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Crítica de “Blue Moon”, película de Richard Linklater con Ethan Hawke y Margaret Qualley (Competencia Oficial) - #Berlinale2025
Linklater y Hawke vuelven a trabajar juntos en este acercamiento a la vida del letrista estadounidense Lorenz Hart. Es el primero de los dos largometrajes que el director estrenará este año, ya que se prevé que en el Festival de Cannes estrenará Nouvelle Vague.
Blue Moon (Estados Unidos/2025). Dirección: Richard Linklater. Guion: Robert Kaplow. Elenco: Ethan Hawke, Margaret Qualley, Bobby Cannavale y Andrew Scott. Fotografía: Shane F. Kelly. Edición: Sandra Adair. Música: Graham Reynolds. Duración: 100 minutos. En Competencia Oficial (estreno mundial).
“No one ever loved me that much”, dice el protagonista de Blue Moon al camarero del bar que suele frecuentar. No sé si la frase tiene algo de cierto, pero en cualquier caso es una de las líneas de diálogo más célebres de una de las películas más famosas de la historia: Casablanca. En la película de Michael Curtiz es Rick quien la dice, y allí también hay un barman, y una mujer que se escurre entre los dedos del deseo del protagonista, la Ilsa interpretada por Ingrid Bergman. En Blue Moon, el protagonista no es Rick, sino Lorenz Hart quien firmara las letras de algunas de algunas de las canciones más populares precisamente durante la época en que se filmó el clásico con Humphrey Bogart y Bergman.
La última película de Richard Linklater comienza en el momento de la muerte inminente de Hart: andando solo por la calle, bajo la lluvia, en un callejón, el hombre cae al suelo. A partir de ahí lo que vemos es cómo vivió este hombre. Sin embargo, al director no le interesa la biopic, sino la vida a través de un instante. Así son sus películas más bellas, desde la trilogía del amor y el desamor Antes del amanecer / Antes del atardecer / Antes de la medianoche hasta Boyhood: Momentos de un vida. El instante, en Blue Moon, es el de una noche, la del estreno de Oklahoma!, un musical escrito por el antiguo compañero de Hart, Richard Rodgers. Y el espacio es eminentemente uno: el bar donde Hart pasa los ratos, con la complicidad del camarero, mientras suena la música de un soldado pianista, ante la escucha del escritor E.B. White y, sobre todo, rodeado de notorias ausencias.
El primer vacío es el de Elizabeth, una joven de 20 años de la que el cuarentón Hart se ha enamorado perdidamente. Ella no está ahí durante buena parte de la velada, pero Hart -hombre de palabra, poeta- la describe, la glosa, la imagina, proyectando una relación que nada tiene de realidad. El otro ausente es Rodgers, el viejo amigo, que es ahora la otra cara de la moneda de Hart: un hombre apuesto y de éxito, némesis del alcohólico que ya no está en la cresta de la ola que es Hart. Ethan Hawke, aquel seductor tocado por la varita mágica de la juventud en Antes del amanecer, es aquí Hart, un hombre bajito, medio calvo, tierno, listo, patético a ratos, afeminado, masculino, quizá gay o quizá hetero, o como él mismo se define, omnisexual. Su composición de Hart, desde el humor pero también desde el afecto, resulta hermosa. Y su presencia enjuta al lado de la imponente Margaret Qualley (su particular Ilsa) resulta un elogio a la comedia.
Linklater siempre ha creído en la palabra, en la puesta en escena de lo verbal. En este sentido, Blue Moon es una de sus películas más preciosas, precisamente porque es un elogio a la palabra. Su protagonista es autor de canciones, de versos, de títulos emblemáticos; le acompañan maestros de la réplica, desde el escritor con el que debate sobre la idoneidad de una palabra hasta el barman con el que proclama las frases más representativas de Casablanca. Ya sea una canción o los diálogos de una película, ya sea la fantasía de un amor imposible o el recuerdo de una mala experiencia amorosa: todo es contado, representado y puesto en escena mediante lo verbal. El amor de Linklater por la palabra es total. Detrás del diálogo se esconde otra gran ausencia: la de una época, la de los Estados Unidos de los años '40, con la guerra de fondo.
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