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Críticas de “Marriage Story” (“Historia de un matrimonio”), de Noah Baumbach; y “Seberg”, de Benedict Andrews - #TIFF19

Cerramos la cobertura de Toronto con la que probablemente haya sido la mejor película de esta edición (lo nuevo del director de Historias de familia, Margot y la boda, Greenberg, Frances Ha, Mientras somos jóvenes, Mistress America y Los Meyerowitz: La familia no se elige, cuyo estreno en Netflix será el 6 de diciembre próximo); y con un film ligado a la figura de la mítica actriz Jean Seberg.

Publicada el 16/09/2019

-Marriage Story / Historia de un matrimonio (EE.UU., 136’), de Noah Baumbach (Sección Special Presentations) ★★★★★

El comienzo de Marriage Story es de los más hermosos que dio el cine en los últimos años. Ese romanticismo inicial, anclado en lo cotidiano y aumentado por recursos propios del cine, está a punto de ser desarmado en pedazos… junto con el corazón del público. 

Como indica su título, la nueva película de Noah Baumbach es la historia de un matrimonio. Pero no narra en forma cronológica cómo se conocieron y enamoraron sino que está contada a partir de su disolución. El guionista y director parece creer que en el final es donde están las claves de todo lo que salió mal, pero también todo lo que estuvo (y está) bien en la que la pareja formada por Charlie, un talentoso director teatral, y Nicole, una actriz que se hizo famosa en una película juvenil pero abandonó la posibilidad de seguir una carrera en el cine para actuar en las obras de su marido.

Lo que sigue a ese comienzo es una exploración realista sobre una pareja, su final como tal y el amor que no se pierde sino que se transforma, en especial porque tienen a un hijo que los une para siempre. Baumbach sabe que lo universal está en lo particular y por eso pinta un cuadro lleno de detalles propios de estos personajes y su situación. Tal vez sea difícil entender el problema de un director y una actriz que no pueden ponerse de acuerdo en vivir en Nueva York o Los Ángeles, pero los conflictos que surgen cuando una de las partes relegó sus aspiraciones para apoyar las del otro son mucho más reconocibles. La forma en que Baumbach, apelando tanto al humor como a la emoción, muestra el dolor de los rencores y lo que los llevó al final pero también el amor siempre latente, es de una impactante perspicacia intelectual y emocional.

Más allá de tener un guión de una estructura impecable y diálogos inteligentes, o tal vez por eso mismo, Marriage Story es una película que requería de actuaciones ajustadas a ese desafío. Pero lo que consiguieron Adam Driver y Scarlett Johansson en su trabajo con Baumbach va todavía más lejos y es simplemente brillante. Mientras la película se está desarrollando ellos son Charlie y Nicole; obligan al público a entrar en esa realidad con ellos, como también lo hacen los increíbles secundarios: Laura Dern, Alan Alda, Ray Liotta, Julie Hagerty y el pequeño Azhy Robertson, que interpreta al hijo de la pareja.

Marriage Story tiene muchas escenas memorables a cargo de ambos protagonistas pero hay una en la que Driver canta en un bar Being Alive, la canción del musical Company, de Steven Sondheim. En vez de escribir números y letras o decir cuántos autos hay en una serie de fotos, el nivel de emoción que provoca esa escena debería ser la prueba para demostrarle a un sitio web que uno no es un robot. 






-Seberg (EE.UU.-Reino Unido, 96’), de Benedict Andrews (Sección Special Presentations) ★★★✩✩

La historia de cómo el FBI espió a la actriz Jean Seberg durante la década de 1960 por su apoyo y donaciones a los Panteras Negras y otros grupos que luchaban por los derechos civiles es tan terrible como fascinante. Seberg toma esa parte de la vida de la actriz como centro de su narración y la expande hacia dos aspectos: por un lado ,está el retrato de la vida personal de Seberg, intepretada por Kristen Stewart, y de su genuino interés por las causas sociales; por el otro, se cuenta la historia de un joven agente del FBI que queda a cargo de la operación para encontrar información sobre la actriz y finalmente difamarla, con consecuencias trágicas.

Cuando la película se concentra en Seberg tiene de su lado no sólo el interés que provoca la historia de la actriz sino también la excelente interpretación de Stewart, capaz de llevar su retrato desde una confianza rebelde a la vulnerabilidad total. Sin haber sufrido una persecución por parte del gobierno, Stewart probablemente se pueda identificar con el juicio de la opinión pública, alimentada por los medios. Incluso la actriz, que se hizo famosa con la saga Crepúsculo, se fue a Francia a buscar un ambiente en el que poder desarrollar su carrera de otra manera, tal como lo hizo Seberg en su momento.

