Festivales

Críticas de la Competencia Vanguardia y Género - Parte I (13 películas)

En este texto recorremos la primera mitad de los 26 títulos de esta sección siempre abierta al cine más radical y experimental.

Publicada el 07/04/2017


-I tempi felici veranno presto (Italia, 2016, 102'), de Alessandro Comodin ★★★✩✩

La deriva de las criaturas de American Honey también está presente, en cierto modo, en los muchachos que aparecen al inicio de I tempi felici verranno presto, presentada en sesión especial dentro de la Semana de la Crítica. Los dos jóvenes corren y se esconden por los bosques y la montaña; huyendo de un ‘algo’ abstracto que contrasta con lo concreto de las acciones que llevan a cabo: bañarse en un lago, preparar una trampa para cazar comida… Durante estos primeros minutos, el film cautiva por el puro gozo de su condición material, fotografiando (en 35mm.) el verde de las hojas y el marrón de la tierra. No necesitamos nada más, pero cuando los dos fugados llegan a un punto de no retorno, la estructura se quiebra para recoger el testimonio oral de diversos cuentos y leyendas en torno a los lobos, y llevarnos hasta el tercer y más extenso bloque de film.

El film de Comodin bien podría telonear al Alain Guiraudie de Rester vertical. Ambas películas se aproximan a un territorio mítico por una puerta trasera (o, como mínimo, lateral), evocando la figura del lobo como fuente de peligro y abstracción. Pero si en el largometraje de Guiraudie el animal acaba compareciendo en pantalla, I tempi felici verranno presto presenta el lobo como una criatura ambigua, quizá personificándolo en alguno de los personajes, quizá dejándolo en fuera de campo. En cualquier caso, la manera en que el director italiano trabaja su mitología resulta tenue en exceso, sacando más fuerza de los detalles que captura en plano –la afectuosa caricia a un animal, un joven cercando en silencio a una joven mientra se baña en un lago– que de la argamasa conceptual. GERARD CASAU





-Adiós entusiasmo (Argentina-Colombia, 2017, 79'), de Vladimir Duran ★★★★✩ (Premio al Mejor Largometraje)

Vladimir Durán es colombiano, pero estudió cine en Buenos Aires y esta película es una coproducción con Argentina. Los personajes van apareciendo en la pantalla, extendida horizontalmente en un formato super-panorámico que resulta perfectamente funcional a lo que se narra. En esta imagen apaisada los primeros planos no pueden abarcar los rostros completos, y eso no tiene que ver tanto con el encierro como con un universo cerrado. En ese universo todo parece normal, la relación entre los hermanos combina amores y odios, momentos de paz y pequeñas rencillas, el interés por lo físico, lo banal, el descubrimiento del sexo, del amor. También hay algunas visitas de familiares y amigos (genial el personaje del colombiano persistente al que nadie parece darle demasiada bola). El pequeño detalle es que la madre de la familia nunca aparece en el plano porque vive encerrada en un cuarto y todos se comunican con ella a través de la puerta o por la ventana que une aquella habitación con un baño. Gran observación de costumbres y reconstrucción de coreografías familiares con un toque de humor extrañado en el que todos brillan, pero especialmente lo hacen Verónica Llinás y la genial Laila Maltz (figura en la también notable Kékszakállú, de Gastón Solnicki. FERNANDO E. JUAN LIMA



-Rudzienko (Estados Unidos-Polonia, 2017. 53'), de Sharon Lockhart ★★★✩✩

Hay ciertas ideas cinematográficas que pueden sonar muy bien en papel –o en la cabeza de quien las imagina– pero que no terminan de funcionar del todo en la pantalla. Tengo la impresión de que eso sucede con una de las principales ideas formales de la nueva película de Lockhart, que consiste en separar en el tiempo los diálogos –en polaco– de las protagonistas con los subtitulos. ¿Cómo? Los diálogos aparecen en una larga secuencia de textos antes o después que esos mismos diálogos sean dichos en el plano. De esa manera, o bien ya sabemos que dirán las protagonistas antes que lo hagan o bien nos enteraremos que dijeron una vez que la escena concluya.

