Críticas
Estreno en cines
Crítica de “Aquaman y el reino perdido” (“Aquaman and the Lost Kingdom”), película de James Wan con Jason Momoa y Patrick Wilson
La despedida definitiva del Universo Extendido de DC (o DCEU por sus siglas en inglés) no quedará precisamente en el recuerdo. Esta megaproducción en 3D de 205 millones de dólares de costo (sin contar los cuantiosos gastos de lanzamiento) acumula varios de los vicios del género superheroico de los últimos años.
Aquaman y el reino perdido (Aquaman and the Lost Kingdom, Estados Unidos/2023). Dirección: James Wan. Elenco: Jason Momoa, Patrick Wilson, Yahya Abdul-Mateen II, Amber Heard, Randall Park, Dolph Lundgren, Nicole Kidman y Temuera Morrison. Guion: David Leslie Johnson-McGoldrick. Música: Rupert Gregson-Williams. Fotografía: Don Burgess. Edición: Kirk M. Morri. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 124 minutos. Apta para mayores de 13 años.
James Wan ha incursionado con más éxitos que fracasos en franquicias tan diversas como las de El juego del miedo, Rápidos y Furiosos, La noche del demonio / Insidious y El conjuro y en 2018 consiguió con Aquaman el mayor éxito de taquilla entre la veintena de películas del DCEU con una recaudación solo en salas de más de 1.150 millones de dólares. Quizás por eso, Warner le encomendó a la dupla Wan-Momoa cerrar esta etapa bastante tortuosa de diez años en lo artístico (y en varios casos también en lo comercial) del universo de DC. Y, sin ser un despropósito, el resultado de El reino perdido es tan mediocre y genérico como su subtítulo.
Esta segunda entrega dedicada a Aquaman sufre de los mismos (o incluso peores) problemas del universo de películas sobre supehéroes: el caos narrativo, la sobrecarga de estímulos, la abrumadora acumulación de efectos visuales (caos digital y en 3D) y una catarata de gags, diálogos y conflictos construida sin demasiada gracia, audacia ni capacidad de sorpresa: una película adrenalínica y testosterónica con personajes masculinos omnipresentes y básicos, mientras que los femeninos (y eso que están Nicole Kidman y Amber Heard) apenas si tienen un mínimo de desarrollo y de minutos en pantalla.
Volviendo a calcar el esquema de Marvel con Thor y Loki (hermanos enfrentados por el trono de Asgard allí y de Atlantis aquí), esta secuela encuentra a Arthur / Aquaman no solo como rey y marido de Mera (Amber Heard) sino ahora también como... padre de un encantador y travieso bebé al que pronto se le descubren habilidades y poderes infrecuentes. Hay en esa presentación de la intimidad más mundana del protagonista algo de desenfado que luego la película irá dilapidando con caóticas escenas de batallas y conflictos dramáticos (como la relación de odio-amor con su medio hermano Orm Marius interpretado por Patrick Wilson) abordados con máximas tan torpes como solemnes.
El villano, Black Manta (Yahya Abdul-Mateen II), tampoco tiene demasiados matices, facetas curiosas ni encabeza situaciones realmente ominosas por lo que resulta un estereotipo insulso. Ni siquiera la escena post-créditos trasciende el efecto de un chiste efímero y, así, este último proyecto del DCEU resulta un producto bastante menor. Una despedida sin pena y claramente sin gloria.
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