Festivales

Críticas de la Competencia Internacional - Parte I (10 películas)

Primera entrega de 10 reseñas sobre un total de 20 que integran la sección principal, cuyo jurado estuvo compuesto por la estadounidense Amy Nicholson, la argentina Andrea Testa, el canadiense Denis Côté, el alemán Nicolas Wackerbarth y el estadounidense (de familia mexicana y guatemalteca) Julio Hernández Cordón.

Publicada el 07/04/2017


-Wind / Vetar (Serbia, 2016, 70'), de Tamara Drakulić ★★★½

Mina (Tamara Staji) es una adolescente de 16 años que se instala en la casa de su padre Andrej ubicada sobre el río Bojana. Sin embargo, la abúlica y caprichosa protagonista no parece estar demasiado entusiasmada con pasar todo el verano en ese paradisíaco entorno, sobre todo porque está alejada de sus amigas, tiene que estudiar para un examen y su papá está más dedicado a su nueva novia que a ella.

Sin embargo, esa apatía inicial se convierte en interés y cierta fascinación cuando conoce a Saša, un joven barbudo bastante mayor que ella que se dedica al kite surf y que, además, está en pareja con Sonja. Todo servido, en principio, para un triángulo amoroso o una comedia de enredos en la línea del coming of age, pero la directora de The Swing (2012) y Ocean (2014) prefiere la observación y cierta languidez narrativa.

De todas formas, este sensible acercamiento al despertar sexual adolescente tiene unas cuantos momentos inspirados (como cuando un grupo de jóvenes toca, canta y baila en la playa al amanecer), un paseo en moto con un cover de Needles and Pins de fondo y otra versión de Fly me to the Moon sobre el final. La música, en este sentido, sirve como soporte climático para un melancólico film que transmite nostalgia por una etapa de la vida inasible y por un tiempo decididamente fugaz. DIEGO BATLLE





-Estiu 1993 / Verano 1993 (España, 2017, 96'), de Carla Simón ★★★★½ (Ganadora del premio a Mejor Dirección)

Ganadora del Gran Premio de la sección Generation Kplus y -más importante aún- del galardón a la Mejor Opera Prima de todo el Festival de Berlín, esta película con elementos autobiográficos de Simón está a la altura de esas y cualquier otra distinción que pueda venir (y que seguramente llegarán). De hecho, poco después arrasó también en Málaga.

Los padres de la directora murieron a causa del virus HIV cuando ella era muy pequeña y, si bien el SIDA nunca se nombra en la película, está claro que en aquellos tiempos (1993) había tanto prejuicio como desconocimiento respecto del tema.

La película está narrada desde el punto de vista de Frida (Laia Artigas), una niña de seis años que -tras la muerte de su madre- va a vivir con sus tíos Esteve (David Verdaguer) y Marga (Bruna Cusi) y la aún más pequeña y encantadora prima Anna (Paula Robles) en un aislado entorno rural cerca de Barcelona. Los abuelos y amigos de la familia la visitan algunos fines de semana, pero en el día a día -y sin entender demasiado lo que ocurre- la protagonista debe enfrentar una nueva realidad.

Artigas -un dechado de expresividad y matices- alcanza a trasmitir toda la angustia, la desolación, la incomodidad, el malestar, la ira, la dureza y las sucesivas transformaciones de una niña marcada por una tragedia que no sabe cómo procesar. Cuando finalmente puede llorar, es probable que ningún espectador deje de acompañarla en esa explosión desgarradora que más que sufrimiento es una manera de aflojar y liberar tanto dolor contenido.

Con la cámara siempre cerca y a la altura de la pequeña heroína, con una capacidad de observación no demasiado habitual para que ningún detalle, gesto o mirada reveladora se le escape, Carla Simón hace gala de un aplomo infrecuente en una operaprimista. Pero, más allá de los aciertos formales y en la dirección de actores, lo que hace de Estiu 1993 una pequeña gran película es el pudor, el recato, la forma en que elude casi todos los golpes bajos del coming of age y las tentaciones demagógicas que este tipo de historias suelen ofrecer.

