Festivales

Crítica de “Argentina, 1985”, de Santiago Mitre, con Ricardo Darín y Peter Lanzani (Competencia Oficial) - #Venecia2022

-La esperada película sobre el Juicio a las Juntas tuvo este sábado 3 su estreno mundial en la sección principal de la Mostra y no defraudó: el director de El estudiante, La patota, La cordillera y Pequeña flor construyó un relato con un acabado mainstream, pero que jamás pierde profundidad, inteligencia ni filo. Un film generoso que, mientras se disfruta en sus múltiples facetas y aristas, plantea valiosos y necesarios debates.
-Además, entrevistamos a Mitre y su coguionista Mariano Llinás.

Publicada el 03/09/2022


Argentina, 1985 (Argentina-Estados Unidos/2022). Dirección: Santiago Mitre. Elenco: Ricardo Darín, Peter Lanzani, Alejandra Flechner, Santiago Armas Estevarena, Gina Mastronicola, Norman Briski, Héctor Díaz, Claudio Da Passano, Carlos Portaluppi, Alejo García Pintos, Walter Jakob y Laura Paredes. Guion: Santiago Mitre y Mariano Llinás. Música: Pedro Osuna. Fotografía: Javier Juliá. Edición: Andrés P. Estrada. Diseño de producción: Micaela Saiegh. Productoras: La Unión de los Ríos, Kenya Films, Infinity Hill y Amazon Studios. Duración: 140 minutos. Estreno en cines de Argentina: 29 de septiembre. Estreno mundial en Amazon Prime Video: 21 de octubre.


La dinámica de un festival de cine sumerge a uno en una realidad paralela en la que la sucesión de películas, encuentros, reuniones y el poco descanso transforman su transcurso en algo parecido a un entresueño, un bello continuo en el que la relación con el “mundo exterior” es inhabitual, parcial, relativa. Es por eso que no puedo dejar de relacionar la tardía, distante y parcial noticia de lo que sucede en Argentina con la muy reciente visión de la última película de Santiago Mitre, que acaba de tener su première mundial en la competencia principal de la Mostra de Venecia.

Volver al primer bienio de la recuperación democrática, y en particular al Juicio a las Juntas Militares, es tan interesante desde lo cinematográfico como potente desde lo político. Y es que el director de El estudiante y La cordillera logra con convicción una obra en la que el acabado mainstream y la necesidad de ser accesible y comprensible para todos los públicos (y en todo el mundo) no le hace perder profundidad ni filo. Y lo dicho no se relaciona con la repetición de cantinelas ni la necesidad de discursos (aunque la película verse también sobre la construcción de un discurso) sino con el raro prodigio de acercarse a una instancia mítica, a un hecho fundacional, sin descuidar los detalles que hacen tanto al verismo como a la posibilidad de volver sobre los valores que ese evento histórico representaba pero que también engendró o regeneró.

Argentina, 1985 es, sí, una película de juicio. El fiscal-héroe, el hombre común (cansado y descreído) que sabe encontrar los resquicios para un cambio sustancial en un sistema básicamente injusto. Refleja también la afirmación de una manera de concebir la vida en común (familiar, social), de permitirse la posibilidad de dudar, de convivir y de confrontar respetando determinadas reglas que se supone por todos compartidas.

El héroe (Julio César Strassera, interpretado sin estridencias -como corresponde- por Ricardo Darín) aquí se nos presenta con sus dudas y dobleces, incluso con algunas oscuridades. Su principal ladero (Luis Moreno Ocampo/Peter Lanzani, otra vez intachable) parece prestar al menos igual atención a la manera de operar sobre la sociedad, de construir un relato, de convencer al público, que a lo estrictamente procesal y jurídico. Algo que se ha multiplicado y transformado en la dinámica con la que, cada vez más desde ese lejano 1985, los juicios se ganan o pierden a través de operaciones mediáticas antes que con apoyo en la prueba de los hechos. Es muy interesante un planteo que (aunque relacionado con otros asuntos) la película hace explícito: la posibilidad de generar un cambio desde las rendijas de un sistema en el que mantener el status quo es el mandato atávico.



