Festivales
Críticas de la sección Trayectorias - #BAFICI21
Por Diego Batlle, Manu Yáñez, Fernando E. Juan Lima, Víctor Esquirol y Josefina Sartora
-En la amplia cobertura de la 21ª edición del festival porteño publicamos aquí 17 reseñas sobre un total de 23 títulos de esta selección dedicada a los directores y directoras con más pergaminos y, por lo tanto, con mayor recorrido en el circuito de muestras internacionales. Algo así como los greatest hits festivaleros.
-En este recorrido analizamos los nuevos largometrajes de -nada menos- Mia Hansen-Løve, Brillante Mendoza, Abdellatif Kechiche, Wang Xiaoshuai, Rick Alverson, Carlos Reygadas, Denis Côté, Kirill Serebrennikov, Werner Herzog, Lars von Trier, Yervant Gianikian, Paolo Sorrentino, Peter Jackson, Alex Ross Perry, Victor Kossakovsky y Gabriel Mascaro. Sí, hay equipo.
-Maya (Francia-Alemania, 107'), de Mia Hansen-Løve
Mia Hansen-Løve nos descubrió, dos años después de su último trabajo, que en su “avenir” estaba Maya. Una fuga; una huida hacia no se sabe (aún) dónde, exactamente. Una película que algunos no han tardado en apuntar su más que posible estatus de “bisagra”; es decir, de transición hacia lo que puede ser una nueva etapa en la carrera de la realizadora parisina. A la espera del siguiente título, que confirmará o desmentirá dicha sospecha, queda ese viaje propuesto aquí, irregular en la concreción de los diversos frentes explorados (véase un romance aparentemente central, y desde luego indigno de la autora de, por ejemplo, Un amour de jeunesse), pero sin duda interesante en la consolidación del arte de una cineasta que incluso en los momentos en que parece más distante, consigue impregnar sus propuestas de una calidez y de una melancolía a ratos emocionantes.
Tras un largo cautiverio en Siria a manos de un grupo terrorista, un periodista francés (Roman Kolinka) vuelve al hogar. Es el año 2012. Ayer, vaya, pero parece que fuera hace siglos. Alimenta esta sensación la filmación y puesta en escena añejas de Hansen-Løve. El tratamiento de la imagen, así como las actuaciones en ciertos momentos, hacen que los años parezcan décadas. No parece mera filia vintage, sino más bien cristalización cinematográfica del paso acelerado con el que avanzan los tiempos que nos ha tocado vivir. Como era de esperar, el ritmo narrativo invita muy naturalmente a la calma… aun así, algunos diálogos se resuelven a velocidad altamente antinatural, mientras el encadenado de sucesos parece amoldarse a dicho tempo.
Hay conflicto en ese oasis calmo. Se perciben en él los latidos de unas tensiones que escapan al control del individuo; cuya dirección no depende exclusivamente de él. Aunque para imprevistos, el de los avatares geopolíticos inmiscuyéndose en una película de Mia Hansen-Løve. La combinación se resuelve, esto sí, como dicta la lógica interna. A los pocos días de volver, el periodista decide tomar la baja laboral de forma indefinida. Sin mediar muchos avisos previos, hace las maletas y se dirige a la India, donde pasó buena parte de su infancia. El viaje como promesa no de resolución del pasado, sino de refugio en él. Una vez instalado en Goa, Kolinka se refiere a la despreocupación como elemento primordial de aquella época a la que desea regresar.
Y así transcurre buena parte de la aventura. Entre fiestas, excursiones y enamoramientos. Entre esos placeres que dan color (no necesariamente sentido) a la vida. Una de las muchas escapadas sobre las que se construye la historia principal es resuelta con un montaje semimusical (por playlist, no por banda sonora original, como manda el manual Hansen-Løve) de postales y mapas turísticos superpuestos. La mezcla de estímulos huele mucho a fragancia artificial, pero no por ello poco evocadora. A lo mejor sea este el efecto buscado por la directora. Esto es, reproducir en una sala de cine esa promesa de evasión que sólo pueden proporcionar las imágenes distantes… y al mismo tiempo familiares.
