Críticas
Estrenos
Crítica de “Judy”, de Rupert Goold, con Renée Zellweger
La intensa actuación de Zellweger como Judy Garland es lo mejor de esta biopic del londinense Goold.
Judy (Reino Unido/2019). Dirección: Rupert Goold. Elenco: Renée Zellweger, Jessie Buckley, Finn Wittrock, Rufus Sewell, Michael Gambon, Darci Shaw, Bella Ramsey, Royce Pierreson, Tim Ahern, John Dagleish, Gemma-Leah Devereux, Fenella Woolgar, Andy Nyman y Phil Dunster. Guion: Tom Edge, basado en la obra de teatro End of the Rainbow, de Peter Quilter. Fotografía: Ole Bratt Birkeland. Edición: Melanie Oliver. Música: Gabriel Yared. Distribuidora: BF Paris. Duración: 118 minutos. Apta para mayores de 13 años. Salas: 44.
Judy Garland tuvo una existencia intensa, tortuosa y breve. De niña prodigio en la actuación a cantante popular, esta mujer, madre y multifacética artista tuvo demasiados maridos, demasiadas adicciones, demasiadas noches de insomnio, demasiadas deudas, demasiadas angustias que derivaron inevitablemente en una acumulación de escándalos que sobrellevó como pudo en sus 47 años de vida. Es el tipo de personaje ideal para una biopic y, sobre todo, para una actuación como la de Renée Zellweger, quien allá por las décadas de 1990 y 2000 fuera una estrella de la comedia romántica (recuérdense Jerry Maguire - Seducción y desafío en 1996 o El diario de Bridget Jones en 2001) y, luego de varios años de secuelas innecesarias y papeles intrascendentes, vuelve con un papel que pide a gritos (y casi seguro conseguirá) el Oscar.
Zellweger es el centro, el corazón y lo mejor de una biopic tan cuidada y eficaz como convencional y superficial dirigida por el inglés Rupert Goold (True Story). Un cuentito bien contado, pero que está lejos de ubicarse entre los mejores exponentes de este subgénero tan de moda como el de las biografías trágicas de artistas torturados. Ella ofrece una de esas performances en ciertos pasajes algo ampulosas, bigger than life (no son de las de que particularmente más me gustan) que ganan premios. Zellweger canta muy bien en vivo, deja todo en cada plano, logra mimetizarse con la gestualidad de Garland y, en definitiva, no desaprovecha la posibilidad este regreso con gloria.
El guion de Tom Edge, basado en la obra de teatro End of the Rainbow, de Peter Quilter, va alternando entre el último año de la diva (murió en 1969) y sus inicios en la industria del cine (interpretada por Darci Shaw) bajo la supervisión (y presión o incluso manipulación) del productor Louis B. Mayer (Richard Cordery). La película muestra sus penurias económicas, su imposibilidad de cumplir con su rol de madre (además de la por entonces ya adulta Liza Minnelli tenía otros dos hijos pequeños) que la llevó a perder la custodia y al mismo tiempo poder reciclar y encarrilar una carrera musical en medio de una vida llena de turbulencias y contratiempos.
Los traumas acumulados desde pequeña están (sobre)explicados, sus relaciones muchas veces tirantes y en algunos casos enfermizas con los hombres son descriptos de manera bastante obvia y esa falta de sutilezas y matices corroe el resultado final. De todas maneras, la intensidad que aporta Zellweger como la actriz de El mago de Oz y Nace una estrella, el despliegue musical y la minuciosa reconstrucción de esa Londres de los años '60 terminan por conformar un film atendible y en varios pasajes disfrutables.
Toda la información sobre OtrosCines/Club y cómo sumarse a nuestra comunidad cinéfila
COMENTARIOS
DEJÁ TU COMENTARIO



CRÍTICAS ANTERIORES
El realizador de De caravana, Tres D, Todo el tiempo del mundo, Maturità, Casa propia y Ahora y siempre vuelve 15 años después al mundo del cuarteto cordobés aunque con un cambio de registro y de género. Tras su reciente paso por la Competencia Argentina del BAFICI, se estrena en 30 salas.
Se recomienda leer esta reseña solo si ya han visto el segundo capítulo, dirigido por Mark Mylod (Succession, Game of Thrones) y estrenado este domingo 20.
Luego de un amplio recorrido por festivales como la Mostra de Venecia (donde ganó el premio a mejor documental sobre cine) entre 2023 y 2024, se estrenó en salas y servicios de streaming de distintas partes del mundo (como Filmin) este algo didáctico y convencional pero igualmente muy valioso retrato del genial cómico neoyorquino fallecido en 1984, con tan solo 35 años.
Reseñas de valiosas películas como Un completo desconocido, Guerra Civil, Cónclave, Better Man, Nosferatu, Aún estoy aquí y Maria Callas que, luego de su paso por los cines, ya están disponibles en distintos servicios hogareños.
Excelente trabajo de Renée Zellweger, digna ganadora del Oscar.
