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Guía del foco dedicado a Olivier Assayas (4 críticas) + Entrevista al director

Reseñas de las películas que integran la muestra dedicada al talentoso realizado francés, una de las principales visitas de esta edición.

Publicada el 14/11/2016


Aquí nuestra entrevista a Assayas en Mar del Plata



-Irma Vep (Francia/1996, 99’), de Olivier Assayas ★★★★½ 

Irma Vep es uno de esos extraños proyectos tocados por la varita mágica en los que la pasión que lo genera, la experimentación que lo sostiene y la improvisación que le da forma se complementan con una naturalidad y eficacia sorprendentes: con un guión escrito en dos semanas y un rodaje que duró apenas veinte jornadas, Assayas construyó un film de innumerables capas que el espectador deberá ir descubriendo de manera progresiva.

Si bien en apariencia se trata de un nuevo juego de cine dentro del cine, en Irma Vep confluyen el espíritu de las películas mudas, el acrobático género de acción hongkonés, la nouvelle-vague francesa (con énfasis en Jacques Rivette, Jean-Luc Godard y especialmente en François Truffaut), la dinámica del cine independiente norteamericano y una mirada irónica, desesperanzada (y muy politizada) sobre el estado de las cosas en el séptimo arte contemporáneo. Pero, antes que todo eso, Irma Vep es una oda romántica de un director talentoso y sofisticado como Assayas hacia su musa inspiradora, Maggie Cheung, bellísima, exquisita y sensual actriz vista en Con ánimo de amar, que se convertiría luego de este rodaje en la pareja del realizador francés.

La película empieza con la llegada a París de Maggie Cheung para interpretar al personaje de Irma Vep en una nueva versión de Les vampires, el clásico serial mudo que dirigió, en 1915, el pionero Louis Feuillade. La intérprete hongkonesa, con el jet-lag propio luego de 12 horas de vuelo y sin saber una sola palabra de francés, se sumerge en un rodaje caótico liderado por René Vidal, un "autor" otrora prestigioso, pero devenido con el tiempo en un ser decadente, neurótico y depresivo encarnado por ese icono de la nouvelle vague que es el inigualable Jean-Pierre Léaud.

Provista de un ajustado traje de látex negro adquirido en la sección sadomasoquista de un sex shop, Maggie Cheung se transforma en una mezcla entre la Musidora que encarnó a Irma Vep (anagrama de Vampire) en el film original y la Gatúbela de Michelle Pfeiffer en el Batman vuelve, de Tim Burton. Así, se transforma tanto en la "realidad" como en la ficción de la película en una femme-fatale capaz de seducir por igual a hombres y mujeres, de robar las joyas de una huésped de su mismo hotel o de enfrentarse a un insoportable periodista que denigra el cine de arte francés e intenta convencerla de las bondades de John Woo y Arnold Schwarzenegger.

Para aquellos que crean que la idea de hacer una remake de un serial rodado ocho décadas atrás y combinarla con imágenes de El trío heroico (1993), aclamado film de acción de Johnnie To también protagonizado por Cheung, o una canción como Bonnie and Clyde, escrita por Serge Gainsbourg e interpretada por el grupo Luna, puede resultar un ejercicio banal de intelectualismo vacío, hay que decir que el director de Fines de agosto, principios de septiembre y Los destinos sentimentales convierte a su atrevida empresa en una mirada llena de desparpajo a la hora de desentrañar el caos creativo y las miserias personales en un set de filmación.

Paradigma de la modernidad francesa, Irma Vep es una película de enorme madurez en sus movimientos de cámara, que reflejan la alienación y la neurosis imperante en el rodaje, y de una arrasadora belleza en la fotografía de Eric Gautier, que lamentablemente no se alcanza a apreciar en toda su magnitud en las copias con que se estrena el film en la Argentina.

Pero el universo de Assayas no hubiese alcanzado la riqueza y la hondura que ofrece sin el aporte de sus intérpretes. Además del magnetismo de Cheung y de la poderosa presencia de Léaud, se lucen Nathalie Richard, como la vestuarista que está perdidamente enamorada de la protagonista; Dominique Faysse, como la tiránica jefa de producción y dos leyendas del cine francés de los años 60, como Lou Castel, en el papel del cínico director José Mirano que reemplaza a Vidal, y Bulle Ogier, como la manipuladora anfitriona de una fiesta en la que participa el equipo del rodaje.

Película viva, exuberante, imperfecta, provocadora y siempre arriesgada, Irma Vep es una de esas obras de arte que se propone buscar (y en lo posible desarrollar) nuevas herramientas y formas de expresión. En buena parte de sus 97 minutos lo consigue y en ese saludable intento de innovación reside gran parte de su mérito.



-Demonlover (Francia/2002, 129’), de Olivier Assayas ★★★✩✩

Thriller erótico muy estilizado que remite al cine de Brian De Palma y David Lynch, aunque mantiene algunas conexiones con Irma Vep. Con el aporte de un atractivo reparto encabezado por la danesa Connie Nielsen, Chloé Sevigny, Charles Berling y Gina Gershon, el realizador francés rodó en París, Tokio y México un complejo film en el que conviven poderosas corporaciones, el espionaje industrial, los sitios más escabrosos de Internet y enfermizas relaciones afectivas. 