Bella y sensual, esta narración intimista y veraniega lidia con la muerte sin regodearse en el dolor, pero tampoco resulta banal o simplista. El haber encontrado el tono justo, ese que es capaz de seducir al público sin tomarlo de rehén, es el principal mérito de una directora (que tiene algo de Lucrecia Martel y Mia Hansen-Løve) a la que habrá que prestarle mucha atención. DIEGO BATLLE



-The Wedding Ring (Niger, 2016, 96'), de Rahmatou Keïta ★★★✩✩

Como una fábula que transcurre en las castas más altas de una ciudad de Niger (Zinder, en el llamado Sultanato de Damagaran), este film muestra lo que sucede cuando Tiyaa, una joven mujer, vuelve allí tras pasar varios años estudiando en Francia. El choque se produce entre los hábitos tradicionales de las aristocráticas familias del lugar (a las que ella pertenece) y las nuevos y occidentales costumbres de Tiyaa, quien se ha enamorado allí de un hombre también de origen africano pero de otra tribu y descendencia.

La película seguirá las peripecias de Tiyaa, sus amigas y familiares, ligando su propia situación sentimental (que aparece en unos un tanto telenovelísticos y breves flashbacks) a las de muchas de las otras mujeres del grupo: algunas escapadas de sus casas a partir de situaciones tensas con sus maridos, otras buscando parejas siguiendo, o no, los rituales tradicionales. Ella, en tanto, observa y espera, tratando de que el choque cultural de su secreto romance no le traiga más problemas a su gente. Es por eso que acepta, a regañadientes, la ayuda de un “zimma”, suerte de vidente del lugar, quien la ayudaría –mediante un curioso mecanismo simil brujería– a mejorar las dolencias de su “corazón partido”.

Keita cuenta su historia de una manera cercana a la de cuentos como Las mil y una noches. Hay algo de relato tradicional y clásico, formalmente conservador aunque con una perspectiva ligeramente feminista. Los tiempos son pausados y los diálogos por momentos pecan de obvios y reiterativos, pero lo que a la película le falta en cuanto a interés formal lo recupera en cuánto a curiosidad sociológica. Es cierto que por momentos bordea cierto pintoresquismo en el detallado retrato de los coloridos y curiosos hábitos culturales de esta aristocrática tribu de la región saheliana, pero a la vez se trata de un universo casi en vías de desaparición por lo que su registro, aún en este esquema un tanto vetusto del relato cinematográfico, es valioso para hacerse una pintura de Africa bastante diferente a la más conocida. DIEGO LERER





-Viejo Calavera (Bolivia-Qatar, 2016, 80'), de Kiro Russo ★★★★✩ (Ganadora del Premio Especial del Jurado)

Para aquellos que hayan visto cortos suyos como Juku (también ambientado en una mina) y Nueva vida, lo de este realizador boliviano formado en la FUC no es una sorpresa. Su ópera prima lo consolida como uno de los talentos latinoamericanos a tener muy en cuenta.

El protagonista de Viejo calavera es lo menos empático del mundo. Elder Mamani no le cae bien a nadie, no tiene ninguna característica particularmente destacable, está a disgusto en el trabajo, se la pasa bebiendo (como casi todos en el film) y agrede y es agredido constantemente.

Su padre acaba de morir y se va a vivir con la abuela a una precaria casa en las afueras de la pequeña ciudad de Huanuni. Gracias a la influencia de su tío y padrino tiene un puesto en la mina del pueblo, pero a él esa fuente de trabajo parece no interesarle en lo más mínimo (en realidad nada le importa demasiado). El problema es que empieza a complicar cada vez más a sus compañeros, quienes hasta piden que lo echen.

Kiro Russo rodó en locaciones reales y con los propios trabajadores alcanzando así una sensación de verosimilitud, de cosa genuina, que no habría conseguido en otras condiciones. Es cierto que no todos los no-actores "actúan" siempre bien, pero cuando beben, y cantan, y bailan parecen parte de un documental etnográfico, aunque la puesta en escena -prodigiosa- nos deja en claro que cada escena no fue fruto sólo de la suerte o la intuición sino de mucho trabajo y talento.

