Críticas
Una segunda madre, de Anna Muylaert
Una clase sobre las diferencias de clase
Premiada el año pasado en los festivales de Sundance y la Berlinale, esta tragicomedia ratifica el talento de la directora de Durval Discos.
Una segunda madre (Que Horas Ela Volta?, Brasil/2015). Guión y dirección: Anna Muylaert. Elenco: Regina Casé, Camila Márdila, Karine Teles, Lourenço Mutarelli, Michel Joelsas, Helena Albergaria, Antonio Abujamra y Joe Klotz. Fotografía: Bárbara Álvarez. Música: Fabio Trummer y Víctor Araújo. Edición: Karen Harley. Dirección de arte: Marquinho Pedroso. Distribuidora: Mirada. Duración: 112 minutos. Apta para mayores de 13 años. Salas: 11.
No es la primera vez que el cine latinaomericano posa su mirada en el lugar de las empleadas domésticas dentro del contexto de una familia. Allí están desde la chilena La nana hasta las argentinas Cama adentro y Réimon, pasando por dos documentales brasileños de títulos casi similares (Doméstica y Domésticas), por citar sólo algunos ejemplos.
También desde Brasil, pero en el ámbito de la ficción pura, llega Una segunda madre, una inquietante (por momentos angustiante) tragicomedia que arranca como una descripción simpática y algo previsible sobre las diferencias de clase, pero que al rato deviene en algo bastante más provocador.
La protagonista es Val (la enorme Regina Casé, vista en Eu Tu Eles), la mucama todoterreno de un matrimonio acomodado de San Pablo integrado por un pintor sin demasiado suceso (Lourenço Mutarelli) y una gurú del diseño (Karine Teles) más un hijo adolescente (Michel Joelsas) con el que ella mantiene una relación de mucha complicidad e intimidad (sin llegar a nada perverso). Es, como dice el título de estreno en Argentina, “una segunda madre” para él.
El film plantea en las primeras escenas esa relación aparentemente cordial y respetuosa entre patrones y empleados, pero la llegada por unos días de Jéssica (Camila Márdila), la hija de Val a la que no veía desde hacía diez años, cambia no sólo la rutina cotidiana sino que hasta tensiona y pone en crisis las distintas relaciones dentro de la casa.
Llegada a la gran ciudad con la idea de dar el examen para ingresar a la facultad de arquitectura, esta joven curiosa, inteligente y desbordante despertará todo tipo de reacciones en el resto de los personajes con resultados que van desde lo hilarante hasta lo perturbador.
Lo interesante de este film de Anna Muylaert (realizadora de Durval Discos y guionista de El año que mis padres se fueron de vacaciones) es que no tiene que apelar a grandes golpes de efecto ni a situaciones demasiado subrayadas para exponer las pequeñas humillaciones y la sumisión de Val, así como las diferencias generacionales en todos los sentidos con su hija.
Si bien el desenlace no está a la altura del resto de la propuesta, Una segunda madre nos ratifica no sólo el talento de Muylaert para la puesta en escenas (precisa, austera) y para la dirección de intérpretes (cada gesto, cada mirada tiene un sentido), sino también la certeza de que el cine brasileño está encontrando nuevos caminos decididamente valiosos.
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ATENCION: SE CUENTAN ESCENAS EN ESTE COMENTARIO Cine latinoamericano con mayúscula, UNA SEGUNDA MADRE retrata de manera admirable la diferencia de clases en la sociedad brasileña. La acción transcurre en San Pablo donde Val, oriunda del nordeste, es empleada doméstica de varios años en una casa donde ha criado al hijo de sus patrones de clase media alta y su vida transcurre de forma natural, aceptando el lugar que tiene en la sociedad. La llegada de su hija Jéssica, por unos días para rendir un examen de ingreso a la Facultad de Arquitectura, trastocará su vida y la de todos los habitantes de la gran casa con pileta. La talentosa directora Anna Muylaert narra una historia costumbrista con gran sensibilidad e introduce algunas sorpresas que conviene no develar hasta llegar a un final que pudo ser mejor (si hubiera terminado en la escena donde Val ingresa a la pileta) pero no por eso deja de ser coherente con el resto de la película. La protagonista Regina Casé (Val) realiza un capo lavoro devorándose la película de punta a punta contando con una rueda de auxilio que es la joven y excelente actriz Camila Márdila. Película que es firme candidata a estar en el decálogo de las mejores del año. (9/10)
Un poco a la manera de TEOREMA, cuando la hija es recibida en la casa familiar donde trabaja su madre, su presencia desencadena una serie de modificaciones en el equilibrio de ese grupo y despierta cierto tipo de insatisfacciones y frustraciones en cada personaje. Es notable como la directora ha sabido colocar lucidez a las relaciones vinculares asimétricas y a las diferencias y mandatos de clase, que retratan ese mundo tan especial de las trabajadoras domésticas que son y no son miembros de la familia. Lamentablemente ciertas facilidades del guión en el desenlace, dedicadas a redimir las maternidades descuidadas, le quitan un poco la potencia al cierre de la historia. En mi opinión, un cierre perfecto hubiera sido el momento en que la madre llama a su hija, metida en la piscina semi vacia, para felicitar a su hija por la aprobación de su ingreso a la Universidad y le cuenta desde donde lo hace......por primera vez, en la piscina de sus patrones. Era un cierre más minimalista tal vez, pero de gran significado poético. Le pido perdón a la directora por mi atrevimiento en lo anterior, pero su película me encantó, es una gran obra y rotundamente recomendable.
Coincido plenamente con la crítica. Pequeña y valiosa gran película Abrazo!