El procedimiento tiene sus atractivos y su uso es inteligente, ya que resignifica casi por completo lo que vamos viendo. Y lo que vemos son, en general, escenas en apariencia bucólicas en las que dos jóvenes polacas conversan en medio de bellos paisajes rurales. Al leer lo que dijeron –o dirán– nos daremos cuenta de que sus diálogos no tienen nada de livianos, sino que por lo general reflejan las duras vidas y amarguras personales de ambas chicas. Pronto sabremos que eso que vemos no es un paseo por un campo familiar sino un centro de recuperación de adolescentes con problemas.

El procedimiento resulta fascinante al principio, pero con el correr de los minutos se vuelve una especie de arma de doble filo, o trampa, ya que una vez revelada la lógica no parece ser de mucha utilidad el recurso. Sí sirve –y tal vez ese haya sido el objetivo de esta radical documentalista– para que el espectador pueda apreciar los planos en los que Lockhart filma a las chicas sin distraerse continuamente leyendo en la parte baja de la pantalla. Tomando en cuenta que Rudzienko es parte de una instalación que la cineasta presentó en varios museos, esa elección toma otras características, que son muy distintas a las de una presentación fílmica tradicional. 

Más allá de esas discutibles elecciones formales, el film funciona como una nueva mirada de Lockhart a un universo ya explorado en trabajos previos realizados en Polonia a partir de la relación que entabló filmando allí en 2009 con una adolescente llamada Milena y con la que ha seguido trabajando a lo largo de estos años, al punto de organizar con ella y sus amigas este tipo de retiros en la ciudad que da nombre a la película. Lockhart no solo filma sus diálogos, sino también sus juegos y actividades en medio del bucólico paisaje, dejando en claro que, pese a las oscuras historias que cuentan ambas, existe un camino de salida para esas chicas y otras en similar situación. DIEGO LERER





-O ornitólogo, de João Pedro Rodrigues (Portugal-Brasil-Francia, 2016, 118') ★★★★½
 
Un western a-lo-Pasolini, una relectura de Deliverance: La violencia en nosotros, de John Boorman, combinada con la historia de San Antonio de Padua y el milagro de los pájaros (sobre el santo más popular en Portugal Rodrigues ya había hecho en 2012 el cortometraje Manhâ de Santo António). Por esos senderos tan diversos transita el nuevo opus de este director fascinante e inclasificable, que es también una película de aventuras, una comedia de enredos, un documental sobre la naturaleza virgen, un ensayo sobre los mitos y los simbolismos religiosos totalmente blasfemo, un viaje de redescubrimiento interior y, claro, una oda gay.

La película del realizador de O FantasmaOdeteMorir como un hombre y A última vez que vi Macau narra las desventuras de Fernando (Paul Hamy), el solitario ornitólogo del título que -en pleno viaje de exploración- sufre un accidente con su kayak en un río salvaje. Es rescatado de la muerte por dos turistas chinas que no son tan inocentes como aparentaban (lo mantienen horas atado y pretenden castrarlo). Luego se topará con unos jóvenes alcoholizados que realizan ritos y sacrificios satánicos y más tarde con un pastor de ovejas sordomudos. Y, siempre, están los pájaros siendo observados y observando (las subjetivas desde el punto de vista de las aves son antológicas).

