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Crítica de “Dry Martina” + Entrevista al director Che Sandoval

Lo nuevo del realizador de Te creís la más linda (pero erís la más puta) y Soy mucho mejor que vos lo muestra igual de potente, pero más virtuoso que en sus anteriores trabajos. 

Estreno 21/06/2018
Publicada el 19/06/2018

Dry Martina (Chile-Argentina/2018). Guión y dirección: Che Sandoval. Elenco: Antonella Costa, Patricio Contreras, Geraldine Neary, Pedro Campos, Álvaro Espinosa y Yonar Sánchez. Fotografía: Benjamín Echazarreta. Música: Gabriel Chwojnik. Edición: César Custodio. Dirección de arte: Nicolás Oyarce. Sonido: Ezequiel Saralegui. Distribuidora: Cinetren. Duración: 95 minutos. Apta para mayores de 16 años. Salas: Salas: 9 (BAMA Cine Arte, Showcase Haedo, Hoyts Unicenter, Village Merlo, Cinema San Martín, Monumental Rosario, Village Rosario, Village Maipú de Mendoza y Village Neuquén).



Cómo hacer un cine más prolijo, de alcance más internacional, menos de gueto y visualmente más sofisticado sin por todo ello resignar la esencia y la potencia de su cine previo. Ese parece haber sido el desafío que asumió el director de Te creís la más linda (pero erís la más puta) y Soy mucho mejor que vos. La respuesta, contundente y positiva, hay que encontrarla en los méritos no menores de Dry Martina.

Nadie mejor que Che Sandoval para encabezar una coproducción entre Argentina y Chile rodada a ambos lados de Los Andes porque desde hace muchos años vive a caballo entre Buenos Aires (donde empieza y termina el film) y Santiago (donde está el corazón de la historia). El conoce mejor que nadie las similitudes y diferencias entre el sentir y el decir de chilenos y argentinos. Y también conoce a la protagonista de la historia porque Antonella Costa fue su pareja en la vida real. Así, con algunos pocos elementos de inspiración autobiográfica, y mucho de escritura, de búsqueda y de intuición fluye con una velocidad e intensidad devastadoras esta comedia negra con algo de John Cassavetes, Woody Allen y el primer Almodóvar, en el que los diálogos y las escenas de sexo compiten por ser más explícitas, desafiantes y desprejuicidas.

El film comienza con una huida. La Martina Andrade del título (Antonella Costa, pura dinamita y con look de estrella de oro de la época clásica) abandona el escenario en medio de un show, se sube a un taxi, se saca la peluca y se va en medio del acoso de unos fans chilenos que fueron a verla a ese concierto porteño. Pronto sabemos que ella ha tenido mejores épocas como diva pop con un par de hits, pero ahora está en plena crisis personal. Y si decimos personal es porque no es solo artística, sino también afectiva e incluso sexual (algo así como una ex ninfómana ahora frígida). Para colmo de males, su padre está en coma desde hace un año y ella se niega a dejarlo morir, su gata está en celo permanente (y se escapa cuando quiere castrarla) y así con todo...



Película de enredos construida con vértigo y potencia furibunda, Dry Martina encontrará rápidamente a nuestra heroína -frustrada pero impulsiva- viajando a Chile en busca de César (Pedro Campos), un aspirante a periodista deportivo que representa la posibilidad de un amor más pasional que racional, y terminará enganchándose también con Francisca (Geraldine Neary), quien podría (o no) ser una hermana de la que no tenía noticias. La identidad, las responsabilidades, los deseos íntimos y cómo todos estas cuestiones muchas veces se potencian o entran en cortocircuito son los ejes de una narración con personajes que pueden darse unos cuantos cachetazos y a la escena siguiente compartir una botella de vino.

Más allá de que Dry Martina luce mucho más elegante y cuidada que sus dos trabajos previos, Sandoval no hace ninguna concesión en términos de diálogos zafados y conflictos extremos (uno de los personajes, por ejemplo, tiene tendencias suicidas y todo el tiempo sobrevuela el tema de los hijos abandonados). No todo funciona a la perfección (como el personaje del “chongo”/rapper afroamericano de Francisca), pero la narración siempre fluye con su estilo urgente que dará lugar incluso a ciertos picos emotivos ligados al personaje de Ignacio, un novelista interpretado por Patricio Contreras.

Lúdica y desgarradora a la vez, Dry Martina nos presenta a un renovado Sandoval ahora con el punto de vista y la mirada puesta en los deseos y las angustias de la mujer, pero también al mismo director de siempre: audaz, visceral y provocador.


