Festivales
Seis críticas de la competencia Vanguardia y Género (Parte I) - #BAFICI
Con 29 títulos entre cortos, medios y largometrajes esta sección que conjuga el cine de género con el experimental ofrece la competencia más extensa de todo el festival. Aquí un primer panorama.
-Braguino (Francia-Finlandia, 49’), de Clément Cogitore.
Una voz en off habla de un sueño recurrente. Las imágenes nos muestran un helicóptero aterrizando. De repente aparecen en plano un puñado de niños rubios, casi albinos, y una cartela nos indica que estamos en la Siberia oriental. El helicóptero trae a Clément Cogitore, el director, y a su equipo de rodaje a Braguino, llamado así debido a su fundador. No estamos en un pueblo propiamente dicho; estamos a más de 700 kilómetros de la civilización y en un paraje al que sólo se puede acceder por mar o aire. Sus únicos habitantes son dos familias: los Braguino del título y los Kiline. Pero no se hablan. Hace ya años que cada uno se repartió las tierras y viven allí, divididos por el río y alejados de todo, especialmente, entre ellos mismos.
Braguino, ganadora del premio Zabaltegi-Tabakalera del Festival de San Sebastián, se acerca, en sus 49 precisos minutos, a este paraje nacido 30 años atrás y, en especial, a una de las familias. Cogitore capta a la perfección una realidad que mientras en ocasiones es mágica, en otros instantes resulta totalmente perversa. El día y la noche traen consigo una diferencia capital a la hora de rodar el paisaje, del mismo modo que lo hace el hecho de rodar el mundo adulto y el de los niños. Mientras los primeros se dedican a narrar a cámara, con odio, las vicisitudes que sus vecinos les hacen pasar (la conspiranoia llega a tales niveles que incluso se plantean la posibilidad de estar bajo escucha), los niños se dedican sencillamente a mirar. En ese sentido, una de las secuencias más bellas de la película es aquella que muestra a un puñado de infantes, de uno y otro bando, en la misma orilla del río. Los dos grupos no llegan a hablar, pero tampoco dejan de observarse, como intentando entender aquello que sucede entre ellos sin conseguirlo.
El enfrentamiento entre las dos familias es, pues, capital para el director de Ni le ciel ni la terre, pero no es ni mucho menos el único de sus intereses. A Cogitore también le interesa asistir al proceso de destrucción llevado a cabo por los invasores del espacio. Estos, denominados los “corruptos” por la familia protagonista, son grupos de hombres que aterrizan con helicópteros dispuestos a cazar en tierras que no les pertenecen. El acto es ilegal pero poco importan las normas y principios en una tierra de nadie… Tanto en este acto como en la manera en que se rueda el espacio, Braguino tiene algo de retrato del final de una época, tanto respecto a los demonios externos como a los internos de sus protagonistas.
Otro de los instantes definitorios es esa caza del oso por parte de la familia que tiene lugar en mitad de la película. Es uno de los pocos instantes en que los protagonistas se refieren directamente al equipo de rodaje (“¿Tienes miedo?”, preguntan mientras el oso está peligrosamente cerca de ambos). La cacería y el destripamiento del animal no son en ningún caso tratados con violencia, sino con todo el respeto que da el saber que la familia mata para subsistir. Ello dará pie a una de las imágenes más potentes de todo el documental: aquella en que mientras, fuera de campo, los cazadores deciden realizar una oración por el animal, la cabeza desmembrada del mismo nos observa desde un tronco para acabar cayendo al suelo por su propio peso. Cuando más adelante observamos a una de las hijas pequeñas de la familia, rubia y con vestido rosa, calzando los pies del oso como zapatillas, la imagen es al mismo tiempo terrorífica y preciosa. Algo similar a lo que puede decirse de la propia película. ENDIKA REY
-Between Relating and Use (Argentina-EE.UU., 9'), de Nazli Dinçel
Típico híbrido del cine experimental con un patchwork de imágenes en 16 milímetros y textos tomados de Transnational Object, de Laura Mark; y de Transitional Object, de D. W. Winnicott, el nuevo corto de la directora del tríptico Solitary Acts (una vieja conocida del BAFICI) trabaja sobre algunas tomas filmadas en Buenos Aires para reflexionar sobre la forma en que conectamos con nuestros amantes. De lo intelectual a lo etnográfico, con esa apuesta siempre radical de esta directora nacida en Turquía. DIEGO BATLLE
-Milla (Francia-Portugal, 128'), de Valerie Massadian.
Tras ganar el premio a la mejor ópera prima de Locarno 2011 con Nana, la directora francesa presentó también en el festival suizo su segundo y también valioso largometraje. Milla (Séverine Jonckeere) tiene 17 años y acaba de terminar la secundario; su novio Leo (Luc Chessel) es apenas un poco más grande y no tiene demasiados recursos como para conseguir trabajo. Ellos se instalan en una casa abandonada en el norte de Francia, a orillas del Canal de la Mancha, y subsisten como pueden. El consigue un puesto en un barco pesquero y ella terminará limpiando habitaciones en un hotel. No conviene contar nada más porque la película tiene unas cuantas sorpresas y giros inesperados.
