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Guía crítica de hits festivaleros de 2019: Desde “The Lighthouse” hasta “Il traditore”, pasando por “Zombi Child”
Algunas se pueden ver en servicios de streaming legal de determinados países, otras -por cuestiones de derechos- hay que buscarlas en el insondable universo de Internet. En este nuevo recorrido recuperamos reseñas de 6 películas comentadas en diversos festivales del año pasado.
-The Lighthouse / El faro (Estados Unidos/2019, 109'), de Robert Eggers (disponible para alquiler en diversas plataformas de streaming) ★★★★½
Que una película extraordinaria como The Lighthouse no haya estado en alguna de las secciones oficiales del Festival de Cannes 2019 es un despropósito en sí y mucho más luego de ver algunos films (incluso estadounidenses) que fueron elegidos. Pero dejemos de lado las polémicas y vayamos a lo que propone este audaz, casi experimental y cautivante segundo trabajo de Eggers.
Pantalla casi cuadrada, un blanco y negro digno de los expresionistas alemanes y solo dos personajes durante casi dos horas (en verdad hay también una sirena interpretada por Valeriia Karaman, pero forma parte de las fantasías). ¿Demasiado gótica para ser artie? ¿Demasiado pretenciosa para ser cine de género? Nada de eso (o todo de eso, pero no importa). Porque uno no puede dejar de subyugarse con cada plano de la película, con cada línea de diálogo en un inglés antiguo que parece un dialecto indescifrable (por suerte la proyectaron aquí con subtítulos... ¡en inglés!), con cada gesto, ademán o frase de dos actores en estado de gracia como Willem Dafoe (actuación que ratifica su estatus mítico) y Robert Pattinson (ahora sí en una performance consagratoria).
Estamos en 1890, en un faro del fin del mundo al que llegan el jefe Thomas Wake (Dafoe), que se encarga de custodiar la luz y parece la reinvención del Capitán Ahab de Moby Dick; y el novato Ephraim Winslow (Pattinson), al que le tocan todos los trabajos menores e ingratos. La tensión crece, la soledad también, se impone la locura, abunda el alcohol, llegan las tormentas, el frío y el mar avanza con una potencia irrefrenable.
The Lightouse es un drama de época con ínfulas shakespeareanas, un exquisito duelo actoral, una virtuosa narración (la fotografía del Jarin Blaschke es, otra vez, prodigiosa) que expone la progresiva degradación climática, física y mental; y, sobre el final, un desmadre fantástico con explosiones gore. Con esta excelente continuación queda una cosa muy en claro: La Bruja no fue un golpe de suerte sino apenas la carta de presentación de un director llamado a concretar grandes cosas en el cine contemporáneo (Disponible en Filmin y otras plataformas).
-Zombi Child (Francia/2019, 103’), de Bertrand Bonello ★★★★½
El director de El pornógrafo, Tiresia, De la guerre, L'Apollonide, Saint Laurent y Nocturama presentó una inquietante película que combina coming-of-age, magia negra y zombies con resultados fascinantes.
Buena parte de la crítica estadounidense se quejó de que Zombi Child no da demasiado miedo y desaprovecha elementos propios del género de terror. Una mirada elemental, superficial y convencional llegaría fácilmente a esas conclusiones. Pero el nuevo film de Bonello va por otro lado y es precisamente la búsqueda de otros rumbos, otros conflictos, otras sensibilidades, lo que lo convierte en un trabajo excepcional.
El film transcurre en varios tiempos lugares: Haití en 1962, 1980 y la actualidad, y -sobre todo- en la París contemporánea. Es, en esencia, un coming-of-age, una película de iniciación, de descubrimiento, de amistades entre varias adolescentes que concurren a un colegio secundario tradicional y muy exigente fundado por el mismísimo Napoleón. Allí llega Mélissa (Wislanda Louimat), una chica haitiana que ha perdido a sus padres en un terremoto, pero -gracias a que la madre había recibido la Legión de Honor por su lucha contra la dictadura de Jean-Claude Duvalier- puede acceder a esa prestigiosa institución. Las otras muchachas no están demasiado convencidas de aceptarla en el grupo, pero luego de algunos desafíos deciden integrarla. Una de las estudiantes llamada Fanny (Louise Labeque) es dueña del punto de vista y, mediante unas cartas de amor que lee en off, sabremos que está esperando el regreso de su novio. Cuando descubre que éste la ha abandonado, entra en un estado de desesperación tal que recurre a los servicios de la tía de Mélissa (una mambo profesional) para unas sesiones de vudú.