Influido por los thrillers japoneses y por el manga, Assayas construyó un rompecabezas que por momentos deja perplejo al espectador, pero que al mismo tiempo lo seduce y lo transporta a un universo enigmático. El subyugante talento narrativo y visual del director, amplificado aquí por el trabajo de fotografía y cámara de Denis Lenoir y la música compuesta especialmente por el notable grupo de rock Sonic Youth hacen de Demonlover un film exuberante y exótico.



-Clean (Francia, Canadá, Estados Unidos - 2004 - 111’), de Olivier Assayas ★★★★✩

Rodada en Hamilton, Vancouver, San Francisco, Londres y París, con diálogos en inglés, chino y francés, y con un elenco multinacional que incluye a la exquisita actriz hongkonesa Maggie Cheung (ex esposa de Assayas y vista en Irma Vep y Con ánimo de amar), al norteamericano Nick Nolte, al canadiense Don McKellar y a las estrellas galas Jeanne Balibar y Béatrice Dalle, Clean es un moderno melodrama de una gran potencia y complejidad, pero narrado sin estridencias y con un buen gusto infrecuente en el género.

Assayas narra la tragedia de Emily Wang (Cheung), una cantante casada con una estrella de rock de los años 80 ya en decadencia, que muere en un motel por una sobredosis de heroína. Ella -también una adicta- es encarcelada por seis meses, mientras sus suegros (Nick Nolte y Martha Henry) se quedan con la custodia del único hijo de la pareja.

Emily llega a un punto límite en su existencia en la que sólo le queda entregarse de manera definitiva a su penoso destino o intentar rehacer su vida. Viaja a Londres y París, intenta recuperar su lugar en la industria del entretenimiento (alguna vez fue una popular presentadora de videoclips en televisión) y termina aceptando trabajos poco gratificantes, mientras trata de recomponer la relación con su hijo preadolescente y su carrera discográfica.

En manos de otro director, semejante odisea -en la que aparecen, además, cuestiones extremas, como las drogas duras, el suicidio, el cáncer, la crisis de la maternidad o la falta de trabajo- hubiese sido un show de excesos lacrimógenos y lugares comunes. Assayas, en cambio, lo convierte en un relato sobre el universo del rock y sobre la imposibilidad de concretar ciertos sueños para la generación que triunfó en la década de los '80, con una mirada sin contemplaciones sobre el consumismo excesivo, el culto a la fama, sobre la búsqueda de la gratificación inmediata y a cualquier precio, y sobre el vértigo y la alienación que dominan en las grandes urbes.

Esteta y melómano consumado, Assayas contó con una notable banda de sonido, donde predominan las composiciones de Brian Eno, aunque también Cheung -mejor actriz en el Festival de Cannes 2004 por este trabajo- canta con su habitual seducción, mientras que en pequeños papeles aparecen reconocidos músicos. El resto del elenco también ofrece su ductilidad y nobleza en una película que resulta tan audaz como verdaderamente disfrutable. Un poema cinematográfico sobre la redención que Assayas le dedica a su gran heroína y musa inspiradora: Maggie Cheung. 



-Personal Shopper (Francia/2016, 105’), de Olivier Assayas ★★★✩✩

Más allá de que algunas de sus películas son más “intelectuales” y/o intimistas, a Assayas siempre le han interesado los géneros (Clean, Demonlover, Irma Vep, Boarding Gate y Carlos, por nombrar algunos títulos). Tras El otro lado del éxito (Clouds of Sils Maria), el director francés vuelve a trabajar con Kristen Stewart. Si en el film de 2014, la ex Crepúsculo hacía de asistenta de Juliette Binoche, aquí es la personal shopper del título; es decir, la encargada de comprarle ropas y joyas por toda Europa (puede tomarse un tren a Londres, Milán o París para conseguirle un vestido o un collar) a una celebridad narcisista.

El largometraje arranca con Maureen (Stewart) entrando a una casona vacía y aislada donde no tardará en oir ruidos extraños y a tener visiones particulares. Su hermano acaba de morir ¿Es él quien se quiere comunicar con ella? La película propone un tono absolutamente realista, pero con irrupciones fantásticas que la acercan al espíritu del subgénero de fantasmas. Lo sobrenatural, de todas formas, son apenas unos insólitos chats telefónicos y, de vez en cuando, unas luces que se mueven o una taza que se quiebra. No, Assayas no hizo Actividad paranormal... 157.

Personal Shopper es fascinante, misteriosa e inquietante hasta su media hora final, cuando al realizador francés claramente se le escapa la tortuga, no sabe cómo terminarla y somete a Stewart a situaciones muy cercanas al ridiculo que la talentosa actriz sobrelleva con una entereza y unos recursos expresivos encomiables. Más allá de lo frustrante del desenlace, el film está lleno de riesgo, de ideas y de momentos subyugantes.

 

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