Festivales
17 críticas de la sección Un Certain Régard
Hors Satan, del francés Bruno Dumont, The Murderer (The Yellow Sea), del coreano Na Hong-Jin; Tatsumi, del singapurés Eric Khoo; Restless, del estadounidense Gus Van Sant; L'Exercise de l'Etat, del galo Pierre Schoeller; The Day He Arrives, del también coreano Hong Sang-soo, Martha Marcy May Marlene, del estadounidense Sean Durkin; Elena, del ruso Andreï Zviaguintsev; y Good Bye, del iraní Mohammad Rasoulof, fueron nuestras 9 películas favoritas en esta segunda sección oficial del festival, que si bien no alcanzó el notable nivel de la edición 2010 tuvo unos cuantos trabajos de interés.
El director de La vida de Jesús, L'Humanité, Flandres y Entre la vida y la pasión/Hadewijch vuelve a sus retratos de pueblos grises y abúlicos (en este caso, uno ubicado en la costa norte de la Normandía) para describir la extraña, enfermiza relación entre una atribulada chica (la debutante absoluta Alexandra Lematre) y un homeless (David Dewaele, en su primer papel protagónico), quien -casi sin proponérselo, como si fuera la cosa más normal del mundo- se irá convirtiendo en un asesino serial. Si bien en la propuesta hay algo de déja vu, Dumont da unas cuantas vueltas de tuerca (hay algo de fantástico en el relato) y vuelve a demostrar que el peso, la consistencia, la profundidad de cada uno de sus planos vale más que buena parte del cine contemporáneo.
-The Murderer/The Yellow Sea (Corea del Sur, 140'), de Na
Hong-Jin. Calificación: 8
puntos
En su segundo largometraje después de The
Chaser, este director ratifica que es uno de los grandes talentos del
cine de su país. En este caso, narra las desventuras de Gu-nam, un taxista que
lleva una vida de perros (su mujer se fue a Seúl y él está convencido que lo
engaña, tiene deudas de juego por su adicción al mah-jong que no puede
pagar y es presionado por los mafiosos locales). El antihéroe es un Joseonjok,
como se denomina a las 800.000 personas que viven en una zona fronteriza
entre China, Rusia y Corea dominada por los negocios ilegales, y que resultan
una suerte de parias en el entramado social de la región. Cuando está a punto de
desbarrancarse del todo, Gu-nam recibe un encargo: ir hasta Seúl para matar a
una persona. Así podría terminar con sus problemas financieros y recuperar a su
mujer. Lo que sigue, es un relato de enorme tensión, intensidad y virtuosismo:
con el sello del mejor cine coreano.
-The Day He Arrives (Corea del Sur, 79'), de Hong Sang-soo.
Calificación: 7,5
puntos
Se sabe: Hong Sang-soo narra siempre más o menos
la misma película. Un intelectual (a veces un escritor, casi siempre -como aquí-
un director de cine de arte ególatra y conflictuado) se la pasa bebiendo,
comiendo, charlando, caminando y seduciendo a chicas. En The Day He
Arrives, un realizador con cierto prestigio (cuatro películas en su
haber) vuelve a Seúl tras llevar bastante tiempo radicado en el campo. Se
reencuentra (más bien se cruza por la calle) con amigos, ex alumnos y
admiradores/as. Película de ensayo/experimentación, propone distintas
variaciones sobre mismas situaciones (reitera con ciertos cambios escenas ya
presentadas un rato antes). El resultado, como siempre, es muy interesante,
aunque para mi gusto inferior al notable díptico de 2010
(HaHaHa y Oki's Movie). De todas maneras, Un
Hong Sant-soo algo menor sigue siendo Cine con mayúsculas.
-L'Exercise de l'État (Francia, 112'), de Pierre Schoeller.
Calificación: 7
puntos
En su tercer largometraje, el director de
Versailles describe con bastantes más hallazgos que problemas
la actividad cotidiana de un ministro de transportes (el gran Olivier
Gourmet) y las relaciones con el resto del gabinete y con sus subalternos (desde
sus asesores hasta su chofer). Si bien no todas las secuencias son igualmente
eficaces (hay algunas realmente notables), se trata de una descarnada, minuciosa
e impiadosa mirada al estrés, la presión, la adrenalina, las
contradicciones y la "locura" de la política y, sobre todo, de la gestión (desde
lidiar con los medios de comunicación hasta con los
recortes presupuestos), de ese "ejercicio del Estado" al que alude el
título. Se lucen también en papeles secundarios Michel Blanc, Zabou Breitman y
Laurent Stocker. Schoeller es un cineasta a seguir.