Pletórica de escenas absurdas (muchas de ellas geniales, otras no del todo logradas), O Ornitólogo es una apuesta permanente a la sorpresa y la provocación. En un cine conservador y previsible como el actual la desmesura, el riesgo, el delirio y la abundancia de ideas que terminan desbordando los márgenes del relato se agradece. DIEGO BATLLE



-Keep that Dream Burning, de Rainer Kohlberger (Austria-Alemania, 2017, 8') ★★★★✩

Esta breve pero intensa experiencia cinética, si bien no lo aclara el catálogo, debería contener algún tipo de advertencia para personas que sufren epilepsia o alguna enfermedad similar. El corto experimental del realizador austríaco es un inmersivo viaje a una suerte de corazón de micropartículas que parecen venir hacia el ojo de la cámara constantemente: visual ruido blanco, electricidad en imágenes. Entre las diversas formas que aparecen se alcanzan a advertir objetos, como si las imágenes fueran versiones microscópicas/moleculares del mundo real. La diferencia entre el film y, digamos, observar algo en un microscopio –o ver estática en una televisión– tiene que ver en principio con la direccionalidad y velocidad de esos píxeles y, principalmente, con el rumboso sonido de bajos que crece y crece, va pasando de derecha a izquierda y viceversa, creando una suerte de clima brutal, de algo a punto de explotar en nuestra corteza cerebral.

Es una experiencia vibrante e intensa, aunque vaya la aclaración de que seguramente dejará mareado y/o con algún dolor de cabeza a sus espectadores. Insisto con lo dicho antes: su efecto tipo estroboscópico debería estar advertido a los que entren en la sala. Después de los 4, 5 minutos yo mismo veía las imágenes con los ojos un tanto entrecerrados, ya que la sensación física que producen –acompañadas por el sonido– es verdaderamente impactante. Un verdero trip de píxeles que vienen por nosotros. DIEGO LERER





-Mimosas, de Oliver Laxe (Marruecos-España-Francia-Qatar, 2016, 93') ★★★½ (Ganadora de la Mención Especial)

Oliver Laxe estrenó Mimosas en la Semana de la Crítica de Cannes 2016 (donde ganó el premio principal) seis años después de presentar su ópera prima, Todos vós sodes capitáns, en la Quincena de Realizadores. Es posible que sus mejores obras todavía estén por llegar, pero estas ya poseen la virtud de estar activadas por un deseo fundamental: filmar un espacio, una tierra, que en el caso que nos ocupa sería Marruecos, donde Laxe vive y rueda. Sus paisajes desérticos y enormes le llevan de manera natural a la aventura, género que el director trata con gratificante naturalidad, quizá porque no comete el error de confundirlo con el cine de acción, algo demasiado habitual estos días.

En Mimosas, un sheikh moribundo quiere ser enterrado junto a sus seres queridos, por lo que ordena una expedición que debe atravesar el Atlas. Las complicaciones del viaje son paliadas, relativamente, por la llegada de Shakib, que viaja en el espacio (y, tal vez, también en el tiempo) para actuar como Ángel de la Guarda-Loco que lleve a buen puerto esta caravana. Sus alucinados monólogos hablan de una fe intensa y sin religión, que tiene dificultades para calar verdaderamente en los demás personajes.

El ritmo conseguido por el film estalla en un tramo final que comprime diversas acciones, llegando a escenas que se resuelven con más parquedad que misterio. La revelación elevadora no llega a orillarse a la pantalla, a lo mejor porque nunca se supuso que estuviera allí, pero las dudas que deja la película al apagarse se combinan con las ganas de una pronta revisión, que puede despejarnos la cabeza o perdernos definitivamente en el desierto, pero que al menos serviría para reencontrarse con los formidables colores de la fotografía de Mauro Herce. GERARD CASAU



-Lilith's Awakening (Brasil-Estados Unidos, 2016, 81'), de Monica Demes ★★✩✩✩

No hay BAFICI sin un WTF. O varios. Este el primero con el que me topé. Con WTF (sigla de “what the fuck”), aclaro, me refiero a esas películas que uno no entienden qué hacen en el festival. En este o en cualquier otro, vamos. Se acepta que el BAFICI tiene sus particulares gustos y que cada tanto aparecen cosas que alguien de los que lo programa defiende fervientemente, pero en este caso al menos a mí me resulta sorprendente que cualquier persona (no solo un programador del festival) se fascine o interese por películas tan fallidas como esta.

