Festivales

Crítica de “Drive My Car”, de Ryûsuke Hamaguchi (Competencia Oficial) - #Cannes2021

A los 42 años, el japonés Hamaguchi ya es uno de los grandes autores del panorama mundial. Las tres horas de esta transposición de un cuento de Haruki Murakami confirman su estatus y constituyen la primera obra maestra indiscutible de la selección oficial de este año.

Publicada el 11/07/2021


Drive My Car (Doraibu mai kâ, Japón/2021) Dirección: Ryûsuke Hamaguchi. Elenco: Hidetoshi Nishijima, Toko Miura, Masaki Okada, Reika Kirishima, Park Yurim, Jin Daeyeon. Guion: Ryusuke Hamaguchi y Takamasa, basado en el cuento Drive My Car in Men Without Women, de Haruki Murakami. Música: Eiko Ishibashi. Fotografía: Hidetoshi Shinomiya. Edición: Azusa Yamazaki. Duración: 179 minutos.


La lógica festivalera nos recuerda, una y otra vez, que en este apretado mundillo, como se dice en el fútbol, “juegan Cannes y 10 más”. Ahí está el Team Croisette, en primerísima línea, siempre presto a quedarse con los títulos más cotizados. Y después van los otros. Por supuesto, hay excepciones que confirman la regla, pero lo normal es que Thierry Frémaux y su equipo se queden con lo mejor de cada cosecha.

Saco esto a colación a razón de la entrada en escena de Drive My Car. Su autor, Ryûsuke Hamaguchi, es ahora mismo uno de los nombres más deseados de la cinematografía japonesa, sobre todo desde 2015, año de su eclosión definitiva en Locarno gracias a la monumental Happy Hour. Desde entonces, cualquier proyecto que lleve su nombre, es carne de gran festival. En la última edición de Venecia pudimos ver Wife of a Spy, de Kiyoshi Kurosawa, escrita por el propio Hamaguchi.

Meses después, la Berlinale se anotaba el tanto de tener su brillante Wheel of Fortune and Fantasy compitiendo por el Oso de Oro (terminó ganando el Gran Premio del Jurado). Parecía que por esta temporada ya habríamos tenido suficiente ración de Hamaguchi, pero aún quedaba Drive My Car, la elección de Cannes, o sea, presumiblemente su mejor trabajo. Esto, dicho de una terna de títulos ya impresionante en sus dos primeras entregas. Pues bien, el razonamiento era correcto: tan incontestable como una suma aritmética.

Drive My Car, lo digo ya, es la obra maestra que Hamaguchi aún nos tenía reservada. Una película impecable, o sea, prácticamente perfecta. Pero, al mismo tiempo, es una pieza tan educada, tan respetuosa (hacia sus personajes, hacia la audiencia a la que se dirige), que en ningún momento se activa el complejo de inferioridad en su presencia. No apabulla, da gusto. Tanto, como esas películas de Frederick Wiseman en las que se radiografía, durante horas, los mecanismos de esas instituciones que salvaguardan la excelencia de la humanidad.

Pero esto de ahora no es un documental. Es una ficción fílmica basada en una ficción literaria (escrita por Haruki Murakami)… que al mismo tiempo se apoya constantemente en una ficción teatral (firmada por Anton Chejov, ni más ni menos). Pero, antes de que se ponga el foco sobre este último punto de referencia, hemos visto a una pareja hacer el amor en su dormitorio. Afuera está anocheciendo y, por supuesto, la luz escasea: tanto ella como él han quedado reducidos a la condición de sombras. Finas siluetas que dialogan.

Aunque, a decir verdad, solo habla ella y él escucha. De lo que se trata aquí es de contar una historia. Otra ficción, un relato que atrapa desde el principio; que no suelta en ningún momento. Y, a todo esto, nada perturba el transcurso de ese acto sexual. Al revés, es como si se nutriera, en gran medida, de la fábula que está flotando en el ambiente. Hasta que se alcanza el orgasmo y, claro, el mundo se detiene. Un suspiro, otro suspiro, y luego... “¿Quieres saber cómo termina?”

Y sí, por supuesto que sí. Sherezade lo sabía; Hamaguchi también. Sigue la película, pero la acción nos ha transportado a la mañana siguiente y al rato nos ha ha hecho saltar un par de años, y después, cuando ya debemos llevar tres cuartos de hora de metraje, aparecen los títulos de crédito iniciales. Drive My Car, salta a la vista, va fluyendo, no se sabe muy bien hacia dónde. La historia capta nuestra atención, en parte, por el sentido de la imprevisibilidad que la lleva entre bambalinas.

