Festivales
Cine y rock: sobre “Fuck you! El último show”, “Adiós Sui Generis”, “Cenizas y diamantes: la película de Don Cornelio y La Zona” y la experiencia personal en el #BAFICI2024
Por Diego Batlle
Varios de los momentos más emotivos y reveladores de la 25ª edición del festival porteño estuvieron ligados a tres rockumentales: dos en estreno mundial (el dedicado al registro del penúltimo show de Sumo dos meses antes de la muerte de Luca Prodan y el centrado en la figura de Palo Pandolfo durante la era de Don Cornelio y la Zona) y otro (Adiós Sui Generis) con una hermosa proyección en 35mm en el Gaumont que contó con las presencias en la sala del director Bebe Kamin y del gran Nito Mestre. Este recorrido personal durante los últimos días del BAFICI permitió también “palpar” el clima del festival y los cambios en el discurso de sus organizadores.
Adiós Sui Generis (Argentina/1976). Dirección: Bebe Kamin. Duración: 72 minutos. En la sección Rescates.
Cenizas y diamantes, la película de Don Cornelio y La Zona (Argentina/2024). Dirección: Ricky Piterbarg. Duración: 89 minutos. En la sección Música.
Fuck you! El último show (Argentina/1987-2024). Dirección: José Luis García. Duración: 83 minutos. Película de clausura.
Venía siendo una edición bastante apagada y apática del BAFICI. Más allá de alguna polémica previa por la postura en principio demasiado pasiva y condescendiente de los programadores del festival respecto de la gravísima crisis del cine argentino, en mi caso había visto pocas películas en sala y ni siquiera los nuevos films de directores que admiro como Hong Sangsoo o Bruno Dumont me habían deslumbrado.
El jueves 25 por la noche, en medio de un diluvio, salí desde Villa Crespo hacia el centro para un doblete musical: Adiós Sui Generis en el Gaumont y Cenizas y diamantes, la película de Don Cornelio y la Zona en El Cultural San Martín.
Ir al Gaumont en tiempos en que el INCAA está cerrado por decisión del gobierno de Javier Milei y la funesta gestión de Carlos Luis Pirovano, y con el complejo que podría dejar de funcionar en cualquier momento, tiene por estas horas una dimensión emocional muy especial y cada vez que se llena (casi siempre en las noches del BAFICI) resulta algo parecido a un acto de resistencia. La sala 1 (Leonardo Favio) es una maravilla arquitectónica, tiene una capacidad infrecuente para esta época (620 butacas) y la posibilidad de proyectar en todos los formatos.
Esa versatilidad tecnológica se apreció con la exhibición de Adiós Sui Generis en una copia en 35mm que el director Bebe Kamin guardaba en su casa (seguimos sin Cinemateca Nacional). El propio Kamin -que es protagonista de una entrevista que se exhibe de a fragmentos como anticipo de cada una de las funciones de esta edición- estuvo para presentar el film, pero en determinado momento se anunció que en la sala se encontraba un tal Nito Mestre, quien se sumó al realizador para una larga sesión de Q&A posterior en la que contaron decenas de jugosas y simpáticas anécdotas.
Algunas anécdotas que contó Nito Mestre durante la presentación de ADIÓS SUI GENERIS en el #BAFICI2024 pic.twitter.com/TjRKNdgx1l
— Diego Batlle (@dmbatlle) April 27, 2024
Había visto varias veces Adiós Sui Generis en distintos formatos hogareños, pero nunca en una pantalla como la del Gaumont 1 y en 35mm (las dos últimas canciones se proyectaron en digital porque faltaba el último rollo) y la potencia de la imagen y del sonido fueron apabullantes. El rock en una sala de cine se vive con una intensidad irrepetible incluso con el mejor dispositivo hogareño al alcance. Y ni qué hablar del público, que aplaudía cuando terminaba cada una de las canciones o se reía con el corto de Mr. Jones o pequeña semblanza de una familia tipo americana (¿el primer videoclip argentino?).
Salí a las apuradas del Gaumont y llegué con lo justo al subsuelo de El Cultural San Martín para ver Cenizas y diamantes, la película de Don Cornelio y La Zona, un documental con excelentes momentos (y otros un poco convencionales o fallidos) sobre Palo Pandolfo (en julio se cumplirán tres años de su muerte, cuando tenía apenas 56) sobre el período de la que para mi fue su mejor y más influyente banda, Don Cornelio y La Zona, que marcó a fuego el rock nacional de la segunda mitad de la década de 1980 con el disco homónimo (1987), Patria o muerte (1988) y En vivo (1989).
