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Entrevista a Che Sandoval, director de “Dry Martina” (Competencia Internacional) - #BAFICI

El director de Te creís la más linda (pero erís la más puta) y Soy mucho mejor que vos regresa a la sección principal del festival con una coproducción entre Argentina y Chile protagonizada por Antonella Costa que, de alguna manera, sintoniza con su propia experiencia personal a caballo entre ambos países.

Publicada el 09/04/2018


Sinopsis
: Una ruptura amorosa, un contacto inesperado y un viaje a Chile ponen a Martina, excantante pop argentina, rumbo a un redescubrimiento sexual, profesional y familiar. Desde una mirada femenina, la nueva película de Che Sandoval no abdica de lo esencial a su estilo: altas dosis de sexo y humor negro.

La tercera comedia de Che Sandoval parece un tratado sobre el hecho de cabalgar como virtud suprema para amigarse con el caos y poder ser fiel a lo incierto. Primero porque su protagonista, Martina –una descomunal Antonella Costa–, se desplaza a caballo a la velocidad del pensamiento entre Buenos Aires y Santiago de Chile, y luego porque no deja de alegrarse el cuerpo con quien le gusta, sin miedo a conducir a mil por hora y a enamorarse, el choque más hermoso. Dry Martina se anima mediante los diálogos más desvergonzados, percutientes y coloridos del cine latinoamericano en años y representa un paso de gigante en la carrera de Che. Su escritura es la de un manifiesto: una vivencia plena de la femineidad a través del deseo, sin reparar en los “ismos”. Su energía, vitalismo e integridad: un sueño del viejo Almodóvar (Álvaro Arroba en el catálogo del festival).


-¿En qué se vincula y en qué se diferencia Dry Martina con las anteriores Te creís la más linda (pero erís la más puta) y Soy mucho mejor que vos?

-Cuando nació la idea de esta película se planteaba como un spinoff de Soy mucho mejor que vos y como el cierre de una trilogía. Y, si bien puede verse como un spinoff, no lo es en términos tan fieles como lo fue Soy mucho que vos de Te creís la más linda..., pero sí puede funcionar como cierre de una trilogía porque mantiene cosas fundamentales de mi filmografía.

La película es una comedia llena de diálogos y vuelve a tener un protagonista absoluto, solo, algo arisco, que siente que todos sus problemas están vinculados a lo sexual y que, a medida que avanza el film, descubre (o el espectador descubre) que sus carencias están más relacionadas a la falta de amor que a sus problemas sexuales.

¿Qué ingrediente clásico de mis películas anteriores no está? Esta película no sucede en una noche y la protagonista es una mujer.

Otra diferencia fue el nivel de producción. Acá hubo más gente trabajando, más días de rodaje, más interiores, fue la primera película donde tuve monitor; y también la primera vez en que trabajé en su mayoría con actores profesionales.

Tuve miedo a todo esto que menciono porque son cambios en el set y es en set justamente donde se hace el cine, pero termine descubriendo que el espíritu de mi cine está vinculado al desarrollo de los personajes, a los textos y actuaciones, al ritmo intenso del guión, al humor y a otras cosas que desconozco, y que no discrimina niveles de producción.




-En tus trabajos previos el protagonismo y el punto de vista eran eminentemente masculinos ¿Por qué el giro en Dry Martina y cuáles fueron tus búsquedas principales en esta mirada hacia lo femenino?

-La verdad nunca he pensado mucho sobre de qué tratará mi siguiente película. Simplemente escojo un tema, un personaje, o por alguna razón digo “voy a hacer una película a partir de esto” y luego pienso el guión y se hace una primera versión muy mala que luego mejora y de ahí las cosas pasan y se filma. Los titulares iniciales sobre de qué van a tratar mis películas son un poco idiotas y están vinculados a lo sexual (TCLML: Joven con eyaculación precoz recupera su ego sin tener sexo; SMMQV: Hombre con el pene enorme de todos modos es infeliz; Dry Martina: Ex ninfómana, actualmente frígida, se vuelve a enamorar y recupera su libido). Siempre lo genital está ahí en ese punto de partida. A veces como un chiste de mal gusto, pero a partir de esos chistes han nacido mis películas que luego mutan, se abren a otros temas y esos conceptos quedan en el pasado. Es divertido cómo hay que ir poco a poco sacando de todas las sinopsis y argumentos estos elementos que al comienzo eran importantes.