La trama es mucho más compleja porque todo el tiempo Bonello nos transporta a Haití para contarnos en diferentes épocas las historias de los zombies (en especial la real de un tal Clairvius Narcisse) que abundan en la isla a partir de sacrificios rituales y trances. Cómo y por qué ambas vertientes del relato terminarán uniéndose es algo que mejor no desvelar.
Demasiada abstracta y artie para ser una película de terror, Zombi Child no deja de ser nunca una propuesta llena de hallazgos narrativos, interpretativos, visuales (gloriosa fotografía de Yves Cape) y musicales (hermosa banda sonora con elementos electrónicos). Entre citas a Stephen King, al giallo y a Jacques Tourneur, Bonello construye un film muy particular e inquietante que, quedó dicho, incomodará a los cultores del terror clásico, pero que no deja de ser de lo mejor que se vio en Cannes 2019.
-Il traditore (Italia/2019, 145’), de Marco Bellocchio ★★★★½
Con casi 80 años y 55 de carrera (su brillante ópera prima I pugni in tasca se estrenó en 1965), el gran maestro italiano sigue rodando poderosas crónicas políticas. En este caso, reconstruye la historia de Tommaso Buscetta y el derrumbe de la Cosa Nostra.
La amplísima y extraordinaria filmografía de Marco Bellocchio incluye películas de todo tipo. Una de las vertientes son sus propuestas de ficción a partir de hechos y personajes reales de la vida sociopolítica italiana. Allí están, por ejemplo, Buongiorno, notte, sobre el secuestro de Aldo Moro por parte de las Brigadas Rojas (actualmente trabaja en una serie sobre el mismo tema), o Vincere, sobre la amante secreta de Benito Mussolini.
En Il traditore, su película más ambiciosa en por lo menos la última década (y, a nivel presupuestario, de toda su carrera), narra 20 años en la vida de Tommaso Buscetta, uno de los primeros mafiosos sicilianos que ingresó como pentito (informante) del programa de protección de testigos que derivaron en juicios que llevaron a la cárcel a 366 integrantes de la Cosa Nostra y tuvieron implicancias políticas que alcanzaron, entre otros, al todopoderoso Giulio Andreotti.
Sin querer hacer comparaciones exageradas ni odiosas, Il traditore es en la carrera de Bellocchio algo así como su El Padrino: una épica de dos horas y media (que no se sienten en absoluto) sobre la vida personal, familiar, judicial y política de Buscetta (un impecable Pierfrancesco Favino), quien se exilió primero en Río de Janeiro (su tercera esposa era brasileña) y luego, tras romper con el pacto de silencio de la omertà y ya como testigo protegido, vivió en distintas zonas de los Estados Unidos (New Hampshire, Colorado, Florida y Nueva York).
Il traditore comienza en 1980 durante una fiesta en la que participan representantes de las distintas familias de Palermo. Se supone que se ha alcanzado una tregua (entre los rivales de Buscetta estaban los corleonesi liderados por Totò Riina), pero las matanzas (son imponentes las sangrientas escenas de balaceras que filma Bellocchio) no tardan en regresar. Más allá de ese preámbulo, el corazón de la película es su participación como testigo principal en el Maxi Proceso que llevó adelante el famoso juez Giovanni Falcone (Fausto Russo Alesi), con quien Buscetta llegaría a tener una muy estrecha relación.
Bellocchio maneja con destreza, ductilidad y pulso firme las distintas aristas del relato: desde sus traumas íntimos hasta las pasiones y tensiones con su esposa Cristina (Maria Fernanda Cândido), pasando por el tema de los códigos de moral de la vieja Cosa Nostra devenidos en un ojo por ojo sin límites. Honor y venganza, dos de los ejes de Il traditore.
El director claramente empatiza con “el traidor” (impresionantes las paredes pintadas en su contra cuando regresa a Palermo para participar en el megajuicio) y utiliza algunas imágenes de archivo para exponer la fidelidad (con sus inevitables licencias artísticas, claro) de su reconstrucción de los hechos. De todas maneras, no lo juzga, no lo convierte en héroe ni tampoco en víctima, sino que le otorga un alto grado de conciencia respecto de su accionar y sus efectos. La vida de un sobreviviente.
