Críticas
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Especial Cine Latinoamericano: Críticas de “Cambio cambio”, “El otro hijo” y “El gran movimiento”
Reseñas de las muy buenas películas del argentino Lautaro García Candela, el colombiano Juan Sebastián Quebrada y el boliviano Kiro Russo, que en los tres casos se formaron en la Universidad del Cine (FUC) y que por estos días coinciden en la cartelera local.
Egresado de la Universidad del Cine, crítico y editor de la revista La Vida Útil, y director de Te quiero tanto que no sé (2018), García Candela estrenó en la Competencia Internacional del Festival de Mar del Plata 2022 una intensa, descarnada y fascinante crónica de la (eterna) crisis argentina.
Cambio cambio (Argentina/2022). Guion y dirección: Lautaro García Candela. Elenco: Ignacio Quesada, Camila Peralta, Valeria Santa, Mucio Manchini y Darío Levy. Fotografía: Joaquín Neira. Edición: Ramiro Sonzini, Lautaro García Candela. Dirección de arte: Santino Mondini. Sonido: Javier Jensen. Música: Dante de Luca. Producción: Juan Segundo Alamos, Iván Moscovich, Magdalena Schavelzon, Pablo Piedras y Gonzalo García-Pelayo (Gong Cine, 36 Caballos). Distribuidora: Santa Cine. Apta para mayores de 13 años. Duración: 90 minutos. Salas: Cine Arte Cacodelphia MALBA (los viernes, a las 20), Cinema Paradiso de La Plata, Showcase Norte, Cinépolis Avellaneda, CMP Adrogué, Leonardo Favio (Córdoba), Cinépolis Mendoza, Espacio Incaa de La Banda (Santiago del Estero) y Espacio INCAA de Villa Regina (Río Negro).
Poco tiempo antes de Cambio cambio se estrenó también en en la Competencia Internacional de Mar del Plata 2022 La uruguaya, una retorcida historia de amor que tenía como trasfondo las maniobras de los argentinos para ingresar dólares desde Uruguay. Ahora, se presentó en la misma sección una historia de amor más clásica, pero que tiene la obsesión por el dólar (y los múltiples negocios ilegales que genera) en el centro de la escena.
Cambio cambio es una película de (y sobre) jóvenes, en (y sobre) el microcentro porteño, acerca (y a partir) de la endémica crisis económica que afecta a la Argentina. Es un film que sintoniza y dialoga con Plata dulce, con Pizza, birra, faso, con Nueve reinas, con Mauro, con ese cine nacional que fue imbuyéndose de los espíritus de sus respectivas épocas, con sus frustraciones, sus trampas, sus contradicciones, sus angustias, sus engaños y sus estrategias de supervivencia (de los más aptos).
Pablo (Ignacio Quesada) trabaja repartiendo volantes y haciendo tareas varias en un restaurante ubicado en la muy porteña peatonal Florida. Estamos en plena pandemia y los turistas extranjeros escasean, pero igual florecen los “arbolitos” comprando y vendiendo ese dólar blue que no para de dispararse. Nuestro querible antihéroe (un veinteañero proveniente de Olavarría que lleva apenas un par de años en CABA) se enamora de (y enamora a) Florencia (Camila Peralta), una estudiante de Arquitectura algo mayor que él que sueña con ganar una beca para viajar a Francia. Pronto estarán conviviendo en el diminuto departamento que Pablo alquila en pleno microcentro y él, gracias a la ayuda de su amiga Daniela (Valeria Santa), también comenzará a trabajar en la compraventa de dólares.
El protagonista es, en primera instancia, bastante inocente en su proceder (hasta sus amigos lo echan como tecladista de una banda punk llamada Prisioneros de la Noche ¿jhomenaje a David José Kohon?), pero a medida que avanza la trama se irá interiorizando en la dinámica del negocio y planeando alguna maniobra que le permita salir de su lugar como empleado a comisión al servicio del “pesado” Daniel (Darío Levy) a socio junto a Florencia, Daniela y Ricky (Mucio Manchini), dueño de un negocio que vende artículos de cuero.
La película pendula entre una subtrama romántica que en principio ocupa la mayor parte del relato y un thriller financiero que luego va ganando espacio y termina por casi monopolizar el tiempo y el interés del espectador. Cambio cambio tiene sus convencionalismos y desprolijidades perdonables (como ciertos problemas de continuidad en el look barbudo del protagonista), pero sus méritos y hallazgos son mucho mayores y más destacables: la forma en la que García Candela se “apropia” del centro porteño y, en especial, de la calle Florida, con sus bares, sus galerías, sus locales más patéticos que no dan a la calle, hablan de un cineasta capaz de (re)construir un universo ajeno (el de las finanzas que se desarrollan fuera del circuito oficial y ese sueño tan argento de hacer plata fácil aprovechando los resquicios del sistema) para convertirlo en un mundo propio. Y lo hizo, además, en medio de una pandemia que complicó aún más un rodaje independiente de estas ambiciones. Un mérito no menor para un cineasta de inmenso futuro. DIEGO BATLLE
El otro hijo (Colombia-Argentina-Francia/2023). Dirección y guion: Juan Sebastián Quebrada. Elenco: Miguel González, Ilona Almansa, Jenny Nava, Simón Trujillo, Gabriel Taboada y John Hurtado. Edición: Julie Duclaux y Pascale Hannoyer. Sonido: Guido Deniro, Guido Beremblum, Martín Litmanovich y José Valenzuela. Música original: Carlos Quebrada. Distribuidora: Cinetren. Apta para mayores de 16 años. Duración: 89 minutos. Salas: Cine Gaumont, Espacio INCAA Centro Cultural Municipal de Tapalqué y Espacio INCAA Centro Cultural Municipal M. Belgrano de Rafaela.