Un hombre se comunica con otro a través de una retransmisión en directo vía teléfono móvil, y se aferra al aparato como si le fuera la vida en ello. Lo que le descubre la pantalla no es al otro, sino seguramente la perspectiva de la enésima aventura diseñada (o imaginada) para aliviar su malestar. Los problemas que nos asolan son de tal de magnitud que nada podemos hacer para resolverlos, de modo que nos recluimos en esa casa (o edad) en la que parecía que nada podía hacernos daño. Con esta actitud, el hombre del smartphone se entretiene con unos delfines cuando su amada le pregunta sobre la posible naturaleza cruel de Dios, y entrena sus habilidades con una peonza para no tener que ver la ruina existencial en la que se ha convertido su día a día. Dicho así puede sonar absurdo, pero no lo parece tanto cuando volvemos a aquellas escaleras mecánicas averiadas… mucho menos cuando Mia Hansen-Løve pone música a la escena. En efecto, los privilegiados también tienen derecho a sentirse torturados. Buena cuenta de ello da Maya, pequeña joya “BoBo” en la que las pulsiones bohemias y burguesas confirman lo agradable (y efímero) de lo insustancial. El tiempo pasa volando, porque así no duele. VÍCTOR ESQUIROL
-Alpha, the Right to Kill (Filipinas, 94'), de Brillante Mendoza ★★★★✩
Aquí la crítica completa de Diego Batlle en la cobertura del Festival de San Sebastián 2018
-Mektoub, My Love: Canto uno (Francia-Italia, 181'), de Abdellatif Kechiche
En varios sentidos, Mektoub, My Love: Canto Uno, la nueva película del cineasta franco-tunecino Abdellatif Kechiche, puede verse como la declinación radical de algunos de los preceptos que hicieron de La vida de Adèle una auténtica sensación en el marco del Planeta Autor. Reincidiendo en la construcción de prolongadísimas escenas que combinan, en primer plano, lo verborreico y lo física, Kechiche propone en esta primera entrega de Mektoub, My Love… (que promete acabar siendo una trilogía) una foto fija de la juventud en su vertiente más festiva y hedonista. Protagonizada por un numeroso grupo de chicos apolíneos y chicas exuberantes, la película propone un tratado sobre la feminidad como objeto de deseo. Lejos queda la odisea existencialista de La vida de Adèle, donde la sensualidad y la sexualidad, siempre ancladas a la experiencia sentimental, devenían procesos de aprendizaje y maduración. En Mektoub, My Love…, los personajes funcionan como arquetipos estáticos, cuerpos de gran belleza que Kechiche vampiriza con el objetivo de sublimar una tensión sexual de vocación tántrica.
Abonada a un cine estival, sonriente y táctil, Mektoub, My Love… explicita en sus 180 minutos de duración lo que intentaba disimular La vida de Adèle: su condición de fantasía masculina, condimentada con unas pinceladas de romanticismo. En su aproximación a una realidad mestiza y utópica –una comunidad del sureste de Francia en la que no parece haber lugar para el racismo–, Kechiche adopta como principal punto de vista la mirada de Amin, un joven sensible y enamoradizo que deambula por un universo de flirteos interminables, pasiones efímeras y férreos vínculos familiares: un laberinto de afectos y frustraciones que pretende abrazar la luminosidad vitalista, libertaria y al mismo tiempo melancólica del cine de Eric Rohmer, pero que se estanca en una visión unidimensional de la exaltación hormonal. Adaptación muy libre de la novela La Blessure, la vraie de François Bégaudeau (autor de Entre los muros, cuya adaptación fílmica le valió a Laurent Cantet una Palma de Oro), Mektoub, My Love…, cuya acción transcurre en 1994, debe ser estudiada con cierta cautela: se intuye que la (esperada) continuación del film puede abrir la historia de Amin hacia nuevas parcelas de la experiencia humana. MANU YÁÑEZ
-So Long, My Son (China, 180'), de Wang Xiaoshuai ★★★★½
Aquí la crítica completa por Fernando E. Juan Lima en la cobertura de la Berlinale 2019, donde ganó los premios a Mejor Actor y Mejor Actriz.