Lo mejor que se puede decir de este film es que tiene algunos bellos planos y que su contrastado blanco y negro produce algunas imágenes con cierta riqueza y elegancia visual. Es decir, podría ser un digno álbum fotográfico. Pero, más allá de eso, las actuaciones amateurs, lo absurdo de cómo está manejada la situación (una mujer casada llamada Lucy que empieza a verse atraida por una figura femenina que la lleva a ir saliendo de su represión sexual y a vampirizarse) y la monotonía que pronto abruma al espectador la transforma en una experiencia casi insoportable. Sí, será un film feminista y políticamente correcto en ese sentido, pero en su factura es pobrísimo.

David Lynch aparece como sponsor y colaborador de esta cineasta brasileña radicada en los Estados Unidos que, asegura el catálogo del festival, es abogada y tiene un corto animado. Pero si bien Demes puede tener cierto ojo para capturar escenarios oscuros y misteriosos, para llegarle a los talones al realizador de Eraserhead le falta mucho, muchísimo. Y, si bien tiene algunas similitudes estilísticas con A Girl Walks Home Alone at Night, los parecidos se acaban cuando alguien abre la boca… DIEGO LERER 





-Demonios tus ojos (España-Colombia, 2017, 94'), de Pedro Aguilera ★★★★✩

Cruzado el ecuador de Demonios tus ojos, el perturbador film de Pedro Aguilera, en una escena campestre apacible (situada en un punto estratégico del metraje que denota la calma que anticipa la tormenta), dos parejas y el hermano mayor de una de las chicas conversan durante su salida de camping en el bosque. El novio de la mejor amiga de la protagonista –un muchacho que sabe mucho de cine porque todas las películas que se descarga son en “full HD” (nótese la ironía de Aguilera)–, le comenta al hermano cineasta de la protagonista que en España hemos perdido la fe. Según el sabio pseudo-cinéfilo adolescente, los tiempos de la crisis nos han transformado en monstruos que desconfían de todo el mundo; incluso, dice, de la familia y de los amigos. A continuación, el chico sugiere que el cine español contemporáneo debería mostrar los trastornos que están sufriendo sus ciudadanos en la actualidad. Sin embargo, al famoso director afincando en Los Ángeles no le interesa aplicar la denuncia social en sus películas. Pues, él, Oliver (interpretado por un sensacional Julio Perillán), es la máxima representación de ese monstruo.

Es evidente que “la crisis” no ha sido el motivo que ha convertido a Oliver en ese sujeto sin fe definido por el filósofo adicto a la piratería ilegal. La descripción encaja, sin embargo, la maldad del personaje que ha construido Aguilera va por otro camino, concretamente un sendero que en su magnífica ópera prima La influencia se anticipaba de forma más discreta. Si bien es cierto que en muchos momentos el espectador de Demonios tus ojos puede llegar a pensar que Aguilera está juzgando a ese depravado sexual obsesionado con acostarse con su hermanastra (Ivana Baquero) tras reconocerla en un vídeo porno que su ex-novio colgó en Internet sin su consentimiento, el cineasta se dispone a hacer lo contrario. Al igual que la matriarca protagonista de su debut –esa mujer con deudas que se daba por vencida y abandonaba a sus hijos a su suerte–, Oliver no es más que otro hombre sin fe, una víctima que en vez de caer en la depresión, como la matriarca, sucumbe ante una enfermedad mucho más peligrosa: el nihilismo.

