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Crítica de “El buen mentiroso”, de Bill Condon, con Ian McKellen y Helen Mirren
Los dos protagonistas son lo mejor de este thriller psicológico sobre dilemas morales.
El buen mentiroso (The Good Liar, Estados Unidos/2019). Dirección: Bill Condon. Elenco: Helen Mirren, Ian McKellen, Russell Tovey, Jim Carter, Mark Lewis Jones, Céline Buckens, Nell Williams, Phil Dunster y Laurie Davidson. Guion: Jeffrey Hatcher, basado en la novela de Nicholas Searle. Fotografía: Tobias A. Schliessler. Edición: Virginia Katz. Música: Carter Burwell. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 109 minutos. Apta para mayores de 16 años.
Dos ancianos se comunican a través de una aplicación de citas online, se encuentran en un restaurante y en la charla admiten que han “maquillado” un poco la información. Inician luego una suerte de sereno romance, comparten algunas “inversiones” (de él sabremos enseguida que es un estafador profesional) y, a partir de entonces, comenzará una serie de sorpresas que, como en todo buen thriller, es mejor no anticipar.
No es novedad (teniendo en cuenta incluso el título de la película) que los juegos de seducción, la mentira, el engaño, las confabulaciones, las trampas cruzadas y ciertos hechos del pasado que regresan al presente en forma de venganza estarán en el centro de la escena de este film dirigido con mucho oficio y bastante eficacia por el prolífico y ecléctico realizador de Dioses y monstruos, Kinsey: El científico del sexo, Soñadoras: Dreamgirls, El quinto poder, La Bella y la Bestia, Mr. Holmes y hasta dos entregas de la popular saga Crepúsculo / Amanecer.
Y tampoco es novedad que, para sostener este duelo casi siempre circunscripto a dos personajes, este juego de gato y ratón (en el que nunca se sabe a ciencia cierta quién es quién), se necesitaban dos intérpretes de la experiencia, el aplomo, la ductilidad y la solvencia de Ian McKellen y Helen Mirren. Es cierto que hay buenos aportes secundarios de Jim Carter (el asesor financiero del Roy Courtnay de McKellen) y de Russell Tovey (el nieto de la Betty McLeish de Mirren), pero El buen mentiroso -que bebe de las fuentes de Patricia Highsmith, John le Carré y David Mamet- se termina sobreponiendo a algunas dosis de crueldad y a ciertos subrayados en su estructura de thriller psicológico con ínfulas moralistas gracias a dos intérpretes sabios, nobles y virtuosos, pero que jamás necesitan regodearse en su indudable capacidad expresiva.
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Estupenda película!! Helen y McKellen, se lucen de maravillas!!
Un filme de gran factura técnica, con la colosal Helen Mirren y el deslumbrante Sir Mckellen, quien ni lerdo ni perezoso te la manda a guardar. Párrafo aparte para el niño un genio. Alerta spoiler: el era gay
NADA ES LO QUE PARECE El Buen Mentiroso me recordó vagamente a Hitchcock, más precisamente, a La Sospecha, una de las grandes cumbres del maestro. Obviamente, las similitudes terminan en ese simple recuerdo. El Buen Mentiroso no es ni un remake ni siquiera una película que pretenda homenajearlo. No obstante ello, el nuevo film de Bill Condon basado en un guión de características teatrales de Jeffrey Hatcher sobre la novela Nicholas Searle, tiene virtudes propias que principalmente se sustentan sobre las grandes actuaciones de dos intérpretes ingleses de gran jerarquía como son Helen Mirren e Ian McKellen. Sobre sus espaldas recaen la mayoría de los méritos de la película. Se trata de un film donde prevalece el encierro, y el suspenso. Una obra, si bien de origen literario, con característica teatrales muy definidas que, bien aireada, ha sido adaptada para el cine. Desde el inicio, sabemos que las intenciones de Roy Courtnay son las de estafar a Betty Mc Leisch. No obstante ello, el film se desarrolla en círculos tales que las acciones se van derivando hacia hechos absolutamente imprevisibles por parte del espectador. El Buen Mentiroso refleja la falta de confiabilidad que inspira nuestra época. Nada ni nadie es lo que parece ser. En ese sentido, el film puede resultar tan impredecible como la vida misma. Tal vez ello, sea su mayor falta de mérito. La escena final traiciona al espectador que siguió con paciencia el desarrollo de la trama. La falta de lógica de los personajes triunfa sobre su racionalidad. Tal vez ello genere un final impactante y sorprendente, pero no coherente con el desarrollo de los personajes. Bill Condon es un director experimentado que nos hace recordar su primer film estrenado en Argentina, Dioses y Monstruos (1998), donde recreaba la vida de James Whale, el director de cine que hizo famosos al monstruo de Frankenstein. En esta, la dualidad del monstruo esta en los personajes. En la descripción de esa dualidad y en la personificación que logran los actores radican los mayores méritos del film. Muy buena, también, la fotografía de Tobías A. Schliessler, llena de luces y sombras respaldadas en tonos apastelados en grises y celestes.