-Martha Marcy May Marlene (Estados Unidos, 101’), de Sean
Durkin. Calificación: 7
puntos
Exponente del cine indie americano más sórdido y
extremo (digamos, en la línea de Ballast o Lazos de
sangre/Winter’s Bone), este primer largometraje de Durkin se
adentra en las crudas experiencias de la joven del título (Elizabeth Olsen) que
ingresa a una suerte de secta que convive en una zona rural bajo el despiadado
liderazgo de un patriarca (John Hawkes). Allí, las chicas son sometidas
sexualmente y gracias a esos y otros favores van ganando poder para poder
manipular a las recién llegadas. El grupo neo-hippie sobrevive de lo que produce
la granja, aunque también se dedica a irrumpir en casas vacías de familias
adineradas para robarse objetos de valor. Pero la protagonista logra escaparse y
va a vivir a la paradisíaca residencia de veraneo que su hermana y su marido
(Sarah Paulson y Hugh Dancy) tienen junto a un lago. La narración va y viene en
el tiempo (del presente en ese lugar tan placentero donde la protagonista siente
una profunda incomodidad no exenta de ataques de nervio al pasado sórdido
en el seno de aquel clan perverso). La película es provocadora y consigue una
fuerte tensión psicológica, aunque el uso ampuloso de la música y ciertos
subrayados dañan un poco su resultado final.
-Elena (Rusia, 109'), de Andreï Zviaguintsev. Calificación: 7 puntos
Este riguroso e
impecable drama del director de El regreso y The Banishment está
construido desde el punto de vista de una mujer ya veterana (la Elena del
título) que lleva dos años casada con un millonario e intenta ayudar a su
patético hijo (de un matrimonio anterior), mientras su marido se niega a darle
más plata y parece más interesado, en cambio, en reconstruir la relación con su
cínica hija (también de una pareja previa). El film expone las contradicciones
de los nuevos modelos de familia, las diferencias sociales y cómo el dinero se
ha transformado en el principal mecanismo de poder en una sociedad cada vez más
deshumanizada y fragmentada.
-Restless (Estados Unidos, 91’), de Gus Van Sant (película
de apertura). Calificación: 7
puntos
Más cerca del Van Sant de En busca del
destino (concebida al servicio de la dupla Ben Affleck-Matt Damon),
Todo por un sueño (para el lucimiento de Nicole Kidman) y
Descubriendo a Forrester (con Sean Connery) que del director
radical de Elefante, Los últimos días,
Gerry y Paranoid Park,
Restless es un film que se queda a mitad de camino -lo cual no
es enteramente malo- entre el drama romántico juvenil más o menos convencional y
una exploración bastante más arriesgada sobre el tema de la muerte.
En
manos de otro director, este guión de Jason Lew podría haber sido el típico
“telefilm de la semana” (hay enfermedades terminales, madres alcohólicas,
caóticas celebraciones de Halloween), pero Van Sant es de esos creadores capaces
de hacer magia con los materiales más insospechados: así, convierte la relación
entre Annabelle (Mia Wasikowska con pelo cortísimo), una chica que sufre de
cáncer, y Enoch (Henry Hopper. el hijo de Dennis), un freak cuyo principal hobby
es asistir a funerales ajenos, en un cine no exento de lirismo que propone una
desacralización de la muerte y que hasta incluye la aparición de un fantasma (un
piloto japonés de la Segunda Guerra Mundial) que juega a la Batalla Naval.
Annabelle y Enoch se persiguen por un bosque oscuro, se encuentran en un
cementerio, se acompañan en una transfusión de sangre, se meten en una morgue.
Como se podrá intuir, no es de las típicas historias de amor juvenil a las que
nos tiene acostumbrado Hollywood. Es una película con look comercial (incluso en
el uso de la música), pero con una apuesta temática bastante arriesgada, casi
extrema. No está entre los mejores trabajos de la notable filmografía de Van
Sant, pero no deja de ser un film atendible, misterioso y, por momentos,
fascinante.
-Tatsumi (Singapur, 98'), de Eric
Khoo. Calificación: 7
puntos
En su primer largometraje animado, Khoo -ex
artista del cómic- realiza un homenaje a su admirado Yoshihiro Tatsumi, quien en
1957 -en plena crisis de posguerra- inició el movimiento conocido como Gekiga o,
lo que es lo mismo para entenderlo en términos básicos, una suerte de Manga para
adultos. A partir de cinco historias de Tatsumi (una leyenda viviente de 76
años) y con una animación artesanal pero muy bella y creativa (hay algo de
Waltz with Bashir) que intenta mantener en la pantalla
grande la estética del Gekiga, Khoo muestra la contracara más sórdida y
oscura del Japón ocupado y sometido, pero también buscando su recuperación moral
y económica. En medio de esos episodios, hay pasajes de la vida del propio
Tatsumi, basados en el libro A Drifting Life, la
impresionante autobiografía de 800 páginas en el que describe su existencia y su
trayectoria. El film costó unos 800.000 dólares, una cifra bastante baja
para los estándares actuales del cine de animación, aunque también es cierto que
su alcance está restringido a los cultores de estos géneros nipones.
