Crítica de “Apolo 10 ½: Una infancia espacial”, de Richard Linklater (Netflix)

El director de Rebeldes y confundidos, Escuela de rock, Boyhood: Momentos de una vida y la trilogía Antes del amanecer / Antes del atardecer / Antes de la medianoche regresa a su infancia en Texas para narrar una bella y sensible historia semi-autobiográfica ligada también con las misiones a la Luna por parte de la NASA.

 

Apolo 10 ½: Una infancia espacial (Apollo 10 ½: A Space Age Childhood, Estados Unidos/2022). Guion y dirección: Richard Linklater. Fotografía. Shane F. Kelly. Edición: Sandra Adair. Duración: 98 minutos. Disponible en Netflix desde el viernes 1º de abril.

Apolo 10 1/2: Una infancia espacial comparte con Despertando a la vida / Waking Life (2001) y Una mirada a la oscuridad / A Scanner Darkly (2006) el uso de la rotoscopía (escenas filmadas con actores que luego son animadas), pero poco y nada tiene que ver con las intrincadas cuestiones existencialistas, las retorcidas dimensiones psicológicas ni los elementos tomados de la literatura de Philip K. Dick.

Este nuevo trabajo realizado para Netflix es una evocación cristalina e inevitablemente nostálgica de las aventuras de un niño de cuarto grado que en 1969 concurre a la primaria Ed White en El Lago, un suburbio cercano a Houston y pegado al centro espacial de la NASA en Texas, donde trabaja su padre como oficinista. Quien narra la historia desde el hoy es una versión adulta de Stanley (o Stan, como lo conocen todos) con la voz en off de Jack Black, pero en pantalla seguimos al menor de 6 hermanos y hermanas que pasan sus días con un estilo de vida que hoy no podemos ver de otra manera que no sea a pura inocencia (las travesuras y “excesos” son mínimos, risibles).

El inminente alunizaje sobrevuela todo el relato y es la excusa para una fantasía del propio Stan como astronauta, pero lo que a Linklater parece interesarle en especial es la descripción de un tiempo y un lugar, de un período de profundos cambios sociopolíticos y económicos con la llegada a la Luna marcando a fuego el imaginario popular. La Guerra Fría con los rusos con la carrera espacial como símbolo, el conflicto de Vietnam el hippismo y los magnicidios están solo en el trasfondo de Apolo 10 ½: Una infancia espacial porque el foco está puesto en los pequeños detalles, anécdotas y recuerdos: ir a una función triple en el cine Majestic o al autocine con toda la familia, conseguir la plata para jugar a los Arcade o al bowling, ir al parque de diversiones AstroWorld, practicar deportes, salir airoso del bullying, reverenciar a 2001: Odisea del espacio o a las películas clase B, leer la revista MAD o una Playboy a hurtadillas y adorar a Raquel Welch...

Linklater admitió que las imágenes rodadas con intérpretes no lo convencían porque todo lucía demasiado obvio, pero que las técnicas de animación utilizadas (muy mejoradas respecto de sus dos experiencias anteriores) luego le permitieron conseguir las distintas texturas (vintage, de comic, de documental con imágenes de noticieros, de fantasía o de puro realismo) que imaginaba para una historia de estas características.

Y si la estética sesentista impregna cada plano de Apolo 10 ½: Una infancia espacial, la música de la época juega otro papel esencial en la construcción de los climas con temas de The Marketts, Bob Crewe Generation, Booker T. & The M.G.'s, Sandy Nelson, Lawrence Weck, The 5th Dimension, The Byrds, The Archies, The Monkees, Zager and Evans, The Left Banke, The Association, Glen Campbell, The Mar-Keys, Every Mother's Son, Joni Mitchell, Johnny Cash, Pink Floyd, Iron Butterfly, Vanilla Fudge, Max Frost and The Troopers y Katty McCarty, entre otros.

Tras un paso no demasiado firme con ¿Dónde estás, Bernadette?, Linklater vuelve a pisar terreno seguro con un film que tiene ciertas conexiones con el espíritu de Boyhood: Momentos de una vida, pero también con relatos del tipo Cuenta conmigo. Aunque no todo es estrictamente biográfico, hay en este film sobre lo extraordinarias que pueden ser las vivencias ordinarias mucho de su sensibilidad, de su universo personal y de su esencia como artista.

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