Suele decirse –y con razón– que no hay una palabra capaz de definir a una madre que pierde a su hijo. Pero, ¿qué ocurre con el hermano de la víctima? ¿Y si ese hermano, además, es parte involucrada de una tensa dinámica familiar? ¿Qué término es aplicable a ese vacío, a ese sinfín de preguntas sin atisbo alguno de respuesta?
El realizador colombiano –con estudios realizados en la FUC– Juan Sebastián Quebrada ensaya algunas respuestas posibles en El otro hijo, título que alude a Federico, quien transita el último año del colegio secundario y tiene lo que parece ser un muy buen futuro por delante. Hasta que una noche, en una fiesta en un departamento de amigos, escucha gritos provenientes de un balcón al que se asoma para descubrir que el cuerpo que está en el piso rodeado de un charco de sangre es el de Simón, su hermano mayor.
Podría tratarse de un asesinato, pero por las características físicas del lugar parece difícil. Solo queda el desconsuelo de un más que probable suicidio que destruye el débil entramado familiar, una situación que Quebrada registra con la distancia justa para demoler al espectador sin caer en golpes bajos ni regodeos en la desgracia ajena.
A diferencia de buena parte del cine latinoamericano con circulación internacional por festivales –El otro hijo pasó por San Sebastián, Biarritz y Mar del Plata, entre otros–, aquí no hay búsquedas etnográficas ni tampoco realismo mágico. Hay, en todo caso, una aproximación austera a los pormenores de una familia de clase media-alta que implosiona lentamente, pero sin pausa, y cuyos integrantes pueden despertar sentimientos encontrados: piedad, sí; pero también repulsión.
Con su madre desconsolada, su padre agobiado por la culpa y la ex novia de su hermano acercándosele de una manera que ninguno de los dos puede (ni sabe cómo) manejar, Federico (Miguel González) intenta reconstruir su vida y, con ella, a sí mismo. Su carácter es hermético y la rutina se inunda de silencios, como si el realizador entendiera que las maneras de transitar un duelo son tan infinitas como los matices de quienes les toca padecerlo. EZEQUIEL BOETTI
Tras unos valiosos cortos y su multipremiado debut en el largometraje con Viejo calavera (2016), el director boliviano formado en la FUC estrenó en la Mostra de Venecia 2021 esta sinfonía urbana sobre La Paz y los seres anónimos que la recorren que ahora llega a la Sala Lugones.
El gran movimiento (Bolivia-Francia-Qatar-Suiza/2021). Guion y dirección: Kiro Russo. Elenco: Julio César Ticona, Max Eduardo Bautista Uchasara, Francisca Arce de Aro, Israel Hurtado y Gustavo Milán Ticona. Fotografía: Pablo Paniagua. Edición: Kiro Russo, Pablo Paniagua y Felipe Gálvez. Música: Miguel Llanque, Midnight Driver y Anton Vlasov. Duración: 85 minutos. En la Sala Lugones (Av. Corrientes 1530), jueves 16, viernes 17 y martes 21, a las 21; miércoles 22, a las 18; jueves 23 y viernes 24, a las 16.
Todo comienza con una imponente panorámica de La Paz con sus construcciones a puro cemento, piedra y ladrillo, sin siquiera una mancha verde a la vista. El zoom nos permite identificar luego un barrio, más tarde un edificio en construcción y le sigue un paneo por ventanas de diversos departamentos. El tráfico, el ruido, afiches rotos, el teleférico que conduce a El Alto... Ese inicio que va de lo general a los detalles se presenta como un documental deforme, una sinfonía distorsionada. De pronto, nos topamos con una protesta de mineros de la ciudad de Huanuni que exigen mejores condiciones de trabajo, entre los que divisamos a Elder Mamani (Julio César Ticona), uno de los personajes de Viejo calavera.
Y Elder será uno de los protagonistas de El gran movimiento junto a un vagabundo llamado Max (Max Eduardo Bautista Uchasara) y luego encontraremos a otros personajes como Gallo (Israel Hurtado), Gato (Gustavo Milán Ticona) y la encantadora Mama Pancha (Francisca Arce de Aro). Porque la película podrá tener en principio una impronta documental a la hora de explorar las contradicciones, la arquitectura y los cambios socioeconómicos de esa ciudad tan particular que se erige a 3.600 metros, pero también tiene personajes que la recorren.
Elder va al médico a hacerse estudios, los personajes -típicos antihéroes, queribles y chantas a la vez- regatean precios, bailan entre ellos en una discoteca, consiguen trabajos precarios cargando cosas en uno de los tantos mercados atestados de gente, beben y beben, duermen donde pueden...
Cuando la película parece estacionada en su deriva y su realismo, de pronto empieza a adquirir una dimensión fantástica. Elder cae enfermo. Una tormenta épica. Un delirante número musical. Kiro Russo nos sumerge en un ambiente que ya no nos resulta tan reconocible con un look muy particular, casi vintage, conseguido con una cámara Súper 16mm en los meses previos a la pandemia. Una imagen difusa y granulada para unos personajes y una ciudad que parecen perdidos tanto en el tiempo como dentro de la geografía occidental. El cine de Russo sigue llevándonos por universos únicos y fascinantes. DIEGO BATLLE
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