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Críticas de “Grâce à Dieu”, de François Ozon; y “God Exists, Her Name is Petrunija”, de Teona Strugar Mitevska (Competencia Oficial) - #Berlinale2019
Dos propuestas muy disímiles (en temática y calidad) presentadas en la lucha por el Oso de Oro de esta 69ª edición del festival alemán.
-Grâce à Dieu (By the Grace of God, Francia, 137’), de François Ozon ★★★✩✩
Está claro que Ozon no es un autor. Su extensa obra cinematográfica comprende algunas películas interesantes y personales y otros muchos productos de vocación estrictamente comercial. Así y todo hay algo en esa heterogeneidad, un desparpajo para explorar formatos y temas sin demasiadas ataduras o mandatos que hacen que suela encontrar casi siempre algún elemento que me intriga, me seduce o, al menos, me llama la atención.
Hecha la aclaración, cabe decir que Grâce à Dieu encuadra sin dudas en las películas pensadas más en la taquilla y el impacto que en algún tipo de búsqueda estética, temática o formal más personal. Ello no implica que el resultado sea o deba ser per se mejor en uno u otro caso. Pero lo cierto es que es evidente que esta película es más 8 mujeres, Potiche o Una nueva amiga, que Ricky, El refugio o Gotas que caen sobre rocas calientes. El tema de la película reviste actualidad, es uno de esos que claramente puede identificarse como uno “importante”. Basándose en “hechos reales”, Ozon se asoma al caso del cura Bernard Preynat, que en 2016 fue denunciado por haber abusado sexualmente de decenas de niños desde los años '70 en Francia. Fiel a su inclasificable esencia, el costado exploitation del asunto está muy presente, pero también su costado político. Como en The Rati Horror Show, de Enrique Piñeyro, la película ve la luz cuando el caso aún está abierto; en tanto todavía siguen sin decidirse los cargos por complicidad o encubrimiento que se endilgan a los superiores del cura acusado de abusos, en particular la denuncia efectuada contra el cardenal Philippe Barbarin.
Así, Grâce à Dieu es una anomalía por donde se la mire: explota un tema importante pero presta más atención a cómo impactó en las vidas de las víctimas y sus familias el proceso de denuncia que los detalles escabrosos de las experiencias sufridas; se viste de film de denuncia pero en la deriva narrativa el interés está más puesto en las contradicciones e internas del grupo que se forma para llevar adelante las denuncias. Desde el punto de vista político merece prestar atención a la importancia de que una película como esta se corra del corset del “cine de arte y ensayo”, que se transvista de drama familiar y que sea tan amplia al momento de aceptar distintas miradas. Es eso lo que hace más fuerte la evidencia del abuso de poder, de la obscena falta de empatía y respeto, del encubrimiento y complicidad que parecen apuntar más alto que al cardenal en cuestión. Las referencias no son directas y muchas veces provienen más de algo que se escucha en la televisión o en la radio: el Vaticano estuvo todo el tiempo al tanto, el actual Papa incluído. Es fácil encontrar frases de ocasión para sobreactuar una indignación no necesariamente sincera; llevar adelante acciones concretas que abracen a las víctimas, repudien duramente lo sucedido y castiguen a los criminales, se ve que no tanto. El caso no está cerrado. Y no está mal que una película como esta ponga la lupa sobre él.
-God Exists, Her Name is Petrunija (Gospod postoi, imeto i' e Petrunija, Macedonia / Bélgica / Eslovenia / Croacia / Francia, 100'), de Teona Strugar Mitevska ★✩✩✩✩
Una de esas decisiones que parecen indefendibles. ¿Cómo un producto tan básico y superficial puede formar parte de la selección oficial de un festival tan prestigioso como la Berlinale? Durante la visión de esta película, la certeza de que podemos prever cada una de las pretendidas vueltas de tuerca de la trama hace que los pensamientos vayan por otro camino: uno imagina a los productores internacionales armando la receta de esta cosa…
1- Dos partes de color local (ya sabemos que eso siempre vende, más con una locación tan “atrasada” como Macedonia: ciudades semiderruidas se confunden con un paisaje más bucólico, música y costumbres religiosas que aparecen como exóticas para el resto del mundo; todo muy bonito para detallar con muchos colores que contrastan con el entorno más gris y arratonado).
2- Añadir el doble de tema importante. Las cuestiones de género están de moda y no importa que se note (y mucho) que el compromiso no es real: lo que corresponde es que la bajada de línea sea clara, gruesa, unidireccional, tan salvaje como el machismo que se quiere criticar. Si la protagonista ya venía humillada de fábrica (por su propia madre), su choque con el patriarcado representado nada menos que por la iglesia y la policía, aparece como ideal para lograr la obviedad perfecta.
3- Esos componentes se unen con el humor más básico y pedestre, algo de erotismo de baja intensidad y una vuelta de tuerca final tranquilizadora (no sea cosa que alguien se crea que queremos ser feministas en serio, ¡que esto no es Las hijas del fuego!).
Pues bien, que nos hemos ido por meandros un poco extraños, pero resulta indignante comprobar cómo amparándose en causas nobles, el world cinema arma estos productos de una superficialidad y demagogia a tal punto obscenas.
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