El fiscal adjunto que proviene de una patricia familia ligada a las Fuerzas Armadas, el rol protagónico de un fiscal que durante la Dictadura no habría hecho demasiados esfuerzos por proteger a los derechos humanos, el rol que se asigna a las clases medias (y al propio Poder Judicial) para generar un cambio posible nos hablan de una visión política que tuvo que ver con quienes pensaron la posibilidad de este juicio histórico en circunstancias tan difíciles. Quizás también está de alguna manera en el pensamiento de los guionistas Santiago Mitre y Mariano Llinás. Volver a aquel momento en el que compartíamos al menos una idea y convicción, la que se relacionaba con el Nunca Más. Está claro que el enemigo común aglutina y es más fácil convenir en lo que no se quiere que en lo que sí se desea.

La particularidad del momento, el estar escribiendo hoy estas líneas cuando la proyección acaba de terminar (acompañada por el aplauso sostenido de un público que colmó la sala Grande de la Biennale y que, como en el pase de prensa de la mañana, irrumpió con risas y aplausos en varios momentos), me lleva a pensar en la importancia de esta película en tiempos tan marcados por el hartazgo y la desconfianza, la violencia y el descreimiento en las herramientas de la democracia. ¿El vaso medio lleno o el vaso medio vacío? La duda que también se plantea sobre el final del film y que se evidencia en el diálogo entre el fiscal y su hijo sobre el resultado del juicio no puede hacernos desconocer que si algo parece indiscutible es que la continuidad democrática desde 1983 es una anomalía a celebrar en el marco de la agitada historia de nuestro país. El no a la violencia, el no a cualquier disrupción en el estado de derecho ha sido, desde entonces y al menos hasta ahora, algo que ha aunado a la enorme mayoría de nuestro pueblo.

Así, Argentina, 1985 es una película de juicio que nos atrapa aunque sepamos “el final”. Que se acerca a los hechos con la fidelidad suficiente y el respeto necesario para valer como una mirada histórica, pero que multiplica las interpretaciones, licencias y excusas dramáticas (que en modo alguno esconde) para habilitar el pensamiento y el debate. Abierta y porosa contra lo que indica su sólida construcción narrativa, las elipsis y recortes permiten revivir, reconstruir y -por supuesto- emocionarse. Se elige imprimir (filmar) la leyenda pero no para embalsamarla, taparla con bronce, ponerla en un pedestal. Esos elementos están presentes, hacen a la trama, pero no obturan el debate o el disenso. En eso también la película es honesta y transparente. Algunas líneas, por cierto, parecen aludir no sólo a los prejuicios de clase o políticos relacionados con lo que se cuenta sino a los que tienen que ver con determinadas miradas de o sobre nuestro cine. Pero como sucede con lo político, las múltiples referencias cinéfilas eluden lo canchero o el mensaje dirigido sólo a un determinado grupo de pertenencia. La distancia, los años transcurridos permiten, además, abordar los temas de otra manera. Dan lugar, incluso, a la posibilidad de no pocos momentos marcados por el humor. La reconstrucción de época funcional no ahoga un relato que se reconoce como tal, una manera de volver a ese momento, a ese hito. Regreso que se hace tratando de abordarlo conforme acaecían los hechos y no desde las anteojeras que impone el marco interpretativo de la actualidad. La pretendida valentía (retroactiva) de quienes no participaron de los sucesos resulta por completo ajena a esta obra.

Difícil volver a la idea y los valores de Memoria, Verdad y Justicia haciendo dialogar ese pasado con este presente. Más aún no ceder a la tentación de que este último tiña absolutamente la interpretación de lo sucedido. Y Argentina, 1985, película de juicio, deriva familiar, retrato de época y construcción de un mito argentino (o “a la argentina”), se hace cargo de ello con sensibilidad e inteligencia. También con audacia, astucia y ganas de volver a poner en el tapete aquellos principios y abrir el debate sobre no pocos asuntos que explican nuestra actualidad. Y está bien que así sea.


Más información sobre "Argentina, 1985":

Entrevista a Santiago Mitre (director) y Mariano Llinás (coguionista)



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