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Para (re)descubrir a Román Viñoly Barreto
A partir de una idea de José Martínez Suárez y con la programación de Fernando Martín Peña, se realiza en el festival una retrospectiva del director uruguayo, que incluye flamantes copias en fílmico de dos de sus grandes títulos: La bestia debe morir y El vampiro negro.
La programación del Festival de Mar del Plata incluye una retrospectiva dedicada a Román Viñoly Barreto (1914-1970), con copias nuevas en 35 milímetros de La bestia debe morir (1952) y El vampiro negro (1953). El realizador uruguayo se instaló en Buenos Aires a comienzos de los años '40 como director teatral, y en 1947 dirigió Estrellita, la primera de casi treinta películas. “A Viñoly Barrero puede considerársele un ecléctico, pues los géneros que abordó fueron todos: de comedias a dramas pasando por policiales, tocó la problemática social, la leyenda norteña, los filmes musicales. La revisión de su obra demuestra su versatilidad; fue un excelente artesano que dio al cine su dedicación y esfuerzo”, señala el presidente del festival, José Martínez Suárez, a quien se le ocurrió la idea de dedicarle una retrospectiva.
La muestra, programada por Fernando Martín Peña, es un aporte al festival de la Filmoteca Buenos Aires en colaboración con Argentina Sono Film, e incluye siete títulos. Entre ellos, los dos que se verán en copias nuevas hechas especialmente para la ocasión. “Se van a ver bárbaro, prácticamente como cuando se estrenaron”, cuenta Peña. Para hacer copias nuevas, lo ideal es contar con los negativos de cámara originales. Pero en este caso, las copias se hicieron a partir de otros materiales que conservaba Argentina Sono Film porque los originales se perdieron, como tantos otros, durante el incendio de Laboratorios Alex en 1969.
La bestia debe morir es un film noir protagonizado por Narciso Ibáñez Menta y Laura Hidalgo. Y es, según Peña, uno de los mejores films del director. La película se proyectará el lunes 19, a las 18, en el Auditorium, en una función que incluye, además, un homenaje previo a Narciso Ibáñez Menta moderado por Martínez Suárez. El vampiro negro es una remake de M, el vampiro de Düsseldorf (1931), de Fritz Lang, protagonizada por Nathán Pinzón y Olga Zubarry. “En su momento, me causó sumo interés -como a casi todo el ambiente- que Viñoly Barreto se atreviera a hacer la remake. Cuando la vimos, comprobamos que no era un atrevimiento: era un desafío del que salió airoso”, recuerda Martínez Suárez.
Peña agrega que se trata de una remake bastante respetuosa pero mucho más expresionista que el original, y señala una curiosidad: la película reunió en distintos roles a dos de los más grandes directores de fotografía del cine argentino: Alberto Etchebehere como coguionista y Aníbal González Paz como fotógrafo.
La retrospectiva incluye otro título en 35 milímetros, Horizontes de piedra (1956), y cuatro en 16 milímetros: Con el sudor de tu frente (1950) Una viuda casi alegre (1950), El dinero de Dios (1959) y Orden de matar (1965). La selección tuvo en cuenta la disponibilidad de copias, pero sobre todo la calidad de las obras. Peña explica: “Tengo más películas de Viñoly Barreto, pero elegí las que me parecen mejores porque la suya es una filmografía muy despareja, que combina películas hechas por encargo, medio en automático, con otras más propias y sentidas. En general, sus obras tenían un piso de calidad bastante alto para ser por encargo; pero por afinidades temáticas, ideas y elementos visuales que se repiten, estos títulos hablan de una pulsión autoral que otras películas no tienen”.
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Después de haber visto "El dinero de Dios" no me quedan ganas de ver ninguna otra película de este director y menos de su guionista. El tratamiento es paupérrimo, no por su tema y valores que no deberían juzgarse cinematográficamente. Cada uno piensa como quiere y puede demonizar a los niños y jóvenes a quienes los bondadosos curas hacen trabajar en el campo como bestias mostrándolos como irrecuperables criaturas ¿de Dios? a quienes dan de comer diariamente cuestión que parecería ser suficiente para justificar la explotación. Por mencionar apenas uno de los valores que se transmiten, sin inocencia, por parte de ambos responsables de este engedro. Narrativamente, para ser realizada ¡en 1959! es más elemental que una película muda mala de los años 20, los diálogos y montaje son peores aún. Los actores muestran que son profesionales y logran sobreponerse a la mediocridad del guión y la dirección pero, claro, no es suficiente para rescatar el tiempo empleado en verla hasta el final.
<p>Viñoly Barreto era un tipo de una gran cultura y muy didàctico a la hora de hablar de cine, teatro y plàstica.</p>