Cenizas y diamantes... -dedicada, claro, a Palo, pero también al inspirador del proyecto Roly Rauwolf- tiene muchas imágenes de los interminables ensayos nocturnos de la banda, de la trastienda del grupo, de shows en vivo (hay uno muy bueno registrado en Prix D'Ami) y hasta del reencuentro sobre el escenario durante el casamiento de uno de los integrantes.
Además, Piterbarg reunió a los músicos, allegados, amigos y fans en un taller de la Boca para un algo caótico y desprolijo pero simpático y por momentos emotivo evento en el que se recordaron los hitos de aquella banda y de la figura irremplazable y que tanto se extraña como la de ese inmenso poeta del rock que fue Palo. También se van intercalando intervenciones a modo de homenaje a cargo de figuras como Graciela Mezcalina, Omar Viola, B.ode, Luis Aranosky y Melina Staudt, y hasta la banda tocando hoy (con un primer plano de un micrófono y la voz de Palo sonando desde “el más allá”).
El resultado está lejos de ser del todo convincente, pero el documental tiene unos cuantos momentos de una intensidad artística y afectiva que lo vuelven irresistible e insoslayable para quienes admiramos la figura de Pandolfo en todas sus facetas (Los Visitantes también fue una notable banda), pero sobre todo seguimos de jóvenes durante la primavera alfonsinista los conciertos de Don Cornelio y la Zona, que ya desde su nombre combinaba universos tan disímiles como el de Cornelio Saavedra con el cine de Andrei Tarkovsky (por Stalker: La zona).
Volví a Villa Crespo en el subte B cerca de la medianoche escuchando temas de esa gema del rock nacional que es Patria o muerte. Todavía llovía e intentaba procesar las emociones de haber visto al Charly de 1975 y al Palo de 1985, pero todavía quedaba lo mejor: el Luca Prodan de 1987.
En la función de estreno del viernes 26 (también en la repleta Sala 1 del Gaumont) estuvieron antes y después de la proyección el director José Luis García y los productores Aníbal Esmoris y Marcelo Schapces, quienes contaron detalles del proyecto y su particular difusión pero sobre todo reivindicaron la lucha actual del cine argentino en contra del vaciamiento del sector.
En ese sentido, luego de sus titubeantes posturas iniciales, se notó un cambio en el discurso del director del BAFICI, Javier Porta Fouz, quien no solo cuestionó el estado de las cosas en la industria audiovisual local sino que en las últimas funciones permitió que se leyeran comunicados de los trabajadores del festival, agradeció varias veces a los empleados del Gaumont, pidió por la continuidad del complejo (“las salas siempre deben estar abiertas”) y se solidarizó con el Festival de Mar del Plata (estaba presente en la sala su director artístico Pablo Conde, que además recomendó Fuck you! El último show al BAFICI). Ya sea por sinceridad, convicción u oportunismo, lo cierto es que la conducción del festival porteño fue ampliando el espacio dedicado a visibilizar el conflicto del cine nacional y endureció la crítica en sus discursos.
Si bien algunas de las imágenes de Fuck you! El último show ya se habían visto en Luca (2008), el notable documental de Rodrigo Espina (a quien está dedicada la película de José Luis García), lo del BAFICI fue un estreno mundial... casi 37 años después.
Un poco de historia y contexto: García (por entonces de 22 años) era amigo de Espina desde que ambos habían coincidido en el rodaje de La historia oficial. Luca Prodan había actuado en El día que reventaron las lámparas de gas, un corto de Espina, y el músico le pidió que filmara todos los conciertos de Sumo en 1987 porque no creía que llegara con vida a fin de año (murió el 22 de diciembre, a los 34).
Pero justo cuando Sumo iba a presentar After Chabon en el estadio de Obras Sanitarias el 10 de octubre de 1987 (no fue “el último show” porque el domingo 20 de diciembre tocaron en la cancha de Los Andes junto con Los Violadores en un accidentado concierto y ante muy poco público), Espina viajó para el casamiento de su hermano por lo que le dio la cámara VHS a García con una sola y precisa indicación: “Seguí siempre a Luca”.
