Críticas
Estreno en cines
Crítica de “La gran ambición” (“Berlinguer: La grande ambizione”), película de Andrea Segre con Elio Germano
La nueva película del director de Io sono li reconstruye la historia de Enrico Berlinguer, líder del Partido Comunista Italiano, durante la candente década de 1970.
La gran ambición (Berlinguer: La grande ambizione, Italia/2024). Dirección: Andrea Segre. Elenco: Elio Germano, Stefano Abbati, Paolo Pierobon y Roberto Citran. Guion: Andrea Segre y Marco Pettenello. Fotografía: Benoit Dervaux. Edición: Jacopo Quadri. Música: Iosonouncane. Distribuidora: Zeta Films. Duración: 123 minutos. Apta para todo público (con leyenda). Salas (primera semana): 11 (Cinépolis Recoleta, Multiplex Belgrano, Cine Arte Cacodelphia, Cinépolis Houssay, Atlas Patio Bullrich, Lorca, Showcase Belgrano, Showcase Norte, Cinépolis Pilar, Cinema Rosso de Luján y Cine Arte de Córdoba).
Empecemos por el final: durante los créditos de cierre de La gran ambición se comparten imágenes de archivo del funeral de Enrico Berlinguer en junio de 1984, al que asistieron más de un millón y medio de personas (en uno de los planos se ve a un tal Marcello Mastroianni). Hoy puede resultar inverosímil que semejante multitud acompañe el féretro de un político (más de uno comunista), pero en aquel momento el PCI era un partido de masas que en todas las elecciones superaba con holgura el 30% de los votos y le disputaba la hegemonía a la conservadora Democracia Cristiana. De hecho, pocos días después de la muerte de Berlinguer, el PCI quedaría primero en unas elecciones europeas.
Volvamos al inicio: en octubre de 1971 Berlinguer sale airoso de forma milagrosa de un intento de asesinato (un camión arrolló al automóvil que lo trasladaba cuando la ruta estaba cerrada) en Sofía, Bulgaria, luego de haberse reunido (y discutido) con el presidente Todor Zhivkov. Será solo uno de las tantos enfrentamientos que el secretario general del PCI tendrá con distintos jerarcas del eje soviético (en la película se mostrará otro tenso encuentro con Leonid Brézhnev). Es que Berlinguer siempre abogó por las negociaciones, por conformar alianzas, por construir mayorías, por llegar al gobierno de manera democrática, a través del voto popular, y encontró resistencias tanto dentro como fuera de su partido. Las posiciones de Berlinguer fueron combatidas, a él se lo espió a cada instante, contra él se construyeron confabulaciones y se lanzaron infames e injustas acusaciones, mientras era querido y seguido por millones de trabajadores.
Andrea Segre tiene en su haber más documentales que largometrajes de ficción y en La gran ambición lo que hace es mixturar, combinar recreaciones (Elio Germano está muy bien como Berlinguer) con mucho material de archivo de la época con manifestaciones multitudinarias, pero también imágenes de atentados (la Italia setentista fue un baño de sangre). El director dedica bastante tiempo a las negociaciones y encuentros entre el referente comunista y los democristianos Giulio Andreotti (Paolo Pierobon) y Aldo Moro (Roberto Citran).
Precisamente en 1978, cuando estaban cerca de alcanzar acuerdos con el sector liderado por Moro, las Brigadas Rojas secuestraron y asesinaron al dirigente de la DC, destruyendo así cualquier posibilidad de que el PCI pudiera conformar un gobierno de coalición.
Quizás la faceta íntima y familiar (cuando les cuenta sus contradictorias sensaciones a su esposa y a sus cuatro hijos) sea la menos lograda del relato, pero por otro lado La gran ambición se desmarca de cualquier tentación de romantización e idealización para convertirse, en definitiva, en una mirada melancólica y bastante triste sobre un período en el que las utopías parecían estar al alcance de la mano (y del pueblo). Viendo cómo se desarrollaron los hechos, cómo cambiaron las cosas y qué es del mundo hoy esa nostalgia se parece mucho a una dolorosa decepción.
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