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Crítica de “El rapto”, película de Daniela Goggi con Rodrigo de la Serna y Julieta Zylberberg (sección Orizzonti Extra) - #Venecia2023
La directora de Abzurdah (2015), El hilo rojo (2016) y la serie María Marta: El crimen del country (2022) presentó la única película mayoritariamente argentina de esta edición de la Mostra. Se trata de una libre transposición de El salto de papá, el libro de Martín Sivak, y luego de su paso por Venecia se verá en el Festival de Toronto, más tarde en salas y finalmente en el servicio de streaming Paramount+.
El rapto / The Rescue Argentina-Estados Unidos/2023). Dirección: Daniela Goggi. Elenco: Rodrigo de la Serna, Julieta Zylberberg, Andrea Garrote, Jorge Marrale y Germán Palacios. Guion: Daniela Goggi y Andrea Garrote, basado en la novela El salto de papá, de Martín Sivak. Fotografía: Fernando Lockett. Edición: Eliane D. Katz. Dirección de arte: Sebastián Orgambide. Música: Pablo Borghi. Sonido: Leandro de Loredo. Producción: Rei Cine (Benjamín Domenech, Santiago Gallelli, Matías Roveda), Infinity Hill (Axel Kuschevatzky, Cindy Teperman) y Paramount Television International Studios. Duración: 95 minutos. En la sección Orizzonti Extra.
Conforme se enuncia en el catálogo, la única película argentina que forma parte de la selección del Festival de Venecia 2023 es El rapto, dirigida por Daniela Goggi. Ello –debe aclararse- se refiere al origen de los directores de la película, ya que, por ejemplo, K&S Films forma parte de la producción de A cielo abierto, dirigida por los mexicanos Mariana y Santiago Arriaga. La potente presencia del año pasado con Argentina 1985 y Trenque Lauquen a la cabeza (ya se podía anticipar) parecía irrepetible. Sin embargo, no puede dejar de señalarse que sus directores, Santiago Mitre y Laura Citarella, forman parte en esta edición de sendos jurados (el Oficial y el de Operas Primas, respectivamente).
Yendo a lo nuestro, El rapto es un thriller político ubicado en los primeros tiempos de la recuperación democrática, tras el fin del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, y se basa, o más bien se inspira, en la novela El salto de papá, de Martín Sivak. Estamos en los albores del alfonsinismo. Ese tiempo en el que la evidencia de que el poder real se mantenía en un lugar diverso al de gobierno elegido por el pueblo era innegable. Pese a los esfuerzos por construir un relato esperanzador, la mano de obra desocupada, los grupos de tareas, seguían operando. La tensión entre una libertad que ganaba terreno y las restricciones y cortapisas impuestas por quienes no querían perder el poder que habían ostentado se reflejaba, entre otras señales, por los secuestros y pedidos de rescate y la imposibilidad del Estado de brindar adecuada respuesta y contención frente a esos delitos (fuera por no detentar las herramientas necesarias para hacerlo, por el grado de contaminación de las “fuerzas del orden”, fuera por derecha complicidad).
La narración se abre con el retorno de Julio Levy (sólido, como de costumbre, Rodrigo de la Serna) del exilio. Si bien ello le genera dudas, vuelve a la entidad financiera familiar liderada por su padre (Jorge Marrale). A poco del regreso, su hermano (Germán Palacios) es secuestrado y Julio debe hacerse cargo tanto de las negociaciones con los secuestradores, como de la lucha política y mediática que debe emprender posteriormente. Y cada vez más, además, de la propia empresa familiar.
El rapto se acerca a un costado del momento de la transición democrática (que formalmente lo era pero hechos como este ponían en duda su materialidad) no tan reflejado por nuestro cine. La lógica de funcionamiento de estas sociedades mafiosas tras octubre de 1983 toma como punto de partida la novela de Sivak antes mencionada, pero son múltiples las referencias que nos llevan a casos concretos de mucha repercusión en su momento. La película comienza (así como termina) con unas placas que explican el contexto político del momento, pero se centra más en dos aspectos: por una parte, el thriller detectivesco y, por otra, la deriva familiar.
Las complicidades, las agachadas, las intrigas y el uso político de un caso tan delicado se agigantan y quedan en evidencia con el paso del tiempo. El clima de creciente paranoia, la sensación de que nada puede hacerse van aumentando. La referencia a la política está presente pero sólo algunos nombres se vinculan con los de funcionarios recordables. No es allí a donde la narración apunta (a diferencia, por ejemplo, de Argentina 1985). Y es que el transcurso de los días y meses sin respuesta va minando la dinámica familiar, que genera reproches y desconfianzas cruzadas. Es particularmente interesante la manera en que la directora hace convivir esa necesidad de seguir manteniendo algún tipo de normalidad (aunque los niños de la familia aprendan a jugar o queden al cuidado de los custodios que imponen las circunstancias) con las ambigüedades y contradicciones que genera el compromiso político de Julio con la labor que realiza en el marco del reinado pleno de la patria financiera. Allí está su cuñada teniendo que repetir y explicar que defiende la Democracia, que no opera contra el gobierno, pero –claro está- no puede dejar de seguir buscando recuperar a su marido.
Más allá de algún detalle o aclaración que puede sonar innecesario y que seguramente se explica por la voluntad de llegar a todos los públicos, no solamente en la Argentina (la película fue producida por Paramount+, plataforma a la que llegará tras su estreno en salas), es en los pequeños momentos y detalles de la convivencia y de los lazos familiares donde El rapto logra sus mejores momentos. Los diálogos de Julio con su mujer (Julieta Zylberberg), la vida paralela (pero no tanto) de los niños, la necesidad de –pese a todo- seguir adelante.
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Las películas argentinas se caracterizan por tomar un tema polémico como 1985 donde muestran sus ideología sobre cada tema de la época del inicio de la democracia donde muestran un presidente desdibujado y débil...Raul Alfonsin no tuvo un gobierno débil y fue un presidente hiperpresente....para mi una película densa ..sobreactuada...y la parte más molesta es donde lo.que más hacen es fumar para demostrar la ansiedad que generada recurso innecesario...lo mismo que la señora de Julio..una mujer desdibujada histérica sin diálogo que aporte slgo significativo y hasta redundante con el tema del cigarrillo....muestran a una mujer patética histérica de los años 90 sin ningún rol significativo...lo mismo que lo del papel de Rodrigo de la Serna que muestra una padre de familia hundido en el drama de la ansiedad....no da a familia común de esos años más allá de la situación que tratan de mostrar....hubieran hecho un documental si querían mostrar la dictadura y sus consecuencias
Al fin vuelve Rodrigo de la Serna al cine de verdad.