Si el film de Benedict Andrews se hubiera concentrado sólo en ella, sus problemas personales y cómo la persecución del FBI la fue destruyendo, sin dudas tendría mayor potencia. Pero la insistencia en preocuparse por las dudas y tribulaciones del agente del FBI, su rechazo a las actitudes agresivas de su compañero de investigación, encarnado por Vince Vaughn, y su relación con su esposa estudiante de medicina, interpretada por la chica del momento Margaret Qualley, son mucho menos cautivantes y se convierten en un obstáculo, al punto de que dan ganas de apretar fast-forward. 




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COMENTARIOS

  • 11/12/2019 19:11

    HISTORIA DE UN MATRIMONIO de Noah Baumbach Alguien que me sostenga Alguien que me lastime profundo Alguien que se siente en mi silla Y arruine mi sueño Y me haga dar cuenta que estoy vivo? De Being Alive de Stephen Sondheim Historia de un Matrimonio es la nueva película estrenada en Netflix del excelente director neoyorkino nacido en Brooklyn en 1969, Noah Baumbach, perteneciente al movimiento de cine independiente americano. Baumbach tiene en su haber una docena de films largos, entre documentales y ficciones, la mayoría de los cuales no fue estrenado en los cines argentinos. Solo recuerdo haber visto Historias de Familia (The Squid and the Whale, 2005) y Mientras Seamos Jóvenes, 2014. El resto se lo conoció a través de DVD y en festivales donde se ha hecho una figura popular en los últimos años, dado que su prestigio ha crecido considerablemente. Sus películas han comenzado a verse por Netflix. La crónica que nos ocupa corresponde a su último film estrenado esta semana justamente por ese medio. Historia de un Matrimonio narra el proceso del divorcio de una pareja que tiene un hijo donde la disputa se concentra en el régimen de visitas. El film, notablemente actuado por un sobresaliente elenco donde destacan los trabajos de Adam Driver como Charlie y Scarlet Johansson como Nicole refiere a una joven pareja de artistas. Él, autor y director teatral, y ella, una talentosa actriz en busca de un papel que le dé popularidad, casados, con hijo pequeño. La película refleja el desgaste de la pareja como consecuencia de una vida moderna llena de problemas financieros, cambios de trabajo, la propia inestabilidad de la actividad artística del matrimonio, el desarraigo común a ambos que han emigrado de adulto a tentar mejor suerte en la ciudad de Nueva York, la dificultosa crianza de un niño pequeño en un gran ciudad los lleva a una separación obligada, dado que ella es contratada por una de las mayores cadenas de televisión para protagonizar una serie, lo cual da pie a una separación de hecho que la misma convivencia después de 6 años de matrimonio venia pre anunciando. Baumbach concentra su film en ese proceso de separación, donde la intervención de los abogados complica y monetiza la cuestión, transformando al drama en una sátira donde los abogados estiran y complican los problemas con la mente puesta en la facturación de honorarios mientras la pareja no encuentra una solución adecuada a su desencuentro que específicamente es el régimen de visitas periódicas que el padre debe efectuar al niño. El guionista y director, con suma destreza y un sentido innato del humor, indaga en los sentimientos que se rompen en esa pareja haciendo aparecer sutilmente el sufrimiento que ocasiona la separación en las partes pero sobre todo al hijo. Su film termina siendo una oda a esos sentimientos encontrados, a la cosa rota que se va partiendo por dentro, generando una soledad difícil de expresar cuando en realidad las partes han buscado eso, alejarse una del otro para que cada uno pueda seguir su propio camino. En la escena final, un grupo de actores que acompañan a Charlie, realizan un after hour en un bar del west side neoyorkino. De repente un pianista sube al escenario y comienza a entonar una canción. Charlie se pone de pie, toma el micrófono y comienza a cantar con total sentimiento las estrofas de Being Alive de Stephen Sondheim del musical Company. El momento se llena de sentimientos confusos, esos mismos sentimientos que parecen gobernar la vida tumultuosa del artista, aquel que por dar a luz su propia obra, descuida su propia vida, la de sus amores y hasta la de los propios hijos. En esa escena desemboca esa especie de espíritu adolescente que los humanos siempre llevamos dentro cualquiera sea nuestra edad. El recuerdo del amor perdido. La nostalgia inunda el espacio. El film encuentra su fin.

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