-Bé omid é didar/Good Bye (Irán, 100'), de Mohammad
Rasoulof. Calificación: 7
puntos
Rasoulof -quien no pudo venir a Cannes por
imposición del régimen de su país- narra las desventuras de una mujer embarazada
y con su marido (periodista) encarcelado, que se debate entre practicarse o no
un aborto (en Irán es legal), ya que su hijo nacerá con Síndrome de Down,
mientras realiza los tortuosos trámites para conseguir el pasaporte y la visa
para viajar al exterior. El film, a pesar de los temas que aborda, no cae jamás
en la declamación ni en el subrayado. El director es fiel a su puesta en escena
ascética y rigurosa, pero en el trasfondo se percibe el clima represivo (y
opresivo) que se respira actualmente en Irán. Gran trabajo de la protagonisa
excluyente: Leyla Zareh.
-Trabalhar cansa (Brasil, 99'), de Marco Dutra y Juliana
Rojas. Calificación: 6,5
puntos
El film arranca exponiendo la crisis de un
matrimonio cuando él pierde su trabajo como ejecutivo y ella no logra hacer
funcionar comercialmente un pequeño supermercado que abre como emprendimiento
personal, pero luego la trama se va tornando cada vez más sórdida y ominosa, a
partir de unos extraños descubrimientos detrás de las paredes del negocio. Así,
lo que comienza como un drama familiar termina más cerca del cine de género. A
pesar de algunas limitaciones actorales y narrativas, se trata de una opera
prima muy atendible.
-Miss Bala (México, 113'), de Gerardo Naranjo. Calificación: 6 puntos
Este nuevo largometraje del mexicano Gerardo Naranjo (Drama/Mex y Voy a explotar) narra un día en la vida de una bella veinteañera (Stephanie Sigman) que decide participar del concurso para elegir a Miss Baja California y -producto de la fatalidad y del destino- queda involucrada en la guerra entre el crimen organizado y las autoridades locales y la DEA. El film describe el sino trágico de la protagonista -que es utilizada por una de las bandas armadas dedicadas al narcotráfico- pero al mismo tiempo denuncia un contexto de corrupción, violencia y machismo. Naranjo ratifica sus dotes para la puesta en escena (incluso para las escenas de acción), aunque por momentos está al borde de la explotación algo oportunista del tema. De todas formas, se trata de una mirada artística valiosa y de fuerte valor testimonial.
-Okhotnik / The Hunter (Rusia, 124'), de Bakur
Bakuradze. Calificación: 5,5
puntos
Este realizador georgiano
(Shultes) describe el día a día en un criadero de cerdos
ubicado en una zona rural. Ivan es el patrón y padre de familia que maneja
con mano firme un negocio bastante duro y desgastante. La llegada de dos nuevas
empleadas -que vienen de purgar una condena en prisión- comienza a alterar cada
vez más la dinámica del lugar, en un relato que tiene esa belleza y ese rigor
tan propios del cine ruso, pero que no logra trascender ciertos lugares
comunes y limitaciones de su trama.
-Oslo, 31. August (Noruega, 96'), de Joachim Trier.
Calificación: 5,5
puntos
El film se sumerge en la intimidad de
Andres, un joven de 34 años adicto a drogas duras que está a punto de completar
su etapa de desintoxicación en una clínica en el campo. Los médicos y
psicólogos le permiten volver a Oslo para tener una entrevista de trabajo y el
protagonista aprovecha la oportunidad para reencontrarse con amigos y
familiares. Todos han cambiado mucho y, así, el estado de confusión personal se
acrecienta. Un retrato sobre la culpa, la decepción y las segundas oportunidades
que no agrega demasiado.
-Loverboy (Rumania, 95'), de Catalin Mitulescu.