Si bien la película -por su propia naturaleza- es bastante irregular, hay varios pasajes notables y, en el terreno visual, algunas escenas dentro de la mina son de altísimo vuelo (por momentos de una expresividad que remite al cine de Andrei Tarkovsky) por su iluminación y su profundidad de campo. En este sentido, el aporte de Pablo Paniagua, director de fotografía, coproductor y coeditor del film es invalorable. Ciertos planos-secuencia con SteadyCam se ubican entre lo mejor que, a nivel estético, ha regalado Locarno este año, mientras que el trabajo con las distintas capas de sonido también es extraordinario. Está claro que cualquier película se disfruta en toda su dimensión en una sala de cine, pero esta en particular si fuese vista, por ejemplo, en Vimeo en una computadora sería una experiencia decididamente menor.

Algunos podrán cuestionar la superficialidad de los personajes, pero justamente el director decidió por evitar cualquier tipo de psicologismo para concentrarse en la exploración neorrealista de un mundo fascinante y misterioso como el de las minas y los mineros, con sus características, costumbres, códigos y rituales. Una película que pone al cine boliviano en general y a Russo en particular en un lugar de privilegio que hace bastante no tenía. DIEGO BATLLE



-95 and 6 to Go (Estados Unidos, 2016, 85'), de Kimi Takesue ★★★½

Otro de las títulos del BAFICI en poner un fuerte acento en la familia, este documental rodado por una cineasta norteamericana de origen japonés se centra en la relación entre la propia documentalista y su abuelo, que tiene más de 90 años. Kimi –a quien escuchamos hablarle detrás de cámara pero casi nunca vemos– está escribiendo un guión que quiere producir y que, al ser una historia de un japonés que se enamora de una mujer pese a estar casado, pide consejos a su abuelo para que lo ayude con el texto. El simpático y vivaz anciano se toma seriamente el trabajo y empieza a aconsejarla, revelando a partir de esas charlas su propia historia personal.

Tom Takesue es viudo y vive en Hawaii, rodeado de un bello y azul mar. También ha tenido otras tragedias personales, pero a diferencia de lo que uno podría imaginar, el hombre es muy práctico y poco emocional a la hora de hablar del guión y de cómo eso se puede conectar con su propia historia. Le hace modificaciones, le recomienda a su nieta que pasos seguir para lograr filmar la película –la música es un tema clave y a Tom le interesa saber cómo funcionan las cosas en la industria del cine– y, mientras ambos conversas y recuerdan, es esta la película que, claramente, en un momento Kimi se dio cuenta que había que hacer. La otra, no solo podrá esperar, sino que en cierto modo aquí ya está incluida.

Esa manera más práctica y menos sentimental de enfrentar esa serie de conversaciones que recorren buena parte de la vida y de los sufrimientos (pobreza, guerra, muerte de seres queridos) del personaje hacen que la película tome giros imprevisibles. Y si bien, por momentos, es un tanto caótica y desorganizada en su construcción, mantiene siempre el eje claro en su protagonista, un personaje que llega a la edad que da título al film (ya verán a qué viene el “6 to go”) todavía capaz de elegir no solo el título que quiere para la película de su nieta sino también las canciones que mejor cuentan su historia. DIEGO LERER





-Liberami (Italia-Francia, 2016, 90'), de Federica Di Giacomo ★★★★✩

Si ustedes creían que el exorcismo era un invento de jóvenes guionistas del cine de terror sin demasiadas ideas novedosas, este documental de la italiana Federica Di Giacomo (Il lato grottesco della vita, Housing) expone que el fenómeno está más vigente que nunca y no para de crecer (la película termina con estadísticas asombrosas de 2014).

Estamos en Sicilia, una de las regiones más pintorescas y con mayor concentración de “posesiones” diabólicas del mundo. Allí, el Padre Cataldo no da abasto con sus actividades de exorcismos: misas masivas los jueves, encuentros individuales y hasta sesiones por teléfono. Cada vez son más los que llegan de distintas regiones, pese a que él aclara que sólo atiende a los lugareños.

