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Crítica de Quizás hoy, de Sergio Corach (Competencia Argentina)
Por momentos, mientras veía esta ópera prima de Corach, sentía una irritación mayúscula (¿Por qué tengo que escuchar a un muchacho bastante mediocre y patético cantando a los gritos -en su voz interior- algo así como “Pedaleo, pedaleo, caca y pedo con olor a huevo” mientras anda en bicicleta por las calles porteñas?).
Sin embargo, con el correr de la película y, más aún transcurrido algún tiempo luego de ver el film, la cosa decanta de la mejor manera y uno puede salir de ese enojo inicial y entender que estamos ante el monólogo interno, la angustia existencial, la neurosis íntima de un ser común y corriente de la enfermiza Buenos Aires de hoy.
Miguel (el propio Corach) se despierta de un sueño (los créditos iniciales son como una sopa de letra con algo de videoarte y de la experimentación de un Guy Maddin) y su vida en blanco y negro (con detalles en color como los dibujos animados que mira en la televisión) consiste en ir de casa al trabajo (gris oficinista de un estudio jurídico) y del trabajo a casa. El anota -a pedido de su psicoanalista- cada una de las ocurrencias que tiene, lo que siente, lo que lo frustra y le falta (que es mucho, claro).
En medio del tedio, la rutina de los expedientes, las fantasías sexuales medio obsesivas y la casi nula autoestima que lo lleva a ser muy cruel con los demás y consigo mismo, Miguel se topa con un amigo de la secundaria y a partir de allí, y de una serie de casualidades, su vida y la película irán mutando hacia situaciones cada vez más absurdas (desde ir a un casting de publicidad para un comercial en el que debe practicar artes marciales hasta ir a una clase de tango donde le roban las pertenencias).
Lo extraño del film (además de lo extraño de su propuesta, que tiene algo de Rejtman + Kaurismäki) es que, una vez que uno vence sus prejuicios y sus resistencias, hay algo fascinante y seductor en la torpeza, la crudeza y lo ridículo de esta historia de vida. Una comedia anómala, incómoda, pero visceral, descarnada y con un tono decididamente propio.
Nuestra entrevista con el director
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