LA AGONIA DEL EXITO Escrita por Tom Edge y basada en la obra teatral End of the Rainbow de Peter Quilter (también coautor del guión de la película), estamos ante una obra maestra del teatro musical que afortunadamente, es llevada al cine de la mano de un director sensible y respetuoso capaz de encontrar el nudo gordiano de la cuestión y trasladarlo en imágenes cinematográficas de gran contenido dramático. Judy no es una película biográfica. Se basa libremente en la vida de Judy Garland, y se concentra en los últimos meses de su vida. Magníficamente interpretada por Renee Zellweger, quien seguramente se llevará el Oscar a la Mejor Actriz, muestra la otra cara de una vida mimada por el éxito pero castigada por la intolerancia de todos aquellos que vivían a su costa (productores, empresarios, maridos, y músicos), impidiéndole con mandatos de diferente tipo ser ella misma, hacer lo que quería y disfrutar de su familia y su éxito. Judy es la historia de una mujer entre la espada y la pared. A los 40 años de edad ya se había convertido en un icono de Hollywood, una estrella cinematográfica, con una gran trayectoria como cantante popular, había contraído 5 matrimonios y tenía dos hijos pequeños (de su tercer matrimonio), a los que le costaba atender personalmente dado sus actividades artísticas. Consecuencia de ello, consumida por la dieta a la cual era sometida, su temprana adicción por las pastillas para adelgazar, el gran consumo de café y tabaco para perder el apetito, hará que su salud termine resquebrajándose y enferme gravemente muriendo a los 47 años de edad. La película se concentra en aquellos 6 meses antes de su muerte en ocasión de la última gira que emprende en viaje a Londres. Recrea su intimidad, nos informa de sus problemas conyugales, sus divorcios, su lejana y sufriente relación con sus hijos, su necesidad de hacer una gira para conservar su vigencia como actriz y cantante sino también para poder levantar una situación económica y financiera resentida por su tercer divorcio. El film es un abrazo a la intangibilidad. Alguien podría decir que está hecho de aquello con que se hacen los sueños. Es un discurso sobre los sentimientos y la imposibilidad de poder transmitirlos, de hacerlos reales. El film está definido por la incomunicación de sus personajes y una distancia que vuelve a todo como lejano. También por una idea trágica que lo atraviesa todo generando la idea del destino como algo inexorable. Rupert Goold debe haber leído y visto la obra muchas veces porque dirige el film con gran seguridad, sentido común y un respeto absoluto por la identidad de la diva. Sabe muy bien que pretende hacer con su película. La consecuencia de ello es un film eminentemente intimista, que más que mostrar una vida intenta comprenderla hasta descifrarla como si necesitara desnudarla para que su público entienda que más allá de la estrella, Judy, por sobre todas las cosas, eran una simple mujer, un ser humano que necesitaba vivir su vida, un ser sensible, vital, que pretendía una vida común, ser madre, disfrutar de sus hijos y estabilizarse emocionalmente de manera tal de poder convivir con un hombre que supiera acompañarla. Renee Zellweger corona con una gran actuación ese momento en la vida de Judy. Se mete en su intimidad y la radiografía en forma íntegra hasta que el personaje cobra vida. El espectador, queda anonadado ante la creación de ese momento de ilusión en el cual Judy revive en la actuación de Zellweger creando y transmitiendo dos horas de ilusión de soledad, desesperanza y desesperación. La extrae de la macheta para transformarla en un ser sufriente, incapaz de educar a sus hijos, convivir con un hombre, disfrutar de la vida, y de los dones musicales y actorales que innegablemente poseía. La Judy de Zellweger es un ser sufriente incapaz de gozar de un momento de felicidad más allá de algún aplauso perdido, o de un momento casual como la cena en la casa de los homosexuales. Su actuación vuelve a brillar en la anteúltima escena donde llama a sus hijos para una Navidad que otra vez pasará lejos de ellos. La escena es una sola toma donde ella se comunica por teléfono, la cámara se plata en un primer plano, en el fondo se escucha una canción, el cásico inolvidable de Ira Gershwin y Harold Arlen titulado The Man That Go Away. La escena no tiene cortes, y la desesperación de la ocurrencia deja verse en la expresividad de la cara de Zellweger. Esa mirada llena de infinita tristeza, de impotencia para cambiar el estado de las cosas, nos dice todo acerca de la fatalidad de una vida cuyo horizonte de vida será inexorablemente corto. El notable acompañamiento musical de Gabriel Yared y las canciones interpretadas por la propia por Renee Zellweger le otorgan una ambientación muy particular a la película logrando no solo el ámbito de un musical sino también una atmosfera cerrada de gran intimidad que contagia al espectador haciéndolo participe de la historia contada. Un film lleno de aciertos. Desde la actuación de la Zellweger a la música de Yared y las canciones inolvidables de la década del 40, con una fotografía de Ole Brandt Birkeland, cuyos tonos acaramelados inundan de calidez una atmosfera pesada que además, sabemos, conduce inexorablemente a la tragedia contando tan solo un pedacito de la otra cara de una vida extraordinaria que por su brillantez forma parte ineludible de la historia grande del cine.
El maravilloso trabajo de Renée Zellweger es el premio al ver esta película a la que le falta emoción, por lo menos.-
Se sabe de la gran actriz y cantante Judy Garland (1922-1969) que, a lo largo de su vida adulta, sufrió las consecuencias del maltrato físico y psicológico de esa maquinaria industrial sin piedad que es Hollywood y que eso se manifestó en una profunda inestabilidad emocional agravada por el alcohol y las drogas que consumió. La película de Rupert Goold se sitúa en el último año de vida e intenta reflejar esa situación sin efectismos ni golpes bajos. En ese sentido el espectador no asistirá a ninguna agonía u otras escenas que busquen el llanto fácil y en algunos momentos la historia volverá a la adolescencia de Judy cuando filmaba la película EL MAGO DE OZ, aunque sin aportar nada que no se sepa. Con un guión desparejo y superficial, lo mejor de la película es la excelente interpretación que hace Renée Zellweger, firme candidata al Oscar. (6/10)