Por su parte, cabe señalar que Oliver no es la única víctima de ese nihilismo en la ficción. Así, en mayor o menor grado, todos los personajes de Demonios tus ojos sufren esa apatía marcada por el “no hay nada que perder porque tampoco hay nada que ganar”. El tercer largometraje de Aguilera es un thriller psicológico basado en un doble juego: el del gato y el ratón que practican los dos hermanos desinhibidos, y el juego de marionetas que Aguilera tiene preparado para martirizar a sus personajes. Chocante, maquiavélica, y de una sensualidad desbordante, Demonios tus ojos se sitúa entre la finura del drama erótico retorcido del francés Jean-Claude Brisseau y la revelación de la indecencia del cine del austríaco Michael Haneke. CARLOTA MOSEGUÍ



-Santoalla  (Estados Unidos-España, 2016, 83'), de Andrew Becker y Daniel Mehrer ★★★★✩

La “moda” de los documentales sobre casos policiales reales de complicada resolución (como Making a Murderer, The Jinx o Amanda Knox) encuentran su versión más minimalista en este film que dos estadounidenses dirigieron en Galicia. Y con “minimalismo” me refiero a que se centra en la desaparición de un hombre como consecuencia de un posible crimen cometido en un pueblito en el que solo viven… dos familias. No parece haber demasiados posibles sospechosos, ¿no? Pero lo cierto es que los hay y la película se las arregla para ir desviando la atención no solo hacia la historia previa de la desaparición sino también hacia la problemática socioeconómica de esa abandonada zona, que también es parte fundamental del asunto.

Santoalla es un pueblo casi abandonado, lleno de escombros y casas vacías. Solo viven allí una familia local (un anciano cascarrabias, su esposa y sus hijos, uno de ellos con algún tipo de retraso) y una pareja de holandeses que, buscando una vida alejada de Amsterdam, terminaron recayendo en ese paraje de bellos paisajes pero desoladora cotidianeidad. Los hippies pero combativos holandeses y sus únicos vecinos parecían llevarse bien al principio y hasta colaboraban en trabajos en el campo, pero pronto comenzaron a surgir problemas. En 2010, Martin, el intrépido y errante holandés desapareció, dejando sola a su mujer. ¿Qué sucedió? Eso es lo que intentará revelar el film, al que le importa más, literalmente, pintar su aldea que transformarse en un relato de procedimientos policíacos. Pero, claro, el misterio está ahí.

Con Margo, la potencial viuda en cuestión –“potencial” porque tal vez el hombre, como algunos comentan, se haya escapado con otra– como principal personaje y relatora, pero también con testimonios de algunos miembros de la familia local con la que parece haber habido algún tipo de oscura disputa, los documentalistas van reconstruyendo la historia para indagar no solo en el choque cultural entre ambos sino en la manera perversa en la que la lógica capitalista se termina colando de las maneras menos pensadas y en los lugares menos imaginados.

Si bien algunas elecciones formales (como el uso de la música o cierta organización narrativa) son un tanto problemáticas, la película va logrando mantener esa doble línea de investigación en paralelo hasta llegar a un final sorpresivo y de complejas aristas. Seguramente eso es la que hizo que la película haya sido recientemente adquirida para su estreno comercial en los Estados Unidos. Los murder mystery de la vida real son furor y pueden suceder hasta en un pueblito gallego donde viven seis personas. Y, ¿por qué no?, también convertirse en ficción en plan película de terror. DIEGO LERER





-Correspondências, de Rita Azevedo Gomes (Portugal, 2016, 145') ★★★★✩

Protagonista de un foco en el último BAFICI, la directora de Frágil como el mundo y La venganza de una mujer fascinó a los cinéfilos porteños. El punto de partida de Correspondências es, precisamente, el intercambio de cartas que mantuvieron durante casi veinte años (1959-1978) los poetas Jorge de Sena y Sophia de Mello Breyner Andresen. El primero fue obligado a abandonar su país y se exilió en Brasil primero y en los Estados Unidos después. Nunca volvió a su Portugal natal.

Pero Rita Azevedo Gomes no se limita a la exposición de esas cartas (bellísimas, desgarradoras, en las que cada uno exponía su visión del mundo y de la vida con una prosa única) sino que construye un patchwork, un mosaico, un rompecabezas, un collage en el que valen todos los formatos, todos los elementos, todos los recursos, todos los soportes, todas las texturas imaginables. 