No hay necesidad de buscar conflictos (aunque los haya), mucho menos de alimentarlos artificialmente. Quien conduce este coche lo hace sin que sus pasajeros se den cuenta de cuándo ha cambiado una marcha, de cuándo acelera o frena. Y, claro, es imposible no dejarse llevar por él. El camino a recorrer, por cierto, lo marca la preparación y los ensayos de una función teatral. De una obra a la que dará vida un elenco de actores y actrices que hablan japonés, pero también mandarín, y coreano, y su correspondiente lenguaje de signos.

Un equipo panasiático, por encima de las fronteras nacionales. Cada cual se expresa como mejor sabe; todos están hermanados bajo el templo universal del arte. Allí donde la gente puede conectar sin la necesidad de entender (racionalmente) a quien tiene delante. El director de Asaki I & II (que compitió en Cannes 2018) habla sobre el amor, sobre la fidelidad y sobre la sanación, pero sobre todo sobre las bondades de hablar y escuchar: del contacto y el intercambio con los demás. Lo hace, esto sí, sin forzar ni apresurar las situaciones; respetando el tempo que cada una de ellas exige.

Este trayecto, por cierto, dura casi tres horas: un abrir y de cerrar de ojos para el hombre que aguanta la mirada a los procesos que no parecen importantes, pero que en realidad, sí lo son. Lo sabe él y, al final, nosotros también. Su puesta en escena, espectacular sin la necesidad de proclamarlo, deslumbra por su preciosa caligrafía, por su precisa y pulcra sobriedad. Es cine de verdad. Cine que emociona con la verdad humana que encierra. Con relatos de ficción que nos hablan mirándonos a la cara. Somos esto: las historias que contamos, aquellas con las que dejamos poso a quienes nos escuchan. A Ryûsuke Hamaguchi le recordaremos, en parte, por todas las que componen Drive My Car.




Hacete soci@ de OtrosCines/Club

Con un aporte de solo 250 pesos por mes, accedé a la newsletter semanal con información, recomendaciones y análisis de tendencias solo para suscriptor@s, así como a otros beneficios exclusivos, y ayudás a sostener un proyecto periodístico independiente y de calidad.

Más información: OtrosCinesClub@gmail.com


Suscribirme


 

COMENTARIOS

  • 7/02/2022 20:34

    Cuando aparece una película que dura casi tres horas y gira alrededor de la obra TÍO VANIA de Antón Chejov con sus personajes profundamente infelices y por momentos patéticos, uno tiende a pensar que esa película puede llegar a ser muy aburrida. El director japonés Ryusuke Hamaguchi demuestra con DRIVE MY CAR cuan equivocados pueden estar los que se guían por prejuicios La película comienza contando la historia de Yosuke, un director de teatro y actor casado con Oto que es guionista en un matrimonio aparentemente feliz hasta que un muerte inesperada tuerce el rumbo del director y allí empieza otra película filmada en Hiroshima donde Yosuke debe hacerse cargo de una puesta teatral de TÏO VANIA de Chejov y le asignan una habitación de un hotel en una isla adonde todos los días lo va a buscar y lo lleva en su auto una joven chofer que se llama Misaki. Todo lo que sucede en los ensayos de lo que va a ser la obra parece tener su correlato en la vida real de sus intérpretes que en más de una ocasión son desdichados e infelices. No se trata de una película sencilla de digerir pero en manos de este talentoso director logra momentos de gran cine. Película que merece recibir más de un premio (8/10)

  • 12/07/2021 9:13

    Hola Carlos. Como editor de sus textos me pasa lo mismo. Es la idea, entusiasmar desde el análisis. Víctor hace un gran trabajo. Es difícil escribir a pura velocidad, con pocas horas de sueño, con un creciente cansancio. Y lo hace con gran calidad y profesionalismo. Gracias por leer. Saludos

  • 11/07/2021 23:55

    Quiero ver todas las películas que comenta Esquirol apenas termino de leer sus comentarios.

DEJÁ TU COMENTARIO


FESTIVALES ANTERIORES


Todos los premios - #BAFICI2025
OtrosCines.com

-Este sábado 12 de abril se entregaron en La Usina del Arte las distinciones de la vigésima sexta edición del festival porteño.
-LS83 obtuvo el Premio Ciudad de Buenos Aires al mejor largometraje nacional en todas las competencias.
-La virgen de la Tosquera logró el Gran Premio del Jurado de la Competencia Internacional; y Bajo las banderas, el sol, el de la Competencia Internacional.

LEER MÁS
Críticas de “The bewilderment of chile”, de Lucía Seles, y “Lo deseado”, de Darío Mascambroni (Competencia Argentina) - #BAFICI2025
Diego Batlle

El nuevo film de Seles ganó el Premio Especial del Jurado de la competencia dedicada a lo nuevo del cine nacional.

LEER MÁS