¿Una actriz ucraniana y un actor belga hablando en inglés en la película de un director francés? Si la fórmula parece tener ingredientes incompatibles, lo cierto es que el guión firmado por el también realizador Christian Volckman (cuyo principal antecedente previo era el film de animación Renacimiento) y Eric Forestier se encarga de disipar los prejuicios.

El punto de partida es el mismo de cientos de películas de terror (aunque aquí habrá más elementos psicológicos y fantásticos que propios del horror): el matrimonio de Matt (Kevin Janssens), un reconocido artista plástico; y Kate (Olga Kurylenko), una atractiva traductora, llega a una gigantesca, bella pero decrépita casona en una zona rural. Ellos han dejado Nueva York luego de perder dos embarazos y planean iniciar allí una nueva vida. En determinado momento descubren la habitación del título (secreta y con misteriosos poderes que mejor no adelantar), mientras que casi al mismo tiempo Matt se entera de que los anteriores dueños fueron asesinados por un joven que hoy (ya anciano) sigue detenido en un neuropsiquiátrico.

Ese es el planteo inicial de un film bien construido a partir de un guión preciso e ingenioso, con múltiples vueltas de tuerca que esta vez no irritan sino que mantienen el interés del espectador. Un film inquietante sobre el riesgo de pedir demasiados deseos, sobre todo si los mismos se terminan cumpliendo... DIEGO BATLLE