Sin lugar a dudas la diferencia más radical es que la protagonista de Dry Martina es una mujer, mientras que mis películas anteriores hablan sobre la crisis de la masculinidad y sus protagonista absolutos son masculinos. A mis trabajos previos algunos los catalogaron de machistas, otros de feministas y algunos más amantes del cine los entendían desde su relación con los personajes.

De seguro podía ser un riesgo hacer una película con una protagonista femenina, pero no fue una decisión consciente, simplemente nació la idea y se trabajó en ella. No me puse a investigar sobre mujeres, ni a pensar en cómo tenía que salir parada la protagonista. Escribí como siempre lo hice, desde mi experiencia, confiando en que saldría algo integral. Luego las piezas se acomodan solas, con las asesorías de guión y el trabajo con los actores. Fue muy importante para abrir el guión hacia un lado más femenino la asesoría de la escritora chilena María José Viera Gallo -también asesoraron en una primera etapa Nicolás Wellman (QEPD) y en la etapa final Martín Rejtman-. El trabajo con Antonella también sirvió mucho para encontrarle la vuelta a Martina, a veces ella me explicaba cosas del personaje que yo no había visto, pero que sí estaban en el guión.

Hoy veo un personaje tan confuso, gracioso, frágil, entrañable y contradictorio como los anteriores. Está muy lejos del panfleto y creo que eso generará distintas reacciones, lo que hace que la gente converse, discuta y reflexione sobre la película. Y si algún bien a la humanidad tenemos que regalarle los cineastas es hacer pensar y generar debate (en un bar, en el Senado, o en el interior de la cabeza a una persona), así que ojalá que Dry Martina logre ese cometido.

Creo que tomando la historia que sea al final saldrán a flote mis inquietudes y puntos de vista sobre el mundo. No necesito planteármelo antes y, si me lo planteo antes, en general al final las películas hablan sobre otras cosas. Pasa tanto tiempo que la idea de la película muta tanto como uno. Eso de mantener la esencia me parece palabrería barata, la esencia es uno y la película puede mutar mucho desde su idea o tema inicial. No hay que dejar que los preconceptos le ganen al desarrollo integral de un proyecto.

No creo en el azar, pero sí creo en las “tincadas”. Nunca he arrancado de lo general y lo conceptual (ya vieron las ideas iniciales de mis películas- y soy muy detallista en todo: en qué diálogo escribir, en cómo un actor dice una palabra. A veces creo que podría dirigir ciego a los actores, porque me fijo más en cómo suena lo que dicen que lo que le pasa al personaje en ese minuto. Sé lo que no me gusta pero no sé tanto lo que sí me gusta. Debo oírlo o verlo para decir: “sí, esto es, por acá va”.

Lo mismo en el montaje: soy muy caprichoso. Me fijo en el detalle de cada corte y en el tiempo de cada plano en relación al anterior ¿cuánto duró este plano? ¿cuántos diálogos nos quedamos en este personaje y cuántos nos estamos quedando en el otro? Creo que en esos caprichos del detalle está lo mío. Lo vinculo a la música, aunque no sé nada de música, pero todo tiene que ver con el ritmo. Cuando veo offlines me paso diciendo “corte, corte, se acabó la escena, qué mierda estamos contando ahora” y no puedo creer que escribí tres o cuatro cierres para una misma escena.

Cuando iba en la Escuela de Cine de Chile me decían mucho que el cine es artesanal, que se hace con las manos, que había que mirar cómo cortaban e intervenían el negativo y todo eso… nunca edité en negativo, pero sí creo que el guión se hace cuando se escribe y la película cuando se filma. Que mientras se hace se piensa, como si pensar y hacer fueran lo mismo.


-¿Cómo fue el trabajo con Antonella Costa, con quien ya habías trabajado y compartido también una experiencia de vida fuera de lo profesional?

-La idea de hacer la película nació cuando vivía con Antonella y, sobre todo en cosas del entorno de Martina, me inspiré en ella: una artista, una gata, un padre en coma y una madre muerta. Hacer la película juntos fue bueno para sostener la amistad de forma consistente, pues ya nos separamos hace más de tres años. Fue mucho trabajo y así como a mí me gusta escuchar a la gente, a ella le gusta participar del proceso creativo, por lo que fueron años de trabajo intenso en conjunto. Creo que el resultado es espectacular, tanto en los artístico como en lo humano y en lo espiritual para ambos.

Para un director, por los tiempos que lleva hacerlas, cada película es un ciclo de la vida, sobre todo si también se es guionistas. Por lo que esta película fue el final de mi primer ciclo en Argentina, del cual Antonella fue parte importante.