La cámara de Di Giacomo siguió pacientemente durante varios años a Cataldo en sus distintas interacciones con la comunidad, algunas de las cuales resultan más aterradoras y -claro- creíbles que la de cualquier film de terror de moda. Por supuesto, hay mucho de sugestión y alguno/a que se acerca con problemas que más que demoníacos parecen psicológicos, pero todo el asunto -trabajado con recato, pudor e intimidad- es ominoso y fascinante a la vez. Una película que no es sobre la religión sino sobre la emergencia espiritual y el desconcierto de estos tiempos. Y con una sociedad tan expresiva y extrema como la siciliana de fondo.

Cuando cerca del final la directora se sumerge en un congreso/seminario en Roma al que asisten exorcistas de todo el mundo Liberami va de lo particular a lo general. Las cifras lo confirman. La Iglesia está desbordada y desesperada por conseguir nuevos exorcistas dispuestos a combatir a Satán. Las dotaciones en muchos casos se han triplicado o quintuplicado en los últimos tiempos y hasta hay call centers como si fuera 0-800 comerciales. El diablo sigue metiendo la cola y este documental muestra cómo y por qué. DIEGO BATLLE


 
-Arábia (Brasil, 2017, 96'), de Affonso Uchôa y João Dumans ★★★★✩ (Ganadora de la Mención Especial)

André y Cristiano viven en una ciudad de Brasil llamada Ouro Preto. Apenas se conocen. Sin embargo, cuando Cristiano muere a causa de un accidente en la fábrica de aluminio donde trabaja, el azar hará que el pequeño André recorra los últimos veinte años de la vida del obrero gracias a la aparición de un manuscrito que la película Arábia se encargará de poner en escena. Así, pasados los 15 primeros minutos de metraje, cuando André encuentra el manuscrito de Cristiano, la ficción se transforma, mágicamente, en una representación visual del proceso de introspección de un hombre ansioso por olvidar al amor de su vida: un ejercicio que realiza mediante la escritura de un diario –narrado casi siempre en off– y acompañado por un grupo de teatro. Un giro inesperado que evoca el sorprendente cambio de la primera a la segunda parte de Tabú, del portugués Miguel Gomes.

La primera película dirigida a cuatro manos por los brasileños Affonso Uchoa y João Dumans es una maravillosa propuesta de raíces neorrealistas que aborda escenas cotidianas de lo más trágicas con suma ternura y delicadeza, suavizando así su carga melodramática. Precisamente, el film no pretende exaltar o exagerar la desdicha de los personajes, sino plasmar el sentimiento de soledad y melancolía que los envuelve. Ya sean esos niños de la primera historia que desayunan con café porque no pueden comprar leche, o el autor del diario que viajó haciendo ruta por las carreteras de Brasil aceptando cualquier trabajo que surgiera, o los mendigos y desvalidos que el peregrino conoció durante su viaje. Ninguno de ellos hace otra cosa que cuidar de sí mismo para sobrevivir.

Arábia retrata un Brasil donde la pobreza económica ha superado sus fronteras y, ahora, carcome el alma de su gente. La escritura, que debiera ayudar al protagonista a deshacerse del recuerdo de Ana, termina causando un efecto imprevisto: despertarle de su alienación mientras rememora su vida. En las últimas páginas de las memorias, Cristiano nos confiesa que sólo cuando deja de escuchar el sonido del metal de la fábrica consigue oír el latido de su corazón. Justamente Uchoa y Dumans dejarán en fuera de campo la muerte de Cristiano, transcurrida al inicio de la película para que esta deslumbrante película nos deje con una única incógnita: ¿Tuvo Cristiano un accidente o, en realidad, murió de pena? CARLOTA MOSEGUÍ





-El candidato (Uruguay-Argentina, 2017, 83'), de Daniel Hendler ★★★★✩

Actor fundamental del nuevo cine rioplatense con films como 25 watts, Sábado, El fondo del mar y sus múltiples colaboraciones con Daniel Burman, Hendler se convirtió en su momento gracias a la tira televisiva Graduados en una figura de inmensa popularidad. El multifacético artista uruguayo compite con su segundo largometraje como director tras Norberto apenas tarde (2010), que contó con un notable elenco encabezado por Diego De Paula, Alan Sabbagh, su esposa Ana Katz, Verónica Llinás, César Troncoso, Fernando Amaral, José Luis Arias, Matías Singer y Roberto Suárez. Su estreno en la Argentina se anuncia para mayo próximo. 