Fuck you! El último show, presentado como “un documento audiovisual sin fines de lucro”, no tendrá exhibición comercial ni irá a ninguna plataforma de streaming (parece una forma diplomática y salomónica de no generar conflictos con los integrantes de banda y también de evitar el pago a esta altura “impagable” de los derechos), pero se verá en universidades, centros culturales y salas alternativas siempre con entrada libre y gratuita.
Se trata de un registro crudo y visceral (con la imagen y el sonido tomado del micrófono de esa única cámnara), pero que hoy resulta un joya casi arqueológica, antropológica y cultural de dimensiones épicas. García pasó a buscar a Luca por su casa, se tomaron juntos el colectivo 29 y llegaron a Obras. El director de las posteriores Cándido López: Los campos de batalla (2005) y La chica del sur (2012) filmó la prueba de sonido, el backstage y el concierto con el ojo de un cineasta (¡el plano del malvado dueño del bar de Obras!), captando en toda su dimensión y facetas el magnetismo de Luca, la dinámica de los músicos en la intimidad y la potencia arrolladora de la banda en vivo.
García filmó al grupo y al público desde el escenario exponiendo una interacción muy especial (Luca convertido a esa altura ya en una suerte de profeta del rock), pero la trastienda es tan o más reveladora aún al mostrar la riqueza intelectual, espiritual y lúdica de Prodan y su relación con el siempre expansivo Roberto Pettinato y el por entonces bastante contenido Ricardo Mollo. En esas imágenes de camarines aparecen también desde Andrés Calamaro hasta el manager Timmy MacKern, pasando por su novia de entonces Silvia Ceriani, entre muchos otros y otras.
Aunque faltaban poco más de dos meses para que Prodan pasara a la inmortalidad y todos sabían que ya estaban en el terreno de la despedida, las imágenes conseguidas por García no muestran a Luca con una salud tan deteriorada por la ginebra y la heroína como realmente la tenía. Tanto en la trastienda como durante el show se lo ve con no poca energía y con una lucidez conmovedoras. En ese sentido, Fuck you! El último show queda como una suerte de tributo y de legado de un artista emblemático e influyente que cambió como pocos y para siempre los destinos del rock nacional. Para mi gusto, el hito artístico más importante en estas bodas de plata del BAFICI.
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FESTIVALES ANTERIORES
Críticas breves de tres valiosos films distinguidos por los jurados de sus respectivas secciones.
-Este sábado 12 de abril se entregaron en La Usina del Arte las distinciones de la vigésima sexta edición del festival porteño.
-LS83 obtuvo el Premio Ciudad de Buenos Aires al mejor largometraje nacional en todas las competencias.
-La virgen de la Tosquera logró el Gran Premio del Jurado de la Competencia Internacional; y Bajo las banderas, el sol, el de la Competencia Internacional.
Cierre de la trilogía iniciada con 36 horas (2021) y Cuando oscurece (2022).
El nuevo film de Seles ganó el Premio Especial del Jurado de la competencia dedicada a lo nuevo del cine nacional.
A mi el BAFICI me deja sensaciones muy encontradas. Por un lado, me parece que su programación ha caído muy en su nivel general en los últimos años, ya no genera ese fervor que teníamos durante los primeros años. El cine argentino que se estrena es -con excepciones- de segunda línea porque los mejores films nacionales van directo a Cannes, Venecia, San Sebastián y prefieren esquivar al BAFICI. Dicho eso, sigue generando momentos inolvidables como los que Diego cuenta en esta nota. Por eso y porque un festival de cine sigue siendo una fiesta, hay que seguir defendiendo el espacio sea dirigido por quien sea y bajo el gobierno que sea.
¿Sinceridad, convicción u oportunismo? Total y absoluto oportunismo, Diego, trataron de ningunear el conflicto, de acallar cualquier mirada crítica como la de Luciano Monteagudo y, cuando todo era una catástrofe indefendible, recién ahí salieron a acompañar los reclamos. Eso no es convicción ni sinceridad. Porta Fouz es la derecha dándose cuenta de hasta dónde puede llegar la ultraderecha. Igual bien que recapacitaron, tarde pero al menos lo hicieron. El BAFICI necesita nuevos impulsos, sangre nueva. Saludos