Nuestra entrevista al director Che Sandoval





COMENTARIOS

  • Luc
    20/09/2020 7:31

    Son realmente agotadoras las ficciones hechas a la medida de estos personajes con altas dosis de sarcasmo que viven ninguneando, hiriendo y maltratando a todas las personas con que se cruzan, que siempre tienen una respuesta rápida lacerante y la última palabra, que están rodeados solo de gente menos lista y menos cruel y por tanto con menos carisma, como para que no los eclipsen, y que a pesar de todo lo desagradable que son tenemos que aceptar, no sólo por las geniales líneas mortales que los guionistas les escriben para hacernos reír, sino también porque en el fondo sufren, en el fondo están muy solos y solas, en el fondo esos personajes cabrones también tienen un corazoncito. Me pasó con el Ricky Gervais de "After Life", y me pasó con "Muñeca Rusa". A ninguno de estos dos imbéciles (adjetivo inclusivo de por sí) me los pude fumar más de un episodio. Ahora bien, está claro que esta clase de personajes son con frecuencia femeninos. Es lógico, a estas alturas es muy difícil conseguir que semejantes palabras y actidudes no sean indigeribles en un personaje masculino. Más impensable (o simplemente ridículo) sería un personaje masculino con el desborde/desorden emocional y el exceso de expresividad/sinceridad de Martina, o la Tana Ferro de Suar, o Pilar de Casi Feliz... Solo en un personaje femenino todo esto puede resultar aceptable y simpático. No sólo se acepta y se tolera, también se celebra. Y los guionistas lo han aprendido rápido. Y, aunque no lo parezca, da la impresión de que el sexismo sigue allí latente, que para crear un personaje femenino con caracter y personalidad y vitalidad sexual, los guionistas (en su mayoría hombres) solo tienen que trasladar a lo femenino lo más desagradable de la masculinidad. Los guionistas de hoy han aprendido muy bien lo de invertir los roles. En Dry Martina las mujeres hablan de chongos como los peores tipos hablan de trolas o garches, se ríen de los penes pequeños como los peores tipos se ríen de las mujeres con narices grandes o culos celulíticos... Pero no alcanza con esto. En la cinta no hay personaje masculino por el que podamos sentir un mínimo de simpatía. El que no es un lisiado sexual es un puritano enfermo que quiere saber a cuantos tipos se tiró Martina y después la desprecia; otro es un viejo que le pone una mano en la pierna a diez minutos de conocerla, otro un chongo idiota de Senegal que no sirve para otra cosa que fumar canutos, beber hasta quedar lelo y garchar... Los guionistas de cine sin duda saben crear un imagen de empoderamiento.

  • 22/05/2019 5:59

    Finalmente la he visto por Netflix y me sorprendió gratamente. Che Sandoval es un director inteligente que construye una comedia que deja un sabor amargo donde alterna situaciones para reírse, escenas de sexo muy bien filmadas y un análisis sobre la soledad de la protagonista, Martina, (excelente actuación de Antonella Costa) una cantante de treinta y pico que no ha podido consolidarse emocionalmente, tiene a su padre postrado y , para colmo, se le aparece una joven chilena llamada Francisca que dice ser su hermana (muy buen trabajo de Geraldine Neary). Filmada de los lados de la cordillera, más allá de algunos lugares comunes con los giros del idioma y algunas alusiones políticas superficiales, la película se sostiene a partir de una historia interesante y dos actrices muy bien dirigidas. (7/10)

  • 19/06/2018 17:50

    No conocía el cine de che Sandoval, por lo tanto, este fue mi primer encuentro y el resultado ha sido ampliamente positivo. Filmada en Buenos Aires y Santiago, como una coproducción entre Argentina y Chile, Sandoval logra una comedia pasatista muy entretenida, con algunas escenas de soft porno derivadas de los problemas sexuales de su protagonista casi absoluta, una cantante de boleros enamoradiza con problemas de sexualidad que derivan en una especie de vodevil. Ello hace que el film se meta de lleno en una comedia de enredos con ribetes familiares, extremadamente alocada, que remite al cine americano de los años 80, aquellos donde Goldie Hawn reinaba en el género. Hay que reconocer en Sandoval sus notable aptitudes para la comedia como así también la factura técnica del film, especialmente a lo que se refiere a sonido, es de una calidad infrecuente en nuestro cine.

  • 19/06/2018 15:15

    Cuando la vi en BAFICI escribi en el foro... Largo camino recorrió Antonella Costa desde su bello rostro adolescente de fines de los noventa y que nos conmoviera con Garage Olimpo. Hoy permanece su formidable figura y potencia interpretativa en el increíble personaje de Martina en esta picaresca romántica de nuevo paradigma, que se nutre de todo el desprejuicio, cinismo liberalidad sexual y humor oscuro que permite la estética actual. Todo parte de un guión virtuoso -debidamente asesorado también creo, por nuestro Martin Rejtman- y de la máscara extraordinaria de Antonella en todas las diversas situaciones. Convengamos tambien que la otra actriz chilena la acompaña muy bien y el resultado final es de una pelicula muy disfrutable y que merecería este Che del pais hermano, alguna victoria en la Sección que participa.

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