Un mero recorrido por los 145 minutos de la narración (sí, es una experiencia de largo aliento) permite establecer que hay imágenes de archivo (¡la belleza del Súper 8!), grabaciones, música (de Bach a Cuco Sánchez), efectos visuales, sobreimpresiones, cuadros dentro de otros cuadros, fragmentos de películas (como Uma pedra no bolso, de Joaquim Pinto), cine dentro del cine (el equipo que filma es filmado), recuerdos de viajes, ensayos teatrales, puestas en escena extravagantes, ensoñadores paseos por el agua con niebla de fondo, crudas miradas a la represión de las dictaduras en Portugal y España; y, claro, voces en off y “famosos” (cinéfilos) leyendo en cámara en portugués francés, inglés, italiano y hasta griego: desde Eva Truffaut hasta Pierre León, pasando por Boris Nelepo y el argentino Edgardo Cozarinsky, entre muchos otros.

La realizadora no deja de sumar una capa sobre otra en una película de fuerte carga melancólica (la nostalgia del exiliado sobrevuela todo el relato) y donde se expone y se subraya el artificio. Por momentos, Correspondências “dialoga” con la obra de otros coterráneos como Manoel de Oliveira, João César Monteiro y, en menor medida, Miguel Gomes.

Película ardua, exigente, extrema, radical, experimental, Correspondências es abrumadoramente bella y siempre fascinante. Una elegía cargada de significado. Un ensayo construido con paciencia, amor y talento. DIEGO BATLLE



-La disco resplandece, de Chema García Ibarra (Turquía-España, 2016, 13') ★★★★½ (Premio al Mejor Cortometraje - Compartido)

Este nuevo cortometraje del cineasta de Elche forma parte de un lagometraje colectivo internacional, In the Same Garden, centrado en la relación entre armenios y turcos. En su caso, la relación con ese tema parece ser menor (apenas un detalle, casi una excusa, al principio y al final del relato) pero, a su manera, será fundamental. En lo central, el corto se centra en lo que hace un grupo de amigos (dos chicas y tres chicos) a lo largo de una noche en la que beben, dan unas vueltas por la ciudad, conversan y terminan en una disco cerrada a la que invaden y “ponen en funcionamiento” de una forma bastante original.

Bastante distinto a sus cortos previos (al menos los dos primeros, que son los que vi), que coqueteaban de forma tierna y humorística con una ciencia ficción casera y usaban como principal recurso la voz en off, este se presenta desde un punto de partida un tanto más realista, si bien por momentos la cámara de Ion de Sosa captura imágenes que retrotraen un poco a ese realismo alterado de sus primeros cortos. En cierto sentido lo encuentro comparable –aunque con una línea narrativa más clara– a los cortos de Eduardo “Teddy” Williams, centrados en las nocturnas desventuras de grupos de amigos.

Y, si bien cierto aura de ciencia-ficción (en los espacios amplios y vacíos, en sus escenarios derruidos, en algunas de las historias que cuentan los chicos) permanece, La disco resplandece también puede verse como una cariñosa y tierna mirada a ese pequeño grupo de amigos, que puede incluir a descendientes de turcos y armenios (uno de los chicos y una de las chicas lo son), y que no solo conviven armoniosamente, sino que se necesitan los unos a los otros para sobrevivir y bailar entre los restos de un pasado probablemente mejor. DIEGO LERER





-People Power Bombshell: The Diary of Vietnam Rose (Filipinas, 2016, 89'), de John Torres ★★★½

Los directores filipinos tienen una interesante y curiosa relación con su historia nacional y, también, con la de su cine. Hay pocas producciones en el mundo que –al menos en el material que circula internacionalmente– analice tantas veces y de tantas maneras posibles distintos episodios de su historia política, empezando por los últimos y épicos films históricos de Lav Díaz y pasando por películas como Independencia, de Raya  Martin. Ninguno de estos trabajos funciona de la manera convencional en la que, habitualmente, los cines nacionales repasan su propia historia, más que nada a partir de los llamativos recursos formales que generalmente los realizadores utilizan para contar y reflejar esa historia.

