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Crítica de “Being the Ricardos”, de Aaron Sorkin, con Nicole Kidman y Javier Bardem (Amazon Prime Video)
La nueva película del creador de series como The West Wing y The Newsroom y de films como Red Social, El juego de la fortuna o El juicio de los 7 de Chicago reconstruye con moderado éxito momentos clave en las vidas de Lucille Ball y Desi Arnaz, capocómicos que convirtieron a Yo amo a Lucy en uno de los mayores sucesos de la historia de la televisón.
Being the Ricardos (Estados Unidos/2021). Guion y dirección: Aaron Sorkin. Elenco: Nicole Kidman, Javier Bardem, J.K. Simmons, Nina Arianda, Tony Hale, Alia Shawkat, Jake Lacy, Linda Lavin, Ronny Cox, John Rubinstein, Clark Gregg, Nelson Franklin, Jeff Holman, Jonah Platt, Christopher Denham, Brian Howe y Ron Perkins. Fotografía: Jeff Cronenweth. Edición: Alan Baumgarten. Música: Daniel Pemberton. Duración: 131 minutos. Estreno del martes 21 de diciembre en Amazon Prime Video.
Yo amo a Lucy fue una sitcom inmensamente popular (60 millones de espectadores cada lunes en los que prácticamente se paralizaba el país) que la CBS emitió entre 1951 y 1957. Sus protagonistas eran Lucy Ricardo (Lucille Ball) y Ricky Ricardo (Desi Arnaz) y Estados Unidos los adoraba tanto dentro como fuera de la pantalla, ya que Ball y el cubano Arnaz (quien era además un director de orquesta muy popular) estaban casados también en la vida real.
Pero no todos amaban a Lucy, la pelirroja favorita de los norteamericanos. En 1953 un popular periodista radial de espíritu sensacionalista llamado Walter Winchell denunció que Ball era comunista. Ella se había afiliado mucho tiempo antes -más precisamente en 1936- como un tributo a su abuelo, que sí había sido militante, pero en el caso de Lucille sin haber participado jamás en política. Lo concreto es que tuvo que testificar antes el Comité de Actividades Antiestadounidenses impulsado por el infame senador por Joseph McCarthy.
La nueva película de Aaron Sorkin se concentra en una semana “trágica” para Lucile Ball (Nicole Kidman) y Desi Arnaz (Javier Bardem): a la denuncia mediática se le suman la noticia de que ella está embarazada, lo que genera desaveniencias con los responsables de la serie (el matrimonio quiere sumar la novedad de la vida real a la ficción) y ciertas tensiones que van creciendo también en el seno de la pareja.
Menos virtuosa, más obvia y peor actuada que otras sorkiniadas, Being the Ricardos le cede sobre todo el punto de vista a Lucille para demostrar el machismo imperante, así como el talento no siempre reconocido y la perseverancia de la protagonista: aunque ella aportaba múltiples ideas, siempre era él quien tenía la última palabra y terminaba negociando todo lo importante. Lo mismo ocurre con los diversos flashbacks (en los que se apelan a ridículos efectos visuales para rejuvenecer a los personajes y se cae en ciertos lugares comunes del género de las biopics). En uno de ellos, vemos que Charles Koerner (Brian Howe), jefe de producción de la RKO, le informa que la compañía ha decidido dar por terminado su contrato, pese que ella venía de protagonizar junto a Henry Fonda la elogiada The Big Street (1942) y tenía destino de estrella. Los diálogos de Sorkin aquí son toda una declaración de principios contra las miserias de Hollywood que en muchos casos se mantienen ocho décadas después.
Más derivativa, menos concisa que los trabajos previos de Sorkin, Being the Ricardos tiene -además de su clara impronta de reivindicación feminista- múltiples capas que no siempre funcionan como él se lo propone: una de ellas es una de estructura de falso documental que enmarca el relato de ficción en la que se van mechando testimonios de showrunners, productores y guionistas de Yo amo a Lucy como Jess Oppenheimer, Bob Carroll Jr. y Madelyn Pugh, quienes después aparecerán en versiones más jóvenes interactuando con Desi y Lucille. La otra estructura es más clásica: la narración dividida en los distintos días de esa semana fundamental que cambiaría para siempre el destino de sus vidas. En definitiva, un Sorkin correcto y menor.
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