-Dry Martina, más allá de ser una coproducción entre Argentina y Chile, ¿sintoniza de alguna manera con tu propia experiencia pendular entre ambos países? ¿Cómo te llevás con esta "doble nacionalidad"?

-Podría escribir un libro sobre las diferencias que veo entre Chile y Argentina (algo de eso hablo en el libro de 20 años del BAFICI) y Dry Martina aborda esos temas pero desde dónde le toca: las relaciones entre mujeres y hombres, la femineidad y el sexo.

Siempre me sorprendió de Argentina lo directa que son las mujeres cuando les gusta alguien. Van directo a buscarlo. Son honestas y dicen lo que piensan. En Chile son más ambiguas.

Es delicado hablar de estos temas tan a grandes rasgos, pero me tomé de esa observación para crear a Martina, que para mí es muy argentina. Va con fuerza en búsqueda de lo que quiere, es intensa, no cambia sus planes por no salir herida y vive su sexualidad con total libertad. Todo eso espanta al chileno medio, más conservador, y a Chile en general. Estamos al lado, pero somos países muy distintos. Ese es el principal choque que se genera en la película entre Chile y Argentina.

Aparte, obviamente, meto juegos de palabras de cómo se dicen unas cosas acá y allá, de pronunciaciones y otros etcéteras que me encantan, pero no es el punto fuerte de la película.

Lo de la doble nacionalidad lo llevo bien. Me encanta este país y me queda cerca de Chile, que no me encanta tanto, pero que como ahí están mis seres queridos está bueno que esté cerca.


-La película tendrá un estreno casi simultáneo en Tribeca y BAFICI ¿Cuáles son las expectativas con ambos festivales y cómo esperás sea el futuro recorrido del film?

-Estoy muy contento con estar nuevamente en la Competencia Internacional, el BAFICI es como una casa. Desde que soy director de cine me pasé todos mis años con residencia en Buenos Aires y siempre de algún modo estuve presente en el BAFICI, sea como jurado, con un Gif o con una película.

Lo de Tribeca también es en la Competencia Internacional y es algo más nuevo para mí. Los festivales importantes de Europa y de Estados Unidos se han fijado poco en mis películas y podría decir que, saliendo del continente, deber ser el festival con más renombre en el que estuve en la competencia más importante.

Otra novedad para mi carrera es contar con un agente de ventas (Film Factory), que tomó la película tras la función de Primer Corte en Ventana Sur. Eso fue como un sello de calidad que mis películas anteriores no tenían. Apuesto a que la idea de ellos es estrenarla en la mayor cantidad de países, y venderla en la mayor cantidad de territorios y estar en muchos festivales, pero no sé mucho más.

Sí sé que habrán estrenos comerciales en Chile y Argentina y confiamos en que la película tiene algún potencial comercial, pero sabemos lo difícil que es llevar gente a las salas. Así que veremos. El BAFICI servirá de testeo para ver cuánto le gusta a la gente.

La otra vez mi mamá, que no sabe mucho del medio del cine, me preguntaba lo mismo y le decía que sentía algo similar a lo que pasó con TCLML. Esa película me sacó de ser estudiante y me convirtió en director de cine. De algún modo, rompió un techo en mi carrera. Con SMMQV quizás confirmé que tenía talento para el cine y para la comedia, pero mejoré dentro de la misma habitación, sin romper ningún techo sobre mi (tampoco lo quería). Ojalá Dry Martina me haga romper otro techo y que la película se vea en más lugares y que con el tiempo mi carrera se internacionalice. Y así también que mis películas anteriores- a las que adoro con mi alma- se puedan conocer en más lugares, porque creo que se lo merecen.

Cuando Forastero Producciones tomó la película se esmeró mucho en plantearme que yo hacía un cine que podía venderse afuera, pero que tenía que mejorar el estándar de producción para que eso ocurriese, además de preocuparme porque lo que digan los actores se entienda en más países que Chile. Algo similar fue lo que hablé cuando Rizoma se interesó en el guión. Primero sentí que eso podía alejarme de mis principios, pero luego me di cuenta de que no. Y que las actuaciones frescas seguían ahí, que los diálogos sí eran ingeniosos y que lo que decían los actores sí parecía nacer al momento que lo decían. Además de eso, es un producto más vendible.


COMENTARIOS

  • 10/04/2018 20:55

    Mi Che favorito.

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