-The Mountain (Estados Unidos, 106'), de Rick Alverson
Esta suerte de híbrido imposible entre The Master, de Paul Thomas Anderson, y el universo de Tsai Ming-liang fue mi película favorita de la Competencia Oficial del Festival de Venecia 2018, aunque si fuese por la atención que le dedicó la crítica y la prensa, uno podría pensar que el nuevo film del director de The Comedy y Entertainment nunca estuvo ahí.
Con un abordaje muy singular y sui generis al pasado para pensar el presente, se trata de una fuerte apuesta formalista (con una pantalla 4:3) que juega con el vacío, con personajes que se mueven muy poco (allí remite a las primeras películas de Tsai). La historia nos lleva hasta la década de 1950 con un médico (el personaje está basado en un caso real) que fue uno de los mayores especialistas y defensores de la lobotomía. Por otro lado está un joven que vive con su padre y se la pasa buscando a su madre. Cuando el doctor le dice que ha conocido a esa mujer en uno de los tratamientos se produce una suerte de identificación entre ambos.
The Mountain es un muy potente film sobre la orfandad, que se puede leer desde lo simbólico a la hora de reflexionar sobre el abatimiento, el malestar y el desconcierto de la América de entonces, pero con alcances actuales. La lobotomía como eje nos transporta a una propuesta devastadora, con un tono mortuorio, que puede verse también como una distopía, como una película de zombies, con protagonistas aparentemente cuerdos, pero que deambulan de sanatorio en sanatorio, entre figuras fantasmagóricas. MANU YÁÑEZ
-Nuestro tiempo (México-Francia-Alemania-Dinamarca-Suecia, 173'), de Carlos Reygadas) ★★✩✩✩
Aquí la crítica completa por Diego Batlle en la cobertura del Festival de San Sebastián 2018
-Répertoire des villes disparues (Canadá, 96’), de Denis Côté ★★★✩✩
Aquí la crítica completa por Fernando E. Juan Lima en la cobertura de la Berlinale 2019
-They Shall Not Grow Old (Reino Unido-Nueva Zelanda, 99'), de Peter Jackson ★★★★✩
El director de El señor de los anillos incursiona en el documental con este fascinante acercamiento a la Primera Guerra Mundial en el centenario de aquel sangriento conflicto bélico. Aunque es, en esencia, un documental el realizador neozelandés y su equipo de Weta Digital concretaron un trabajo técnico extraordinario. A partir de 600 horas de archivo del Imperial War Museum, Jackson construyó un relato en el que la mayoría de las imágenes ha sido coloreada, pasada de 13 a 24 cuadros por segundo, trabajada con efectos digitales y finalmente convertidas en un film en 3D.
Los puristas del clasicismo podrán cuestionar la iniciativa, pero el resultado visual es magnífico. Nunca la Gran Guerra se vio así, en toda su dimensión trágica. Y ese entramado formal que muestra las penurias en las trincheras, los campos de batalla y los ríos de heridos y muertes está acompañado por testimonios de primera mano tomados por la BBC entre decenas y decenas de soldados (algunos de 14 años). La historia oral y las nuevas tecnologías unidas para un documental deslumbrante y aterrador a la vez. DIEGO BATLLE
-Summer / Leto (Rusia-Francia, 126'), de Kirill Serebrennikov ★★★★½
Aquí la crítica completa por Diego Batlle en la cobertura del Festival de Cannes 2018
-Meeting Gorbachev (Gran Bretaña-Estados Unidos-Alemania, 90'), de Werner Herzog y André Singer
En una larga entrevista, Herzog y Singer revisan el fin de la Unión Soviética y la carrera política de su último presidente, Mikhail Gorbachov. Con una actitud francamente amistosa y cordial, ambos trazan una imagen laudatoria de quien impuso la Perestroika y la última glasnost, decisiones que si bien han sido aplaudidas por Occidente, fueron –y son aún- muy controversiales y discutidas en Rusia. Gorbachev logró terminar con la Guerra Fría y fue el impulsor del desarme, mejoró las relaciones con Occidente y propició y permitió la reunificación de Alemania, por lo que Herzog se muestra agradecido y extiende su agradecimiento a todo su país.