No es muy distinta la manera en la que se relacionan con los cineastas que los precedieron, nombres que admiran (como es el caso del costantemente revisitado Lino Brocka) y sobre los cuáles han trabajado y resignificado, de alguna u otra manera, en sus films. Ambos hechos se combinan entre sí: el repaso por la historia del cine y por la Historia con mayúsculas es, finalmente, una búsqueda similar. El último de esos ejemplos, y acaso uno de las más radicales relecturales histórico-cinéfilas, es este film de Torres que utiliza un material encontrado de una película filmada y nunca estrenada en los años ’80 –dirigida por Celso Advento Castillo– para reestructurarla a su manera.

La película toma esas escenas en un material fílmico bastante gastado y las combina con otras hechas por el propio Torres en similar estilo para contar la historia del rodaje de esa película en los años ’80, en medio de un movimiento revolucionario que por entonces se producía en el país. Si bien las imágenes viejas y nuevas parecen poder distinguirse entre sí, no queda nunca del todo claro cuánto de lo hablado es de entonces y cuánto reescrito y grabado ahora.

De todos modos, más allá de conocer los secretos y la técnica utilizada por Torres para esta sesión de vampirismo y relectura de dicho film, lo que el espectador apreciará es un experimento que intenta husmear y resignificar esa otra película, haciendo que los conflictos sociales de la época salgan a la luz más en los supuestos “detrás de escena” que en la ficción en sí. People Power Bombshell... puede ser un tanto confusa y, en cierto punto, hasta agobiante, pero lo que se revela como central allí es el conflicto de la estrella de esa película, la célebre actriz filipina Liz Alindogan, que junto a otras parece combinar un importante atractivo sexual (muchas están desnudas en varias escenas) con una casi militante actitud política ante determinadas situaciones que se producen en el rodaje.

Se cuenta que fue la propia Alindogan la que encontró el material y con la que se grabaron los nuevos diálogos, muchos de los cuáles resignifican o recontextualizan lo que sucedió en aquel rodaje de Castillo, que entonces se especializaba en cine erótico. Para volver a la idea inicial: cualquier realizador convencional con los rollos encontrados habría hecho un documental en el que los combina con los actores, 30 años después, hablando de la difícil experiencia del rodaje. Torres, no. Y los resultados son fascinantes, confusos, originales y dejan en claro que, a la hora de tratar su propia historia en el cine, nada mejor que los filipinos para encontrarle alguna vuelta formal inesperada. DIEGO LERER



-The Absence of Eddy Table (Noruega, 2016, 13'), de Rune Spaans ★★★★✩

El aclamado animador noruego retoma el personaje de Eddy Table -creado en el comic por el canadiense Dave Cooper- con una bella y aterradora película de animación stop motion que narra la historia entre fantástica y romántica de nuestro querible y patético antihéroe en medio de un tupido bosque, donde se topará con una bella mujer, pero también con horribles parásitos. El amor y el terror se conjugan en una propuesta llena de aventuras, humor negro, absurdo y gore que recuerda por momentos a David Cronenberg y a Tim Burton. DIEGO BATLLE



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-Toublanc (Argentina, 2017, 100'), de Iván Fund. Estreno mundial

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-Ceux qui font les révolutions à moitien’ont fait que se creuser un tombeau (Canadá, 2016, 183'), de Mathieu Denis & Simon Lavoie

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-Nuestra amiga la Luna (España, 2016, 15'), de Velasco Broca



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COMENTARIOS

  • 26/04/2017 20:50

    ¿Tendrá exhibición comercial "El ornitólogo"? ¿La contrató alguna distribuidora?

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