Calificación: 5,5
puntos
Con su corto Traffic (2004), este
director rumano ganó nada menos que la Palma de Oro. Con su opera prima,
The Way I Spent the End of the World, logró una interesante
descripción de los últimos tiempos de la era Ceausescu desde el punto de vista
de los niños. Con semejantes antecedentes, se esperaba bastante más de
Loverboy, la historia de un agraciado joven (un poco
convincente trabajo del popular músico George Pistereanu) que se dedica a
seducir chicas para luego introducirlas en una banda dedicada al tráfico y la
prostitución en la zona del Mar Muerto. El protagonista tiene intenciones de
hacer lo mismo con la bella Veli, pero se termina enamorando y entran a jugar
allí las contradicciones internas. El film resulta un poco torpe y obvio en su
exposición del machismo. No está del todo mal (tiene ciertos rasgos de estilo
que han convertido al nuevo cine rumano en el favorito de los festivales), pero
resultó una clara decepción.
-Halt Auf Freier Strecke (Alemania, 110’), de Andreas
Dresen. Calificación: 5
puntos
Dueño de una filmografía irregular, pero siempre
interesante (Nunca es tarde para amar es una gran película),
Dresen defrauda con este melodrama sobre un hombre al que le diagnostican un
tumor cerebral irreversible y, por lo tanto, le quedan apenas un par de meses de
vida. La historia -que no ahorra golpes (¿bajos?)- se centra en cómo hace el
protagonist para lidiar durante ese tiempo con su esposa, sus dos hijos y sus
compañeros de la fábrica en que trabaja. Este descenso a los infiernos es
chocante y, para colmo, Dresen apela a ciertas licencias “artísticas” (la
“relación” con el tumor), lugares comunes (filmarse a sí mismo) que no
hacen más que empeorar las cosas.
-Et maintenant on va où? (Líbano-Francia, 100’), de Nadine Labaki. Calificación: 4 puntos
La directora de Caramelo (también protagonista del film) apela al pintoresquismo for export, al patetismo pueblerino y al artificio (varias secuencias musicales) para describir la lucha de un grupo de mujeres por aliviar las tensiones religiosas entre musulmanes y cristianos dentro de una comunidad del Líbano, que vive entre carencias y minas que pueden explotar en cualquier momento. Un film torpe, caótico (con algo del peor Kusturica) y manipulador.
-Arirang (Corea del Sur, 100'), de Kim
Ki-duk. Calificación: 3
puntos
El regreso del otrora prolífico director coreano
Kim Ki-duk, luego de un bloqueo creativo y de una profunda crisis personal
que lo alejaron del cine en los últimos años, no pudo ser peor. La película -una
suerte de diario íntimo en el que el director aparece en pantalla
dialogando con sí mismo (y hasta con su propia sombra)- aborda de manera
visceral y descarnada (la imagen y la edición son más bien pobres) su
descenso a los infiernos, pero termina entre el ejercicio de narcisismo y la
autoindulgencia.
Nota: La función de la película chilena Bonsái se suspendió a los 35 minutos, por lo que no estoy en condiciones de hacer una reseña.
Seguinos en Facebook aquí
Seguinos en
Twitter aquí
Suscribite a nuestro
RSS (feeds) aquí
Visitá nuestra página en
YouTube aquí
Visitá nuestro blog
Micropsia aquí
Visitá nuestro blog
OtrosCines/TV aquí
COMENTARIOS
DEJÁ TU COMENTARIO



FESTIVALES ANTERIORES
Críticas breves de tres valiosos films distinguidos por los jurados de sus respectivas secciones.
-Este sábado 12 de abril se entregaron en La Usina del Arte las distinciones de la vigésima sexta edición del festival porteño.
-LS83 obtuvo el Premio Ciudad de Buenos Aires al mejor largometraje nacional en todas las competencias.
-La virgen de la Tosquera logró el Gran Premio del Jurado de la Competencia Internacional; y Bajo las banderas, el sol, el de la Competencia Internacional.
Cierre de la trilogía iniciada con 36 horas (2021) y Cuando oscurece (2022).
El nuevo film de Seles ganó el Premio Especial del Jurado de la competencia dedicada a lo nuevo del cine nacional.
Recuerdo que el año pasado vos, Monteagudo y Lerer recalcaron el excelente nivel que tuvo Una cierta mirada y creo recordar que hasta les parecio mejor que la competencia oficial. Como analizas este año? cayo el nivel?
Bruno Dumont es uno de los grandes autores del cine contemporaneo, viendo lo mal que criticaron Polisse no se entiende por que un tipo de este nivel y ganador de la Palma no estuvo en Competencia oficial, abrazo a los amigos en Cannes
"Annabelle y Enoch se persiguen por un bosque oscuro, se encuentran en un cementerio, se acompañan en una transfusión de sangre, se meten en una morgue." ABSOLUTAMENTE IMPERDIBLE !!!!
al ser un poco mas comercial ¿tendremos la oportunidad de ver este Van Sant en los cines argentinos? abrazo y adelatne con la cobertura