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Crítica de “Muere, monstruo, muere”, de Alejandro Fadel (Un Certain Regard) - #Cannes2018
El segundo largometraje del director de Los Salvajes pendula entre el cine de género y el de autor con resultados bastante inquietantes y estimulantes.
Muere, monstruo, muere es una de las películas más ambiciosas del cine argentino reciente (para algunos detractores el adjetivo podría ser pretenciosa, pero la verdad es que el film tiene con qué hacer frente a sus múltiples búsquedas). Alejandro Fadel desafía todos los prejuicios, las convenciones, los lugares comunes y las expectativas del espectador con una historia fascinante e inasible, que muta todo el tiempo de registro, de climas y hasta de género.
Al igual que en Los Salvajes -aunque aquí a la enésima potencia- hay un poco de todo: mucho gore con múltiples decapitaciones, sangre y vísceras que remiten al terror clase B, elementos del policial y del western moderno y, por supuesto, una amenazante criatura diseñada en parte con animatronics y en parte con sofisticados efectos visuales.
Lo que empieza como un triángulo romántico entre Francisca (Tania Casciani), su marido David (Esteban Bigliardi) y su amante, el policía Cruz (Víctor López) deriva luego hacia la investigación de una serie de asesinatos (mujeres con las cabezas degolladas) y el misterio de quién es en verdad el monstruo del título. En el medio Fadel nos llevará desde el encierro en un hospital neuropsiquiátrico (la paranoia, la esquizofrenia, el delirio, la insomnia, el escuchar voces forman parte de la propuesta) hasta un extraordinario trabajo en exteriores que realza aún más los méritos que Fadel ya había tenido con la apuntada Los Salvajes.
Con una prodigiosa fotografía de Julián Apezteguia (el mismo de El Ángel) y Manuel Rebella, un excelente uso como leit motiv de Te irás, me iré, viejo tema de Sergio Denis; un elenco muy sólido (el jefe de la policía rural interpretado por Jorge Prado es un personaje notable capaz de filosofar y luego incursionar en el humor absurdo) y una puesta en escena que a partir de tomas panorámicas transmite la inmensidad desoladora e imponente de la zona andina de Mendoza en invierno, Fadel regala una experiencia cautivante y al mismo tiempo muy exigente para el espectador.
Film lleno de búsquedas, de riesgos, de sorpresas y concretado con muchas ínfulas (el doble juego de acumulación y dispersión no siempre funciona), Muere, monstruo, muere remite en varios pasajes al David Lynch de Twin Peaks y, por qué no, también al cine de David Cronenberg, John Carpenter y Guillermo Del Toro, más allá de que en la entrevista con OtrosCines.com también citó a Tod Browning, James Whale, Jacques Tourneur y Jack Arnold como otros de sus referentes.
En su apuesta por momentos contradictoria, en esa permanente tensión que convive no siempre con armonía en el corazón mismo de la película reside el principal riesgo de Muere, monstruo, muere: que resulte demasiado artie para los amantes del cine de género y demasiado extrema y revulsiva para los seguidores del cine de autor. De todas formas, siempre es para celebrar apuestas de estas dimensiones, riesgos y -en muchos pasajes- hallazgos dentro del en general adocenado y previsible panorama de lcine argentino contemporándo.
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Muy interesante el análisis de la película de Fadel ¿Habrá algún tráiler de este film?