Comedia de enredos negra y asordinada. Thriller minimalista. Drama existencial con tintes trágicos. Acido ensayo sobre el avance de la publicidad, el marketing y la desideologización en la política. Un poco de todo eso es El candidato, película tan desconcertante como fascinante en su formulación y en su concreción.

La acción transcurre durante un par de jornadas en el amplio casco de una vieja estancia. Allí, entre el canto de los pájaros y la naturaleza exuberante, Martín Marchand (Diego De Paula), un exitoso empresario cincuentón con ganas de lanzarse como candidato político, reúne a un amplio equipo de asistentes personales, asesores, especialistas varios (en seguridad, sonido, diseño gráfico) y creativos publicitarios para definir los lineamientos de una inminente campaña basada en frases huecas o trilladas y propuestas bastante absurdas.

En principio, la película apela a situaciones cercanas a lo patético (sin caer en la dictadura del gag "eficaz"), pero poco a poco se va enrareciendo con sospechas y confabulaciones cruzadas que involucran de distintas maneras a todos los presentes. El principal mérito de Hendler como guionista y director es haber construido una narración ágil y coral en la que cada personaje tiene su peso dramático y sus motivaciones. Desde el cínico candidato del título obsesionado por los pájaros y los actores de Hollywood como Tom Cruise o Ethan Hawke hasta el diseñador gráfico sincero e inocentón que encarna Matías Singer (hermano menor de Hendler y también responsable de la música del film).

Para conseguir el tono (narrativo y visual) de esta tragicomedia Hendler contó con dos aliados de lujo: el DF Lucio Bonelli y el sonidista Daniel Yafalián, que trabaja varias capas que hacen “dialogar” los sonidos del exterior con los que genera el caos interno en la casona. Lejos de la bajada de línea subrayada, El candidato apuesta por el humor, la acidez y la negrura para exponer el cinismo, la hipocresía, el esnobismo, la egolatría y el vacío de la comunicación y la política, tanto de sus protagonistas como de aquellos que la conciben detras de las bambalinas. DIEGO BATLLE



-My Entire High School Sinking Into the Sea (EE.UU., 2016, 72'), de Dash Shaw ★★★★✩

Dash Shaw viene del mundo de la historieta, del comic (o de la novela gráfica, como parece imponerse que debe decirse en estos tiempos). Ese origen puede explicar el desparpajo con el que el universo de la escuela se encuentra con el género catástrofe en esta película de animación. Los dibujos de trazos firmes, los personajes claramente esbozados y los fondos para nada realistas tienen que ver con cierto ánimo expresionista, pero también con la propia mirada del realizador, que en ningún momento abandona la lógica high school aunque lo que estemos viendo sea, literalmente, el hundimiento de una escuela en el océano, con múltiples muertes, mutilaciones, etc. La libertad absoluta y el disfrute compartido se nota también en las figuras que se sumaron a la fiesta, poniéndole la voz a los personajes principales. Allí están Jason Schwartzmann, Maya Rudolph, Lena Dunham y Susan Sarandon, por ejemplo, para dar testimonio de lo dicho. Hermosa fiesta no apta para prejuicios. FERNANDO E. JUAN LIMA



-Porto (Portugal-Estados Unidos-Francia-Polonia, 2016, 77'), de Gabe Klinger ★★★★✩

En Porto, una de las obras más libres y bellas en mucho tiempo, Klinger filma su particular oda al celuloide y a la ciudad portuaria portuguesa a través de tres formatos (8, 16 y 35 milímetros) que conviven en la ficción. El director brasileño (que debutó tras las cámaras con el documental Double Play: James Benning and Richard Linklater) tenía la intención inicial de emplear un formato distinto para cada uno de los tres bloques en los que se estructura su relato, pero su montaje definitivo se deja llevar por la intuición permitiendo que imágenes con texturas distintas choquen entre sí, tal y como lo hacen los recuerdos dispares en nuestra memoria.

