van a ir a buscar. Un simple aviso obra como disparador del miedo interior. Francisco inmediatamente se siente involucrado. Cambia su comportamiento. Comienza a sufrir una especie de persecuta. Busca viejos papeles y revistas y se deshace de ellos. ¿Ha ingresado al mundo de los ?marcados??. Se interna en su propio miedo buscando una respuesta, pero se siente movilizado, el miedo mueve sus inquietudes hacia lo desconocido. Debe optar entre el aburguesamiento o un gesto de atrevida solidaridad. El miedo le moviliza, lo incomoda, lo saca del lugar seguro y de su aparente confort de pequeño burgués que ha adquirido después de pasar su juventud en campamentos donde ha cultivado alguna idea de izquierda y el romanticismo literario del poeta, haber ido a la universidad, y más tarde casarse. Ahora todo ha sido ocultado y olvidado por la necesidad de adecuar la vida a la dura dictadura. Francisco se siente inquieto. Ese miedo que sufre paradójicamente lo empuja hacia su interior, lo encierra en la soledad de la noche, lo dirige hacia lo desconocido. Su entrada en ese larga noche esta signada por la persecución. La persecución siempre presente. El taconeo de sus zapatos que repiquetean como un eco contra baldosas y adoquines, no son otra cosa que los sonidos de ese otro yo interior que lo frena y lo reprimes. ?No lo hagas?, ?No te metas?. Francisco se debate entre la persona que es y la persona que quiere o necesita ser. Conoce al hijo de alguien que ¨está metido?. Cree que puede pedirle como favor que realice su ?obligación adquirida?. Es rechazado. Nuevamente Está solo frente a si mismo. Es él, Francisco, el obligado. Toma un colectivo. Viaja hacia el centro de la noche más oscura. Llega a ningún lugar. Se sube a un taxi. Emprende un viaje final que parece calcado de ?24 Horas? de Scorsese. Es un viaje hacia un encuentro consigo mismo, tal vez, a lo mejor de sí mismo. Es la recuperación del espíritu de aventura, una aventura interior que lo eleva y que lo expone a todo el terror que lo rodea. Cinematográficamente hablando estamos ante una obra de una pulcritud y de un rigor formal pocas veces vista en el cine argentino. El trabajo de dirección de Francisco Márquez y Andrea Testa es maravilloso. Nunca se pierde el punto de vista. Es un film impecable por donde se lo mire. La adaptación cinematográfica de la novela es perfecta. Acá no hay páginas literarias. Hay cine en estado puro. Las actuación de Diego Velázquez es descomunal. Lo mismo se puede decir de todos los detalles de ambientación de la película. Por último creo que cabe agregar que la obra puede ser vista de dos maneras diferentes. Dado que la película no hace referencias políticas ni expone datos cronológicos, en su visión más elemental pero más profunda, es un viaje hacia el miedo interior, hacia lo que desconocemos de nosotros mismos. Pero la condición de ser un film argentino, haber vivido la época, conocer la historia, lo narrado nos permite ubicarnos en una dimensión histórica. En consecuencia, ese miedo no sólo es un argumento ontológico sino además, un estado producido por una serie de acontecimientos reales. En esta segunda visión, el film puede verse como una lúcida reflexión sobre esos hechos ocurridos.
Interesantísima película. Estremecedora. Gran actuación de Diego Velázquez. Éramos doce espectadores en el Cinemacity General Paz 3 (20:20) cuándo la vi. Ojalá que la "Fiesta del Cine" a $35 permita que más personas accedan a una obra singularmente interesante, entre las mejores que vi este año. En efecto, no se escucha la canción de Roberto Carlos en ninguna parte de la proyección (me quedé hasta que terminaron los títulos, así que doy fe de ello) pero sí una de (creo) Nino Bravo.
Una bienvenida de aire fresco para nuestro cine. Película de climas y tensiones logradas. Gran trabajo de Diego Veläzquez
Creí que iba a ir a mas cines... Pero peor le tocó a "Como Una Novia Sin Sexo"... para Otros Cines pareciera que no se estrenó...
Diego... por suerte esta pelicula tan inspirada y lograda no necesitaba de una canción u otra para ser lo que es... seguramente cosechará muchos amigos en los que la vean y valoren. Muchas gracias por la aclaración. Otro abrazo.
Buen dato, Dufo. Seguramente no pudieron pagar los derechos de una canción tan popular. Cuando la pasás en festivales todavía no necesitás el libre deuda de SADAIC, pero para estrenar sí tenés que tener todos los derechos cerrados. Gracias, abrazo
Hoy la volví a ver en el Artemultiplex y me llamó la atención que ya no estuviera en la banda sonora en el final, durante el viaje en el taxi, la canción de Roberto Carlos. Dado que las tres críticas la mencionan, hago este comentario sin conocer que razones hubieron para el cambio -¿legales, esteticas?- De todos modos en mi caso, la modificación no me produjo ningún tipo de sensación mejor o peor, el final de la película sigue teniendo la misma fuerza expresiva y ética de esta obra extraordinaria.
ATENCIÓN LEER ESTE COMENTARIO DESPUÉS DE VER LA PELÍCULA La he visto en el BAFICI y será un placer volver a verla. La película presenta un problema simple con una solución bastante compleja. Francisco Sanctis es un hombre cuarentón, casado y con dos hijos que planea vivir con su familia en un departamento más grande si le dan en su trabajo de oficina el ansiado ascenso. En esa oficina recibe el llamado de una ex compañera de facultad que en una cita a la salida del trabajo le contará que estuvo fuera del país, que está casada con un militar de la fuerza aérea y luego dirá el nombre y apellido de 2 personas "que van a ir a buscar esa noche a Lacarra 6072". Es 1977 en Buenos Aires y no hace falta decir quien va a a buscarlos y para qué. A partir de allí la película se instala en la cabeza de Sanctis y en cómo resolver el dilema de ir o no ir a Lacarra 6072 Con una ambientación más que certera de la época de la dictadura y con una iluminación oscura se construye una película nocturna de una sola noche que tiene homenajes cinéfilos a Leos Carax (Mala Sangre) y Martin Scorsese (Después de hora). La excelente actuación del protagonista Diego Velázquez es fundamental para el éxito de una película que atrapa al espectador sin disparar un sólo tiro ni dar ningún alegato aleccionador. Simplemente basta con ver los rostros de angustia de los pasajeros de un colectivo para saber de qué se trata. (9/10)
En este mismo momento acabo de escuchar en la radio un nuevo intento de provocación acerca de la cantidad de desaparecidos -dato muy preocupante para cierto funcionario actual de la cultura y otros- y viene a cuento porque el hecho recurrente de tratar de minimizar y trivialiizar uno de los hechos más trágicos de nuestra historia, está necesitando como nunca esta magnífica obra cinematográfico de estos dos muchachos. La vi en BAFICI y no puedo más que admirar los aportes críticos de Batlle, Sartora y Feldmann que detallan al máximo los valores expresivos y políticos de esta obra. Me llamó la atención que siendo tan jóvenes y sin haber vivido tan especiales momentos, hayan conseguido los climas emocionales exactos que solo suelen conocer quienes hayan sido testigos directos. Por ello me parece que es una obra imperdible para las nuevas generaciones especialmente, que permitan un poco defenderse de los continuos embates contra la memoria luminosa