Epica, operística, italiana (siciliana) hasta la médula, Il traditore expone un capítulo importante de la historia de su país (quedó dicho que los políticos estuvieron durante mucho tiempo implicados en los negocios sucios de la mafia) sin concesiones, sin contemplaciones y, al mismo tiempo, incursionando en el thriller judicial, en el melodrama y en el cine de acción con absoluta naturalidad, solidez y con un clasicismo narrativo que se disfruta y agradece (Disponible en Filmin y otras plataformas).
-The Wild Goose Lake (Nan Fang Che Zhan De Ju Hu, China/2019, 117'), de Diao Yinan ★★★✩✩
Otro film noir en una Competencia 2019 del Festival de Cannes particularmente prolífica en exponentes de este género clásico. Tras ganar el Oso de Oro de Berlín hace cinco años con la notable Black Coal, Thin Ice, había mucha expectativa con The Wild Goose Lake, pero -tras una primera impresión subyugante por la belleza extraordinaria de cada imagen y la maestría de cada plano secuencia- empieza a percibirse una sensación de regodeo, de esteticismo, de artificialidad sin demasiado sustento dramático.
La historia -contada a través de largos flahsbacks- de un gangster (Hu Ge) ligado en pleno 2012 a un grupo dedicado -entre otras cosas- al robo de motocicletas en una de las tantas ciudades medianas de China (Wuhan) es el eje de un relato que tiene irrupciones de violencia extrema (los enfrentamientos entre bandas), algunas pinceladas de contexto social y la aparición de una misteriosa, enigmática mujer (Gwei Lun-mei). Las imágenes con una lluvia onimpresente a-la-Tsai Ming-liang y el sentido pictórico a-la Wong Kar-wai son lo mejor que tiene para ofrecer The Wild Goose Lake, una película hipnótica de a ratos, pero empalagada con y sumergida en la exaltación de su propio virtuosismo (Disponible en MUBI desde el 18 de abril).
-Le Daim (Deerskin) (Francia/2019, 77'), de Quentin Dupieux ★★★½
El director de Rubber, Wrong, Réalité y Au poste! abrió la Quinzaine con una comedia negrísima para la que contó con dos estrellas del cine francés: Jean Dujardin (El artista) y Adele Haenel (La chica sin nombre, 120 pulsaciones por minuto). Georges (Dujardin) está obsesionado por una vieja campera cazadora 100% de piel de ciervo ¡con flecos! hecha en Italia y paga una fortuna por ella (el vendedor le regala como “extra” una cámara de video). Al rato le cierran la cuenta, su esposa lo abandona y se va a vivir solo a un hotel de mala muerte de un pueblo sin onda. En el bar del lugar conoce a Denise (Haenel), que atiende la barra, pero en realidad es una aspirante a editora de películas. Poco después ella estará compartiendo con Georges sus experiencias “cinematográficas”. Hasta aquí lo que se puede contar porque el film (deforme y absurdo como toda la obra de Dupieux) deriva luego hacia el terreno del cine de género con sorprendentes derivaciones.
Todo esto en apenas 77 minutos que se disfrutan en su desparpajo, su ridiculez e incluso sus múltiples caprichos. Es lo que los fans de Dupieux esperan y agradecen. También es para destacar el hecho de que Dujardin se adapte aquí a la esencia y las exigencias de un director tan particular y no viceversa. Su Georges es simpático, detestable, fascinante y aterrador a la vez (Disponible en Filmin y otras plataformas).
-First Love (Hatsukoi), de Takashi Miike (Japón, Reino Unido) ★★★★✩
Un joven boxeador en ascenso que de golpe (y por los golpes) debe abandonar el oficio es el protagonista (o uno de ellos) de este desmadrado, hilarante y muy entretenido nuevo delirio del prolífico director de Audition y la saga Dead or Alive. Película de gangsters con violencia extrema, humor negro, slapstick y gore, First Love se ubica entre las muy buenas de una filmografía siempre con elementos disfrutables, pero decididamente irregular. No es el caso de este largometraje que tiene un guión bastante sólido, personajes entrañables y una veta fantástica que también se agradece.
Hay luchas entre bandas de la yakuza nipona y la mafia china, tráfico de drogas, un policía signado por la mala suerte, prostitutas, mujeres fatales y hasta fantasmas. Un cóctel único con el sello de Takashi Miike. Haberla visto además con el director en la sala (a un par de metros de donde yo estaba) y participar de la ovación que la cinefilia le regaló al cierre de la proyección la convirtieron en una experiencia única.
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El faro mala película, en desacuerdo con la crítica de está página.