Cabe indicar, sí, que el film aborda cuestiones como el embarazo adolescente y la descontención juvenil sin subrayados, golpes bajos ni denuncias horrorizadas. Si Massadian -que se permite también interpretar un papel secundario como empleada de limpieza- comienza en un estilo más cercano al de los hermanos Dardenne o el primer Bruno Dumont luego se anima -no siempre con la misma fortuna- con apuestas por el artificio que van desde un número musical hasta apariciones casi del orden de lo fantástico. El desenlace, en cambio, está bastante ligado al tono de su multipremiada ópera prima.
Irregular, desconcertante, por momentos un poco distanciada, Milla demanda que el espectador se mantenga firme y acompañe las desventuras de su heroína. El trayecto (tanto en ese camino a la adultez de Milla como para el público) no es sencillo, pero la recompensa final vale la pena. Massadian explora, prueba, busca, experimenta y en muchos casos termina acertando. Un digno segundo paso para una artista visual cuya obra excede por mucho el campo cinematográfico. DIEGO BATLLE
-The Great Buddha+ (Taiwán, 104'), de Huang Hsin-yao.
Pickle trabaja como guardia de seguridad en una fábrica en el que hacen Budas de bronce. Todas las noches, mientras cuida el establecimiento, se junta con su amigo Belly Bottom, quien de día se dedica a recolectar y reciclar basura, a mirar revistas eróticas y videos. Los dos antihéroes voyeuristas deciden observar las grabaciones de la cámara de seguridad del Mercedes Benz del dueño de la fábrica e irán descubriendo poco a poco los excesos y miserias del patrón. Si la película -que reserva imágenes en blanco y negro para las desventuras de los dos protagonistas y en color para las andanzas del poderoso y cruel hombre de negocios- tiene en su primera mitad un ritmo algo cansino, para su segunda parte se reserva revelaciones y vueltas de tuerca impensadas que escapan incluso del puro realismo inicial. Angustiante y satírica al mismo tiempo, The Great Buddha+ es una película decididamente desconcertante. Y no está mal que así sea. DIEGO BATLLE
-Inferninho (Brasil, 82'), de Guto Parente y Pedro Diogenes.
El prolífico Guto Parente (en este BAFICI tiene también otro film como O clube dos canibais) codirigió con Pedro Diogenes esta película de ínfimo presupuesto y un rodaje concretado a toda velocidad (12 jornadas) que transcurre íntegramente en un antiguo bar gay propiedad de Deusimar (la actriz trans Yuri Yamamoto). Ella atiende la barra con la asistencia de un personaje vestido de conejo que sirve en las mesas (Rafael Martins), la participación de una cantante llamada Luizianne que actúa todas las noches (Samya de Lavor), una empleada de limpieza y unos pocos habitués. La llegada del marinero Jarbas (Demick Lopes) genera un enorme revuelo en el lugar y Deusimar no tardará en caer rendida. Cuando aparecen en escena unos inversores ligados al gobierno que planean comprar el centro nocturno para demolerlo y transformarlo en un estacionamiento pegado a un centro comercial se desata la veta más melodramática de una tragicomedia que, efectivamente, pendula entre la comedia de enredos orgullosamente absurda y la tragedia visceral.
Artificiosa, teatral, sin temores al ridículo ni al espíritu clase B (o Z), Inferninho remite al primer Pedro Almodóvar, al cine de Arturo Ripstein y a varios trabajos de Rainer Werner Fassbinder. Una música omnipresente, una sobreactuación que no molesta y un espíritu propio del melodrama clásico hacen de este film de Diogenes y Parente (uno de los ideólogos del colectivo artístico Alumbramento con base en Fortaleza) una apuesta tan precaria como extrema, pero -si se entra en el registro- también bastante atrapante. Cine -en todo sentido- de resistencia. DIEGO BATLLE
-Una storia volatile (Italia, 44'), de Carla Vestroni.
Esta veterana crítica, docente y ocasional documentalista registra durante varios meses la cotidianeidad de una colonia de gaviotas que forman su nido en un tejado ubicado frente a la ventana de su departamento de Roma. Los pájaros se alimentan, se pelean y finalmente logran que nazcan las crías, incluso pese a las inclementes nevadas invernales. Con música clásica de fondo, lectura de textos, charlas banales y observaciones al barrio (además de las aves las otras protagonistas son unas monjas vecinas), Una storia volatile alcanza -en sus mejores momentos- algo de lirismo, humor y trascendencia (los techos urbanos conforman un universo muchas veces fascinante). En otros, en cambio, resulta apenas un film amateur. DIEGO BATLLE
COMENTARIOS
-
SIN COMENTARIOS
DEJÁ TU COMENTARIO



FESTIVALES ANTERIORES
Críticas breves de tres valiosos films distinguidos por los jurados de sus respectivas secciones.
-Este sábado 12 de abril se entregaron en La Usina del Arte las distinciones de la vigésima sexta edición del festival porteño.
-LS83 obtuvo el Premio Ciudad de Buenos Aires al mejor largometraje nacional en todas las competencias.
-La virgen de la Tosquera logró el Gran Premio del Jurado de la Competencia Internacional; y Bajo las banderas, el sol, el de la Competencia Internacional.
Cierre de la trilogía iniciada con 36 horas (2021) y Cuando oscurece (2022).
El nuevo film de Seles ganó el Premio Especial del Jurado de la competencia dedicada a lo nuevo del cine nacional.