El documental muestra al líder soviético como un visionario, que comprendió que con la decadencia de la Unión Soviética nada podría detener el cambio y las independencias de los distintos países que la conformaban. Esto motivó una crisis en el poder, y Gorbachev renuncia en simultáneo con la disolución de la URSS, en 1991. Sus respuestas son lúcidas, profundamente incisivas. Por ello se echa de menos que nunca se refiera a la actualidad rusa, con una sola, fugaz aparición de Putin. Emotivo documental con entrevistas e imágenes de archivo que aborda también aspectos de la vida privada y personal de quien fuera de las figuras relevantes de la historia del fin de siglo. JOSEFINA SARTORA
-The House that Jack Built (Dinamarca-Francia-Suecia-Alemania-Bélgica, 152'), de Lars von Trier ★½
Aquí la crítica completa por Diego Batlle en la cobertura del Festival de Cannes 2018
-I diari di Angela - noi due cineasti (Italia, 125'), de Yervant Gianikian
La pareja Ricci Lucchi-Gianikian trabajó durante décadas mancomunadamente, como aquella conformada por Straub-Huillet. Tras la muerte de Angela Ricci Lucchi en febrero de 208, Gianikian decidió formalizar un documental a partir de los diarios personales que la directora llevó durante años. En este autorretrato, Gianikian pone en escenas diferentes entradas del diario, a partir de material filmado oportunamente por ambos, que registra impresiones, actividades artísticas, performances y exposiciones, encuentro son personalidades del arte y la cultura, viajes a Armenia, Sarajevo, Italia, trabajos rurales, comidas, que presentan distinto nivel de interés. Un film nostálgico, evocativo, en el que la escritura de Ricci Lucchi está siempre presente en su reflexión sobre la humanidad y la actualidad y que anuncia en cierto modo el final próximo de la directora. JOSEFINA SARTORA
-Loro (Italia, 150'), de Paolo Sorrentino ★★½
Que el napolitano Paolo Sorrentino es el cineasta de la desmesura no resulta, a esta altura, una novedad. Que intenta convertirse en el Federico Fellini del siglo XXI, tampoco. Tras Il divo, biopic a su estilo sobre Giulio Andreotti, posó la mira con Loro en la figura de Silvio Berlusconi, multimillonario que llegó a tener casi la suma del poder público y privado: cuatro veces primer ministro, dueño de un inmenso emporio mediático y hasta con fuerte influencia en el fútbol.
Los primeros 40 de los 150 minutos de la versión internacional (en Italia se estrenó en dos partes con una duración total de 204 minutos) son como un largo comercial (con números musicales) de modelos hermosas bailando desenfrenadas al borde de una piscina, mostrando sus esculturales cuerpos, consumiendo cocaína, mientras en la trastienda hombres depredadores les tocan el culo o las usan como objetos sexuales. Todo es tan orgiástico, perverso, patético, vulgar (grasa) que La grande belleza (que le valió a Sorrentino el premio Oscar) parece en la comparación una película de Lisandro Alonso.