La noche compartida por dos jóvenes desconocidos –la francesa Mati (Lucie Lucas) y el estadounidense Jake (Anton Yelchin)– será el corazón de un film de narrativa tenue, vaporosa, que parece existir solo para evocar esas horas fugaces de felicidad. Aunque los amantes sepan que para ellos no existe un mañana, se resistirán a olvidar lo vivido, por lo que la película invocará una y otra vez fragmentos de ese encuentro hasta reconstruirlo desde tres puntos de vista: el de Jake, el de Mati y el de Jake y Mati.

Las fugas, los sueños y los deseos de los dos personajes se manifestarán también en imágenes sin que el film busque distinguir entre lo real y lo imaginario o entre pasado y presente. La elección del formato será, eso sí, esencial para evocar ciertos instantes vívidos: el rojo del paraguas de Mati atravesado por las luces nocturnas de la ciudad solo podrá invocarse en 8mm, mientras que la mirada de los amantes en la cama será inimaginable sin el scope en 35 mm.

Klinger filmará con el mismo tacto el entorno en el que transcurre la acción; una Oporto de la que veremos estampas que nos descubrirán sus bares, sus barcas, su puerto… Tampoco se olvidará del viento, la luz o la niebla en sus calles. Serán varios planos desvaídos, casi de otro tiempo, que definirán el tono y el imaginario de un relato pasional que le debe tanto a Philippe Garrel y a Wong Kar-wai como a Chantal Akerman, a quien está dedicada la película. ¿Es posible que las inesperadas muertes de la directora belga (que grabó una breve voz en off para el film) y del actor Anton Yelchin hayan dejado un poso melancólico en las imágenes de Porto? Sea como fuere, y pese a lamentar las debilidades de su guión (ciertos diálogos son resabidos y forzados), nada frena la agradecida vitalidad del segundo film de Klinger, que se despide en sus créditos finales con varias tomas felices filmadas en Super 8 por su propio equipo de rodaje. Es imposible no contagiarse de tamaña pasión cinéfilo-vital. CARLES MATAMOROS



También compiten:

-Una aventura simple (Argentina, 2017, 65'), de Ignacio Ceroi. Estreno mundial 

-Medea (Costa Rica-Chile-Argentina, 2017, 73'), de Alexandra Latishev Salazar. Estreno mundial 

-Hoy partido a las 3 (Argentina-Paraguay, 2017, 90'), de Clarisa Navas. Estreno mundial 

-2557 (Alemania, 2017, 111'), de Roderick Warich. Estreno mundial

-Reinos (Chile, 2017, 79'), de Pelayo Lira. Estreno mundial 

-Dark Night (Estados Unidos, 2016, 85'), de Tim Sutton

-Out There (Japón-Taiwán, 2016, 142'), de Takehiro Ito 

-Killing Ground (Australia, 2017, 89'), de Damien Power

-Niñato (España, 2017, 72'), de Adrián Orr 

-Newton (India, 2017, 104'), de Amit V. Masurkar


Más críticas de esta competencia (Parte II)


Más reseñas de la Competencia Internacional por Diego Lerer en Micropsia


COMENTARIOS

  • SIN COMENTARIOS

DEJÁ TU COMENTARIO


FESTIVALES ANTERIORES


Todos los premios - #BAFICI2025
OtrosCines.com

-Este sábado 12 de abril se entregaron en La Usina del Arte las distinciones de la vigésima sexta edición del festival porteño.
-LS83 obtuvo el Premio Ciudad de Buenos Aires al mejor largometraje nacional en todas las competencias.
-La virgen de la Tosquera logró el Gran Premio del Jurado de la Competencia Internacional; y Bajo las banderas, el sol, el de la Competencia Internacional.

LEER MÁS
Críticas de “The bewilderment of chile”, de Lucía Seles, y “Lo deseado”, de Darío Mascambroni (Competencia Argentina) - #BAFICI2025
Diego Batlle

El nuevo film de Seles ganó el Premio Especial del Jurado de la competencia dedicada a lo nuevo del cine nacional.

LEER MÁS