Luego nos sumergiremos en la intimidad de Berlusconi (buena caracterización de Toni Servillo) con sus miserias, sus manipulaciones, su cinismo, sus negociados y su victimización (el ataque del aparato judicial). Hay algo fascinante en un principio a la hora de apreciar la fastuosa puesta en escena, el virtuosismo de cada plano de Sorrentino, pero a la larga (y esta película es particularmente larga) esa admiración se va transformando en irritación frente a tanta banalidad y capricho superfluo. El “nuevo Fellini” quizo sintonizar con el espíritu de época (acá también tuvimos nuestra propia era de pizza y champagne), pero se termina quedando en la superficie, en el artificio, en el regodeo. Sorrentino en estado puro. DIEGO BATLLE
-Divino amor (Brasil-Uruguay-Noruega-Dinamarca, 100'), de Gabriel Mascaro ★★★½
El siempre interesante y provocador director de Domésticas, Ventos de Agosto y Boi Neon trajo al Bafici -luego de pasar por Sundance y Berlín- este film ambientado en 2027 con grupos evangelistas dominando ya por completo la escena política y social, al punto que unas fiestas electrónicas con bases religiosas han reemplazado incluso al Carnaval como evento más popular. En este contexto, una funcionaria/burócrata (Dira Paes) se ha convertido en una tozuda defensora de los valores tradicionales y, aunque tiene que habilitar trámites como el divorcio, milita para evitar que las parejas se separen. Mientras tanto, lucha con su marido infértil para quedar embarazada y tener ese hijo que tanto la obsesiona.
Ente elementos casi de ciencia ficción, una voz en off infantil, pastores, muchas escenas de sexo, alegorías y algunos paralelismos con estos tiempos de Bolsonaro y su posible proyección a futuro, Mascaro construye un film tan hipnótico como incómodo, tan misterioso como perturbador, a la hora de (re)pensar a ese gigante tan golpeado por el fanatismo como Brasil. DIEGO BATLLE
-Her Smell (Estados Unidos), de Alex Ross Perry ★★★★½
Aquí la crítica completa por Diego Batlle
-Gloria Bell (Chile-Estados Unidos, 102'), de Sebastián Lelio ★★★★✩
Aquí la crítica completa por Diego Batlle
-Aquarela (Reino Unido-Alemania-Dinamarca-
La potencia y belleza del agua en sus distintas formas cautiva en este film-ensayo o documental de Viktor Kossakovsky, quien ya nos había sorprendido con Hush! y sobre todo con ¡Vivan las antípodas! y sus creativas exploraciones geográficas. La experiencia de sumergirse en su último trabajo es difícil de transmitir en palabras. Ese mismo criterio ha sido el del director, quien presenta un mundo acuático sin narrador, casi sin palabras, dejando que el agua "hable" por su sola presencia. En un recorrido por diversos puntos geográficos del mundo, con un montaje abrupto que va cambiando de espacios, la cámara capta las distintas formas que toma el agua, con una mirada poderosa: el segmento más largo es el de las impresionantes panorámicas sobre lagos congelados, donde los hombres trabajan con dificultad para rescatar vehículos que han caído allí. No es una vana elección que casi las únicas palabras que se oyen en todo el film refieran a que el deshielo llegó este año varias semanas antes de lo habitual. El tema del recalentamiento climático subyace silente pero elocuente, en todo el film.
La espléndida fotografía llega a tomar un carácter abstracto, que trasciende el tema. Glaciares que se derriten, cayendo en enormes bloques de hielo en el agua, inmensas olas que arrojan una nube de espuma mientras se revuelven majestuosamente, caídas de agua en altísimos cañadones, seres humanos trabajando para mantener a flote un velero en medio del mar embravecido, cada toma lleva a interrogarse sobre el cómo está realizada, dónde se colocó la cámara para captar esa maravilla. El deshielo de los glaciares convertidos en monstruosas islas flotantes se instala como toda una amenaza. Y el poder del agua salida de su cauce puede verse en una Miami, centro del glamour de la sociedad consumista, sumergida bajo las aguas, abandonada, azotada por un huracán y el diluvio.
Concebida como una obra musical, la película no sólo juega con la imagen fascinante sino también con el ritmo, pasando de un momento agitado a otro de calma, otro de caos, de suspensión, etc. Y la música metal –no siempre presente- completa esta experiencia hipnótica en una obra de arte total. JOSEFINA SARTORA
También se exhiben en esta sección:
-All is True (Kenneth Branagh
-Earth (Nikolaus Geyrhalter)
-Genèse (Philippe Lesage)
-Shooting the Mafia (Kim Longinotto)
-Siempre sí (Alberto Fuguet)
-The Great Buster: A Celebration (Peter Bogdanovich)
Más información sobre OtrosCines/Club y los beneficios para Marzo
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